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Plotino

«Me esfuerzo por devolver lo divino que hay en mí a lo divino que hay en el Todo»

Según el folósofo Plotino (205-270), todo lo existente piensa a su manera, ofreciendo una perspectiva única del Uno: las plantas expresarían el pensamiento vegetal; los animales, el pensamiento animal, y así sucesivamente.

El filósofo helenista del siglo III Plotino defendía la tesis de que todo es Uno y desarrolló un estilo de vida y una práctica coherentes con su filosofía. Según su discípulo Porfirio, Plotino no celebraba sus propios cumpleaños, sino los de Platón y Aristóteles. De hecho, Plotino se dedicó a la filosofía hasta su último aliento, pues se dice que éstas que comentamos fueron sus últimas palabras.

¿Qué quiso decir? «Lo divino» no alude a la figura omnipotente de Dios, sino a la Inteligencia, que no consiste sólo en ideas abstractas. Según él, todo lo existente piensa a su manera, ofreciendo una perspectiva única del Uno: las plantas expresarían el pensamiento vegetal; los animales, el pensamiento animal, y así sucesivamente. Por tanto, «devolver lo divino que hay en mí a lo divino que hay en el todo» es restaurar la unidad del Uno, reunirse con todo después de la muerte: pervivir pensando en (y con) todo.

Fuente: IDEAL (Granada), 5 agosto, 2021.

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El ateísmo en la antigua Grecia

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Acrópolis

La religión griega es un tema con el que estamos obligados a pensar no sólo en la religión, sino también en la política, la antropología, la historia, la moral y la ética, pero no cabe la menor duda que la propia religión era el principal motor que movía la sociedad griega.

Para el griego, la religión era una experiencia más que un dogma, es decir, una forma de vida intrínseca que empezaba justo cuando el individuo nacía y terminaba cuando moría. Por ejemplo, en la religión minoica el culto religioso estaba relacionado con la fertilidad humana y el ciclo de las estaciones. Asimismo, sus orígenes también estaban vinculados a ceremonias funerarias como bien atestiguan los restos arqueológicos.

 Todo este proceso conllevaba a que brotara una conciencia individual religiosa de manera natural, y esa experiencia misma no se podía describir si no era a través del lenguaje ritual, el lenguaje mítico y el lenguaje conceptual, que eran, a la vez, su canal de expresión.  

Como bien sabemos, la civilización griega no conocía conceptos como iglesia o dogma alguno, y, en consecuencia, las conductas religiosas, la piedad o la impiedad no tenían ese carácter definido que pueden tener hoy día las religiones monoteístas. Partiendo de dicha base, ¿podemos imaginar cómo era la vida de un “ateo” en la Grecia a través de toda su historia?

Si hubiese ciertos rasgos de “ateísmo” en la época griega sería muy diferente al de hoy, así que partimos de la idea que el ateísmo griego no es nuestro ateísmo.

El ateísmo antiguo tendría dos enfoques:

  • No dogmático.
  • Indiferencia a la cuestión religiosa (politeísta) de la Polis, es decir, de la ciudad-estado.

Desde los tiempos remotos, la matriz de la religión griega se inició con los santuarios situados en cuevas, como es el caso del Monte Ida, la primera cueva sagrada, en el periodo micénico. Después, pasaría al culto doméstico privado, erigiendo en cada hogar un pequeño santuario, sustentado por unas creencias innatas que fueron heredadas por transmisión oral de padres a hijos. A partir de ahí, sería el prototipo de unidad familiar la que después invitaría a participar a su comunidad en el culto doméstico y a expandir unas creencias acogiendo una deidad como protectora del hogar, de la comunidad y de la ciudad, de manera gradual. Lógicamente, no todo el mundo participaría en su comunidad y declinaría los favores de los dioses, así que el ateísmo sería también un tema estrictamente privado y su conducta privada no preocuparía en absoluto a los poderes públicos que sí tenían una vinculación más estrecha con la religión y con sus tradiciones ancestrales. Es importante destacar que hay que considerar que la religión era principalmente una materia fuertemente vinculada a la tradición. Por ejemplo, los micénicos tenían pautas y concepciones muy afines a los griegos posteriores sobre cómo relacionarse con los dioses. Luego, más tarde, Homero y Hesíodo detallaron en sus obras cómo las fuerzas divinas influenciaban las acciones humanas y cómo evitaría graves castigos a aquellos que les ofendieran. Por esta razón, era sumamente importante eludir la ira de los dioses, no transgrediendo la naturaleza y no vulnerando las leyes del universo. Por eso, era imprescindible llevar los rituales de manera concienzuda.

En suma, si analizamos las civilizaciones griegas a través de sus periodos, el vivir y el sentir del individuo es ya de por sí un suceso religioso continuado, como el trabajar, tomar el alimento, realizar deporte o ir a la guerra. Por consiguiente, sus actos poseían un valor religioso sagrado. Es decir, el hombre se hacía religioso y honraba cada acto como un elemento fundamental y sagrado de su vida. Toda manifestación de lo sagrado era importante para el hombre. Sólo hay que citar los misterios de Eleusis que pervivieron durante dos mil años. También, un elemento básico pero sagrado era el núcleo familiar donde la felicidad conyugal y la armonía de la familia era fundamental para el bienestar de la sociedad. Así, Hestia, diosa del hogar y del fuego, protegía los altares de cada hogar y por analogía también las polis. La última finalidad era que en cada rincón de la tierra y del universo ardiera un fuego sagrado místico que daba vida a toda la naturaleza.

Indudablemente, la religiosidad griega conectaba, de manera inseparable, con el mito. Pero, los mitos se bifurcaban en dos tipos diferenciados: por un lado, aquellos mitos de connotaciones exotéricas que trataban de explicar las circunstancias del entorno cultural de la sociedad y que serían conocidos por todos a través del calendario litúrgico; mientras que, por otro lado, los mitos esotéricos eran aquellos que reportaban un carácter sagrado y donde el individuo pasaba unas pruebas de carácter iniciático y ritual, como es el ejemplo de los doce trabajos de Heracles. Sin embargo, ambas concepciones conllevan a un acto religioso de respeto hacia la naturaleza, las leyes, la ética, la educación, lo que los griegos llamaban paideía, es decir, la formación íntegra del individuo para ejercer sus deberes cívicos dentro del campo de la filosofía, la ciencia, las humanidades y la política. La religión era, sin ninguna duda, el basamento que sostenía la integridad de todos esos saberes del hombre siendo la virtud el último fin.

El término “ateo”, desde el punto de vista social y político, era aquel que de algún modo hacía temblar los pilares de la sociedad y que rechazaba el sistema religioso de las polis, pues podía perturbar la paz pública al no reconocer los dioses que honraba la ciudad o el estado, como pudo ser el caso de Sócrates. La historia de Sócrates es conocida: le obligaron a beber cicuta por no reconocer los dioses de la Polis, aunque hay ciertas teorías que indican que fue por razones políticas más que religiosas.

La sociedad griega no era atea, pero esto no quería decir que hubiera personas que tuvieran un planteamiento “no creyente” y que se resistían a creer en un poder divino. Pero estos caracteres de indiferencia o de resistencia eran un rasgo muy común a lo largo de la historia y que puso en liza varios debates en torno a la impiedad, a la inmoralidad o a desestabilizar la armonía de las polis. De hecho, si repasamos los autores más brillantes de Grecia para ver sus planteamientos religiosos destacamos el ejemplo de Platón: su vida giró en la búsqueda de la Verdad, inmutable, eterna y absoluta, en la que creyó siempre y con constancia, bajo la influencia de Sócrates. Platón expone en sus Leyes (Libro X) su famoso programa de castigo al ateísmo y a la herejía. Por ejemplo, si alguien expresara abiertamente que el universo es producto de la agitación de elementos corpóreos carentes de inteligencia era ateísmo. O bien decir que los dioses eran indiferentes con respecto al hombre iba en contra de las bases religiosas más importantes del pensamiento griego. La base griega era inconcebible una separación hombre-dios y hombre-naturaleza. Platón advertía que, antes de perseguir a alguien bajo la acusación de impío, era fundamental determinar «si el delito lo cometió por convicción o sólo por pueril ligereza». Depende del grado de acusación se podía condenar al ostracismo, ir a la cárcel o, por último, la pena de muerte.

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ZEUS

Platón quería dejar claro que el hombre debía vivir su vida con el dominio de la razón y bajo un arquetipo ideal de vida, pues se intentaba reconocer también que en el Cosmos había un Orden, unas directrices divinas donde operaba el auténtico Espíritu. Por eso, el ateísmo quedaba totalmente rechazado y el orden del mundo se atribuía a la Razón divina que ordenaba el cosmos y que a su vez debía reflejarse en la Polis conforme al plan divino. En suma, El hombre era artífice de la Gran Obra, el arquitecto de ese modelo que había de plasmarse sobre la tierra.

En la otra cara de la moneda, tenemos un ejemplo claro y conciso de rebeldía religiosa. Jenófanes de Colofón (nacido entre el 580 a. C. y el 570 a. C. – muerto entre el 475 a. C. y el 466 a. C) criticó a los dioses antropomórfico como un invento humano que corrompía a la sociedad, pero según que versiones sus doctrinas tenían una base panteísta.

Como panteísta entendemos a:

  • Dios es idéntico a todas las cosas. Dios es el mundo.
  • Todo es divino.
  • Está identificado con el mundo.
  • El universo entero, la naturaleza y Dios son lo mismo: Esto significa que todo es de una sola esencia: Dios, el universo, la materia, las personas, etc.

Sin embargo, otros autores señalan a Jenófanes como politeísta, aunque priorizaba una “divinidad” por encima de las demás de naturaleza incorpórea (de ahí su feroz ataque al antropomorfismo de Homero y Hesíodo).

Jenófanes subraya la expresión “el más grande entre los dioses y los mortales”, que éste utiliza refiriéndose al dios central de su cosmovisión (Zeus), deja claramente abierta la existencia de más dioses, pues el poeta y filósofo griego aclara que en el término que utiliza,  a esos “dioses” no les otorga forma (ni antropológica ni animal), por lo cual hay que pensar en esos dioses como fuerzas sutiles que forman parte del entramado suprasensible cósmico y lo articulan y lo armonizan, y no en dioses exotéricos como el vulgo así lo percibía.

Así, por lo tanto, se podía ubicar a Jenófanes como un filósofo metafísico (y no como un teólogo) de su época.

Para aclarar el crisol de términos relacionados con la metafísica griega de índole indoeuropeísta, Eduard Alcántara expresa que:

el Ser Supremo Incondicionado se manifiesta, primeramente, a través de fuerzas o numens que en momentos dados (en épocas y tradiciones diferentes) fueron caracterizados  –en modo mayoritario- de manera antropomórfica. Así el hombre empezó a hablar de dioses y de esta manera no sucedió que el vulgo devoto cayera en el olvido del hecho de la existencia de la Trascendencia, pues el Conocimiento del Ser Supremo y la Identificación con el mismo sólo están al alcance de unos pocos que ostentan una aptitud o unos impulsos proclives a la transformación real interior, pero la mayoría hubiera dado, por completo, la espalda a lo Espiritual si no se le hubiera hecho más fácil de ´entender´ y ´contemplar´ lo Trascendente gracias a la existencia de divinidades con forma; formas que se diferenciarán para cada etnia y/o cultura con el fin de que se adaptaran mejor a sus respectivos  parámetros existenciales, a sus sensibilidades y a sus idiosincrasias.

En síntesis, hay que considerar el Principio Supremo como origen de todo el Cosmos y sin condicionamiento de ningún tipo (p.ej., de forma antropomórfica) siendo las fuerzas sutiles (que de él derivan) una característica propia del mundo manifestado y trascender hacia una visión metafísica-esotérica que está muy lejana de aquella visión exotérica-religiosa acaecida desde el punto de vista del vulgo.

Hay otros autores que propagaron el monoteísmo de Jenófanes, pero en mi opinión personal está fuera de lugar. El monoteísmo (ligado después al ateísmo) surgiría con el cristianismo y con las religiones monoteístas (judía, cristiana e islámica).

El monoteísmo, sin ningún tipo de vacilaciones. no estaba asentado, ni mucho menos, en la cultura popular del pensamiento griego. Es cierto que hay pensadores relevantes como Jenófanes que postulaba un dios moral, único y todopoderoso, una fuerza unificadora, formador del mundo, pero que defendía a su vez la diversidad dentro de la unidad, pues Jenófanes cita a Dios como “el más grande entre los dioses y los mortales”.

Puede que haya referencias literarias o filosóficas de la idea de un solo Dios, pero es una referencia general como unidad, denominada Theo (Dios) sin indicar un nombre concreto (Zeus, Poseidón, etc.)

Por otra parte, hay que matizar que los griegos no se definieron a sí mismo como politeístas. La palabra politeísta la inventó Filón de Alejandría, filósofo cuya religión de origen fue judía. Una religión politeísta se caracteriza por la pluralidad de fuerzas divinas y de cultos. La diversidad de dioses no era contradictoria con la idea de unidad de lo divino.

En el siglo VI a.C. se produce la transición del mito al Logos, es decir, el paso del pensamiento mítico al racional. Destacamos al panteísta Tales de Mileto (624 a. C.- c. 546 a. C, aproximadamente), que atribuía “alma” a todo lo que pertenecía al Cosmos (minerales, vegetales, animales, personas), siendo para él “lo que anima”, lo que es causa del movimiento. Así surgiría la filosofía, el debate y la crítica.

Los atomistas como Demócrito (S. V-IV a. C.) intentaron explicar el mundo de una manera puramente materialista, sin referencia a lo místico o espiritual. Entre otros filósofos presocráticos que probablemente tenían opiniones ateas se incluyen a Pródico de Ceos y Protágoras. Protágoras de Abdera (485 a. C.- c. 411 a. C) fue el primero que se llamó sofista y fue acusado de ateísmo y tuvo que abandonar Atenas. El propio Protágoras declaró: de los dioses no puedo saber si existen, ni qué forma tienen. En efecto, son muchas las dificultades que obstaculizan tal conocimiento, como la imposibilidad de recurrir a la experiencia sensible, y la brevedad de la vida.

Diágoras de Melos,  también filósofo sofista  griego del siglo V a.C, se llevó de hecho la mala fama del primer “ateo” en la Grecia clásica, y es citado como tal por Cicerón en su De Natura Deorum.

El atomista y materialista Epicuro (341-270 a.C.) disputó muchas doctrinas religiosas, incluyendo la existencia de un más allá o una deidad personal; consideró el alma puramente material y mortal. Aunque el epicureísmo no haya descartado la existencia de dioses, él creía que, si existieran, ellos estaban despreocupados con la humanidad. Pero Platón en su libro Leyes argumenta muy bien sobre estas cuestiones y respondía con maestría estos pensamientos que causaban malestar en la sociedad.

Conforme la sociedad griega asentaba nuevos ramales filosóficos, destacaría a Carnéades de Cirene, que dirigió la Academia de Platón en el siglo II a.C., y que consideraba «la creencia en dioses como algo ilógico». El filósofo formuló contra la prueba teleológica de la existencia de Dios, inclinándose como un escéptico pues postuló que era imposible un conocimiento auténtico, sino una probabilidad.

Destacaría, sin lugar a dudar, el ejemplo de la importancia del tejido religioso en la antigua Grecia en la organización en torno al culto de Eleusis, como motor político que impulsaba el ideario griego.

La profanación de este culto supondría un delito de asebeia (impiedad) porque más allá del terreno religioso sus tentáculos se extendían a la esfera política y social.

La religiosidad en torno a Eleusis daba, principalmente, mucha importancia a la ritualidad y a la práctica religiosa. Había un profundo respeto hacia los misterios de Eleusis y transgredir sus tradiciones suponía romper con los moldes socio-político de la sociedad.

Es bien conocido que Esquilo (525 a.C.- 456 a.C.) fue juzgado por haber revelado los secretos de los Misterios de Eleusis en una de sus obras. Cabe destacar, que su defensa se fundamentó en una falta de intencionalidad, debido a su ignorancia sobre el rito.  Fue finalmente absuelto precisamente por declararse ignorante.

Básicamente había que preservar los valores cívicos de la comunidad entre los ciudadanos de las polis. Si se vulneraba dichos valores, el individuo le daba la espalda a la sociedad, y el poder político podía tomar las medidas pertinentes, desde el destierro hasta la pena de muerte. Por lo tanto, poder político y poder religioso era el mismo corpus, pues las magistraturas políticas ejercían poder en el campo religioso, teniendo como fin la defensa de las tradiciones religiosas y el respeto al estado social. El aviso principal para el ciudadano era claro y conciso: se desgranaba los valores éticos y morales de la comunidad con una misma creencia. En otras palabras, si un ciudadano vulnerase los valores o cualquier actividad relacionada con el rito, sería castigado, siendo el tipo de delito la asebia, en sus diferentes grados y acepciones.

Los motivos de asebia eran muy heterogéneos, pues no sólo se refería a romper una estatua o profanar un templo, sino que también se utilizaba el término para acusar a un ciudadano por no creer en los dioses, o que enseñaban otras áreas del conocimiento fuera de los parámetros dictados por las polis, como por ejemplo el caso de Sócrates, donde Meleto (poeta trágico del siglo V a.C.) le acusó por investigar sobre las cosas del subsuelo así como las cosas celestes. Meleto creía que Sócrates incurría en delito y traspasaba las líneas marcadas por la sociedad ateniense. (Plutarco. Ap.19b)

Sin embargo, existen casos en la segunda mitad del s. V a.C. como el caso de Diágoras de Melos (465- 410 a.C.), también conocido como el ateo, según Diodoro Sículo fue acusado por profanar los Misterios y condenado a muerte en Atenas, aunque murió en el exilio.

En suma, y sin entrar en profundidad, el pensamiento ateniense preservaba el mundo religioso, cuyo canal de transmisión más poderoso era la política y que, junto a la Tradición,  formaban un triángulo equilátero en pro de la comunidad. Así, se evitaría que la comunidad entrase en una crisis o cuestionara los conceptos del bien, la justicia, la verdad, etc. que fue, precisamente, lo que Sócrates quiso discutir a la política ateniense. Pero, la historia griega está llena de grietas, y ya en la segunda mitad del siglo V a. C. fue una época agitada donde las convulsiones sociales y políticas estaban al orden del día con temas relacionados con las creencias de fe, conspiraciones políticas, desprecio a los valores, etc. Sólo hay que analizar los acontecimientos tras la cruenta y devastadora Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), como las polis pertenecientes a la Liga de Delos comandada por Atenas perdieron su esplendor y hegemonía y cayeron en un gobierno oligárquico mucho más sangriento: el gobierno de los Treinta Tiranos. Bajo este gobierno, destacamos a Critias (discípulo de Sócrates y pariente de Platón) y un ateo declarante que solidificó un sistema antidemocrático. Probablemente, durante este periodo la brújula religiosa oscilaba entra una nueva reforma social política y la confusión. Más adelante, con la entrada en el poder de Alejandro Magno (S. IV a. C.) el núcleo religioso se diseminaría con otros movimientos religiosos y finalizaría con la entrada de la primera globalización del mundo occidental. Cabe destacar que durante el periodo helenístico se iría modificando la vida helénica hacia una nueva apertura al influjo oriental y a un confuso y desorientado sincretismo que sepultó al modelo tradicional griego pasando definitivamente a la conquista romana, testimoniando con ello una pérdida del sentimiento religioso griego, el cierre definitivo de una etapa y el comienzo de otra religión apartada de la ciudad y los lazos políticos.

Con este nuevo panorama, el hombre, en general, se planteó otros horizontes religiosos, otra perspectiva a su existencia y, no menos importante, encontrar su lugar en el mundo. Indudablemente con otro rumbo a lo desconocido la percepción del hombre comenzaría con otros planteamientos éticos-religiosos bajo un marco globalizado y cosmopolita donde la metafísica, por ejemplo, se había enterrado para preocuparse del problema de la conducta humana. Con la muerte de Alejandro Magno, la sociedad griega entró en diferentes estadios de inseguridad e incertidumbre a pesar de que surgieron dos escuelas notables como el estoicismo y el epicurismo. Con el epicureísmo, por ejemplo, se daba solución, precisamente, al problema de la felicidad. Los epicúreos anhelaban la paz consigo mismos desarrollando un método que huía de la tristeza, la melancolía, la angustia y las preocupaciones diarias que llegaban a apesadumbrar al ser humano en este periodo. Con el estoicismo, destacamos a Epicteto (50-135 d. C.) que expresó «A propósito de la religión para con los dioses, sábete que lo principal es tener respecto a ellos opiniones justas: se ha de considerar que existen y que lo gobiernan todo según el orden y la justicia, y además hay que rendírseles con obediencia y someterse a ellos en todos los sucesos, aceptando de buen grado cuanto ocurra, puesto que representa el cumplimiento de los más elevados designios.» Epicteto condenaba el ateísmo y la negación de la divina Providencia.

Con la caída de los valores tradicionales griegos, Atenas y Esparta irían perdiendo poder y solemnidad religiosa, y el espíritu de antaño terminaría su ciclo de existencia dando paso un flujo de corrientes individualistas que rechazaban la religión olímpica, aunque, es cierto, que seguía manteniéndose cultos importantes como lo fue Eleusis. Pero, concretamente, Eleusis tuvo que competir con otros estándares de creencias como fue la de Isis, Serapis, Attis, por mencionar algunos ejemplos. De Serapis se puede destacar que representaba ese nuevo sentimiento religioso, uniendo la cultura greco-egipcia bajo el mandato de Ptolomeo I, vinculando con ello Grecia y Egipto. Así, Eleusis pasaría a ser un culto mistérico subterráneo, de segunda clase. De este modo, y de manera gradual y paulatina, la clase social más representativa (media-baja) les faltó un basamento seguro y sereno para su vivir cotidiano. Al no encontrar un refugio espiritual ni tampoco poder alcanzar el entendimiento de una filosofía elevada como la de Platón (la escuela de Platón continuó la obra filosófica y la Academia sobrevivió hasta el siglo I a. C) o la de Zenón de Citio, fundador del estoicismo, buscaban apoyo en otras creencias religiosas que les garantizaban una promesa de mejor vida después de la muerte, aunque para muchos le surgiera nuevos temores: el temor al más allá, la angustia del juicio tras la muerte, entre otras inquietudes y zozobras.

A través de este texto, se ha comprobado que desde la antigua Grecia, desde un enfoque espiritual-metafísico, el hombre a través de los diferentes periodos entraría en un proceso de decadencia, pues, básicamente, había abandonado la experiencia directa y sublime de lo Trascendente para sustituirla por otros métodos más caviloso y racional-científico creado por la mente humana, encontrándose ésta en otro plano diferente al del espíritu. La iniciación, como vía elevada, habría quedado anulada en la postrimería cercana al periodo romano y nunca pudo mantener el Ser como lo Eterno y Trascendente. Así, los misterios dionisiacos, apolíneos, eleusinos fueron apagando su fuego eterno para pasar a otra realidad más mundana y terrenal, la filosofía discursiva y especulativa y canalizar mentalmente la idea de ateísmo, pecado y sufrimiento.

Fuentes:

Bruit Zaidman L. “La religión griega en la polis de la época clásica”. Editorial AKAL (2002)

Fernández Monterrubio, M. “Testimonios de divinidades no griegas en las inscripciones micénicas”. Departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media Universidad Autónoma de Barcelona. (2014)

Eliade, M.  “Historia de las creencias y las ideas religiosas: de la Edad de Piedra a los Misterios de Eleusis” Vol. I. Editorial PAIDOS.

Ríos, E.J. “La naturaleza del mito más allá de la mitología griega”. Vol I. Semper Eadem Ediciones.

Copleston, F. “Historia de la filosofía”. Tomo I. Editorial Ariel.

Abbagnano, A. “Historia de la filosofía” Vol 1. Hora S.A. (1994)

DICCIONARIO AKAL DE FILOSOFÍA

Fuentes/Internet:

La concepción panteísta. Recuperado de: http://www.armandfbaker.com/book/chapter_1.pdf

Sobre Jenófanes. Recuperado de: https://www.uv.es/~japastor/jenofa.htm

Tradición y metafísica. Recuperado de: https://septentrionis.wordpress.com/2015/07/18/numen-numina/


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El origen de las religiones

A comienzo del siglo III, el obispo de Roma Hipólito cita 32 sectas cristianas en competencia. Según el obispo Epifanio de Salamina, en su Panarion, escrito en el siglo IV, son 80 herejías, entre las que cuenta 20 sectas precristianas. A falta de un poder político que le permitiera obrar de una manera más contundente, la Iglesia preconstantiniana, que se tenía por ortodoxa, solo podía atacar verbalmente a los herejes.

Lo curioso es que la mayoría de esos ataques no eran con razonamientos teológicos, ni siquiera prácticos, se conformaban con una larga retahíla de insultos encadenados sin orden ni concierto. Entonces, ¿de dónde vienen tantas sectas, algunas precristianas, si la tradición nos dice que la Iglesia proviene directamente de los apóstoles? ¿Será posible que el cristianismo como idea fuese anterior al tiempo que se dice que vivió Jesucristo? Veremos algunas indicaciones sobre el tema.

Cabe destacar, dentro de las civilizaciones antiguas, que el cristianismo comparte creencias y ritos con otras religiones del pasado. Analizaremos algunas muy ligadas al cristianismo.

Mitraísmo:

El origen del mitraísmo puede remontarse al II milenio a. C. El nombre de Mitra es mencionado por primera vez en un tratado entre los hititas y los mitaníes escrito hacia 1400 a. C. Se destaca por ser una religión mistérica muy difundida en el Imperio romano entre los siglos I y IV d. C.

Las analogías con la religión cristiana son: la primera de ellas es que la madre de Mitra era virgen, llamada Madre de Dios; la siguiente es aquella que hace referencia a que Mitra nació en una cueva el 25 de diciembre y los pastores fueron los primeros en adorarlo. Le ofrecieron oro y esencia. Por otra parte, también Mitra era hijo del dios único Ahura Mazda, que lo envió a la tierra para redimir a la humanidad de sus pecados con su sacrificio. Después de enseñar en la tierra, fue muerto y sepultado, y resucitó al comienzo de la primavera y ascendió a los cielos.

Los mitraístas se bautizaban, comulgaban con pan y vino y creían en la resurrección, en el cielo y en el infierno. Solo en este culto, en la gnosis y en el de la Iglesia cristiana,  se unen el bautismo con la imposición de un signo en la frente. El día sagrado era el domingo. Mitra también recibía los apelativos de “La Luz”, “El Salvador”, el “Buen Pastor”, el “Mensajero de la Verdad”, el “hijo de Dios”, el “Redentor”, el “Cordero de Dios”. Fue enterrado en una tumba y después de tres días resucitó. Mitra fue asociado con el León y el Cordero.

El mitraísmo se representaba con una cruz en un círculo. Es curioso que los atributos del pater,  máximo nivel de iniciación en el mitraísmo, eran el gorro frigio, la vara y el anillo, muy similares a la mitra, el báculo y el anillo de los obispos cristianos, que son también llamados padres. Por último, el mitraísmo era un culto cerrado, con agrupamientos exclusivos y secretos como los cristianos de los primeros siglos.

Jesús con el disco solar, fresco del Juicio Universal (1320), de Pietro Cavallini

A continuación, analizaremos todos los nombres de Cristo que ha habido a lo largo de las civilizaciones y de sus mitologías. No sólo Mitra tuvo una concordancia con Jesucristo, aquí otros ejemplos de diferentes culturas y civilizaciones:

  1. HORUS (Egipto)
  • Nació de la Virgen Isis el 25 de diciembre en una cueva.
  • El parto de Isis fue anunciado por una estrella y fue atendida por tres hombres sabios.
  • Fue “bautizado” a los 30 años.
  • Al hombre que bautizó a Horus se le llamaba Anup “El Bautista”.
  • Horus tenía 12 discípulos.
  • Llevó a cabo muchos milagros.
  • Caminaba sobre las aguas.
  • Horus fue crucificado y enterrado. Resucitó después.
  • Se le conocía también como “La Luz”, “el Mesías”, “el ungido de Dios”, “el hijo del Hombre”, “el buen pastor”.
  1. KRISHNA (India)
  • Nació de una Virgen llamada Devaki.
  • Su padre fue carpintero.
  • Su parto fue asistido por Ángeles, pastores y hombres sabios que le entregaron como regalo oro, mirra e incienso.
  • Fue perseguido por un tirano que asesinó a miles de niños.
  • Resucitó a muertos y curó a leprosos.
  • Predicaba en parábolas enseñando la caridad.
  • Se transfiguró frente a sus discípulos.
  • Fue crucificado en un árbol.
  • Después de muerto, se puso en pie y ascendió a los Cielos.
  • Conocido como “el Redentor”, “el señor de los Señores”.
  1. ATTIS (Frigia)
  • Nació de la virgen Nana un 25 de diciembre.
  • Fue crucificado en un árbol para la salvación de toda la humanidad.
  • Fue enterrado pero resucitó al tercer día encontrando su tumba vacía. Resucitó un 25 de marzo.
  • A sus discípulos los bautizó con su sangre, de tal modo que sus pecados fueron lavados.
  • Denominado como “Buen Pastor”, “El Supremo Dios”, “El Unigénito Hijo de Dios”.
  1. DIONISIO (Grecia)
  • Nació de una virgen un 25 de diciembre y en un pesebre.
  • Realizó una procesión triunfal montado en un burro.
  • Transformó agua en vino.
  • Dio de comer alimento sagrado a sus seguidores y recibieron así el cuerpo de Dios.
  • Resucitó entre los muertos un 25 de marzo.
  • Es identificado con el símbolo del carnero y el cordero.
  • Denominado como “Rey de Reyes”, “el Redentor”, “el Alfa y el Omega”, “El Salvador”

Debo aclarar de manera enérgica que lo expuesto en líneas anteriores sobre el paralelismo de muchos dioses con la figura de Jesucristo no es firme ni precisa,  puesto que la mitología vacila a la hora de consultar las fuentes. Por ejemplo,  con las fechas del nacimiento, como es el caso de Krishna: se considera su nacimiento el 5 de septiembre. De hecho ese día es de fiesta nacional hindú. Pero también la fecha exacta del nacimiento de Jesús de Nazaret aún es muy debatida. La mayoría de historiadores se inclina por creer que la celebración del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre se debe a la antigua celebración del nacimiento anual del dios-Sol en el solsticio de invierno (natalis invicti Solis), adaptada por la Iglesia católica en el tercer siglo d. C. para permitir la conversión de los pueblos paganos.

Según la fuente consultada, el 25 de diciembre ya estaba establecido desde hacía mucho tiempo como el del nacimiento del Sol Invicto en el Imperio Romano, cuando el papa Liberio lo decretó como día del natalicio de Jesús en 354 d. C (siglo IV); es decir, varios siglos después de la ejecución del nazareno y de la muerte de sus apóstoles. La Iglesia Católica adoptó esa fecha de la antigua religión grecorromana para captar la atención de los paganos sobre la figura central del cristianismo pero sin ningún fundamento histórico. Se trataba de una fecha muy reverenciada por los paganos y establecida desde hacía siglos. La Iglesia lograba así introducir la navidad sin cambiar las costumbres festivas de los paganos. Las iglesias anglicanas, evangélicas y rumanas mantienen también esa misma fecha del 25 de diciembre como la del natalicio de Jesús pero fueron simples escisiones de la católica en siglos posteriores. Las iglesias ortodoxas y otras orientales celebran la Navidad el 7 de enero sólo porque mantienen todavía el calendario juliano (que data del 46 a.C cuando lo instituyó Julio César) pues se oponen al modificado por el papa Gregorio XIII, quien ajustó el calendario anterior en 1582 para evitar el desfase de los equinoccios y solsticios por un exceso de años bisiestos que el calendario juliano no tenía en cuenta, pero en realidad, se trata de la misma fecha histórica.

No obstante, todas las civilizaciones, cada cultura, con su asiento religioso, están unidas entre sí a la hora de tener muy presente una figura que represente los valores y creencias de una religión. Otra de las religiones que guardaba similitudes con el cristianismo era el gnosticismo, movimiento filosófico-religioso del siglo I a. C.  Sus libros van desde los Hechos de los apóstoles, el apocalipsis, varios evangelios, por destacar algunos. El fin del gnosticismo era procurar la salvación del espíritu a través del conocimiento no mediante un ceremonial. Los sacramentos gnósticos son varios, destaca, por ejemplo:

  1. El bautismo: símbolo de admisión de la comunidad.
  2. La unción: se celebraba junto con el bautismo. Se ungía varías partes del cuerpo
  3. El “sello”: marcaban el lóbulo de la oreja derecha de los fieles como signo de pertenencia a Cristo.
  4. La eucaristía: como la representación de la carne y la sangre de Cristo.

Para los gnósticos, Cristo no vendría a salvar a la Humanidad del pecado, sino a revelar a los hombres su origen divino y que puedan alcanzar su salvación.

Al parecer, Apolonio de Tiana, que nació el año IV a. C. fue concebido tras un sueño místico de la madre, anduvo entre los pobres predicando la justicia, expulsó a demonios, resucitó muertos, fue condenado a muerte y sus seguidores dicen que resucitó. Hasta el siglo V su reputación se mantuvo viva incluso entre los cristianos.

El erudito bíblico Bart Ehrman  describe a Apolonio de Tiana en la introducción a su libro sobre el Nuevo Testamento:

Aún antes de nacer, se sabía que sería alguien especial. Un ser supernatural le informó a su madre que el hijo que ella iba a dar a luz no sería un simple mortal, sino un ser divino. Él nació de un milagro, y se convirtió en un joven inusualmente precoz. Como adulto, dejó su hogar y emprendió su ministerio de predicación, implorando a sus escuchas a vivir, no por lo material del mundo, sino por lo espiritual. Reunió un número de discípulos a su alrededor, quienes se convencieron de que sus enseñanzas eran de inspiración divina, esto debido a que él mismo era un ser divino. Él lo demostró realizando muchos milagros, curando enfermos, expulsando demonios, y reviviendo muertos. Pero al final de su vida él despertó cierta oposición, y sus enemigos lo entregaron a las autoridades Romanas para que fuera juzgado. Aun así, luego de dejar este mundo, retornó para encontrarse con sus seguidores y convencerlos de que no estaba muerto, sino viviendo en un reino celestial. Tiempo después, algunos de sus discípulos escribieron libros sobre él.

Reflexión personal

El hombre siempre ha estado bajo una nube de interrogantes, de dudas, de crisis, que gira en torno a un sistema de mitos y creencias cuya principal función es canalizar la fe, la esperanza y la alegría. Sin embargo, siempre queda en la mente una nube llamada “misterio de la vida” que se queda depositada como semilla y que va ligada a nuestras vidas como una sombra inherente. Quiero destacar que el propósito de cada uno de nosotros  es  indagar en nuestro ser más íntimo y  personal, no dejar como evidencias claras y rotundas que las religiones sean nuestra única respuesta a nuestros pensamientos y direccionen nuestras vidas con leyendas imprecisas, con profetas transfigurados en cada civilización y con mitos remedados que retornan en cada cultura. De esta manera, mi enfoque ha sido siempre el de intentar comprender el posicionamiento del hombre en el universo, su relación directa con la divinidad, el contacto con nuestro Yo superior y la apertura hacia unas dimensiones que van más allá de lo tangible. Éstas y otras cuestiones van más allá de los dogmas, credos y leyes, pudiendo encontrar las respuestas (si algún día dejamos de leer la cartilla del parvulario llamada sistema de religiones) en nuestro interior, concretamente, en esa llama divina, eterna, enérgica que nos envuelve a todos. Me quedo, para cerrar líneas, con lo que escribió el poeta inglés William Blake: «ver un mundo en un grano de arena, un cielo estrellado en una flor silvestre, tener el infinito en la palma de su mano y la eternidad en una hora». He ahí la gloria: sumergirse en aquella Energía bienhechora que nos llena de sentido y alegría.

En definitiva, las religiones, sean cual sean sus orígenes, son cosas de grupos y sociedades donde el hombre queda totalmente estructurado. La religión que hay que profesar es la de la aspiración hacia el reino de la libertad, donde se colocará de nuevo al individuo en la fuente original de la vida. El único viaje espiritual es individual y no puede estar organizado ni estructurado y no sólo hay un camino, aunque todos tenemos el mismo destino. Como dijo Buddha: Al igual que la vela no puede arder sin fuego, el hombre no puede vivir sin vida espiritual.

Enlaces sobre el tema:

Libros recomendados:

  1. Cristianismo primitivo y religiones mistéricas (Historia. Serie Mayor)
  2. Constantino. El Grande (Tiempo De Historia)
  3. Historia de las religiones (td)
  4. Los misterios: Religiones orientales en el Imperio Romano (Crítica/Arqueología)
  5. Las mascaras de dios, t.4: mitologia creativa
  6. Las grandes herejías de la Europa cristiana (Fundamentos)

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Jenófanes de Colofón

Jenófanes de Colofón fue un poeta y filósofo griego, nació en Colofón, ciudad costera de Asia Menor. Su nacimiento y muerte es un debate abierto aún por cerrar, pero lo sitúan en el periodo presocrático. Según Aristóteles, Parménides fue su discípulo. El pensamiento de Jenófanes engloba una visión del mundo y de los dioses opuesta a los planteamientos de la épica homérica y hesiódica.

Jenófanes

Jenófanes

Jenófanes afirma que estos dioses no son más que una invención humana, creada a imagen y semejanza del ser humano, además de poseer todos los vicios más representativos, tales como la mentira, la corrupción, la traición, la venganza, entre otras cualidades, por lo que en ningún momento deberían ser referencia en el tejido social de la cultura griega. Cabe destacar, por lo tanto, que Jenófanes es un filósofo moralista preocupado por las posibles influencias que las creencias tradicionales podían tener sobre la sociedad griega. Jenófanes planteó una idea muy sencilla al criticar el antropomorfismo destacando que en cada región del mundo los dioses tienen las características de los habitantes de la zona: los etíopes dicen que sus dioses son chatos y negros, mientras que los tracios dicen que los suyos tienen ojos azules y son pelirrojos. Por lo tanto, Jenófanes destaca la existencia de un único Dios, sin apariencias y atributos de los seres humanos, siendo supremo y perfecto, oponiéndose totalmente a los planteamientos de los dioses homéricos. Sin entrar en cuestiones filosóficas más profundas, al plantearse muchas ideas controvertidas sobre la filosofía de Jenófanes, el autor manifiesta los límites humanos diciendo: ningún hombre conoció ni conocerá nunca la verdad sobre los dioses y sobre cuantas cosas digo; pues aun cuando por azar resultara que dice la verdad completa, sin embargo no lo sabe. Sobre todas las cosas no hay más que parecer.La interpretación tradicional afirmaba que Jenófanes se limitaba a expresar meramente la relatividad del conocimiento, al considerar que éste depende de cada individuo.Para terminar, unos versos de Jenófanes aclaran perfectamente el pensamiento aquí planteado:

Hay un Dios Supremo encima de todos los dioses, más divino que los mortales,cuya  forma no es parecida a la de los hombres como tampoco es semejante a su naturaleza;

pero los fútiles mortales imaginan que, tal como ellos mismos,

los dioses son procreadoscon sensaciones humanas,

con voz y miembros corpóreos. 

De esa forma, si los bueyes y los leones tuviesen manos

y pudiesen trabajar al modo de los hombres, 

y pudiesen esculpir con cincel o pintar su concepción de la divinidad, 

entonces los caballos retratarían a los dioses como caballos,

a los bueyes, los representarían como bueyes,

cada tipo de animal representaría lo divino con su forma,

y dotado con su naturaleza.

En relación con los dioses (Teología), sus ideas principales son las siguientes:
1. Crítica a los dioses de la religión convencional por su inmoralidad y su naturaleza antropomórfica. Jenófanes, descubre con claridad que los dioses son una creación y un reflejo de los hombres. Según él, las diferentes razas atribuyen a los dioses sus propias características particulares, lo que, por reducción al absurdo, debería llevarnos a pensar que los animales harían también lo mismo.
2. Existe una sola divinidad que no es antropomórfica. Cuando en los textos se afirma que dios es el mayor entre los dioses y los hombres, no debería interpretarse literalmente el plural referido a los dioses. De todos modos existen otros pasajes en donde Jenófanes habla de los dioses (plural) tal vez en una concesión a la terminología popular, sin que ello signifique adhesión a cierto monoteísmo.
3. Jenófanes afirma que dios es uno y no semejante a los hombres ni en cuerpo ni en pensamiento. Esta afirmación parece implicar que dios debía tener cuerpo (aunque distinto al humano). Que debía tener cuerpo se deduce también de que, el dios de Jenofánes es un ser que ve y que oye.

solReflexión personal

En los tiempos que corren actualmente seguimos en la misma cuerda floja religiosa que en la antigua Grecia. Hoy hay otra clase de politeísmo y no me refiero a que cada religión tenga un predicador, un profeta o un dios, con sus elencos de santos, ángeles y vírgenes en sus diferentes advocaciones. Me refiero, concretamente, a  que la sociedad se mueve sobre arenas movedizas,  un barco que hace aguas por todas partes, también en el nivel interior, en la esfera más íntima y personal. Todo esto se refleja en nuestro entorno, donde vivimos: violencia, crímenes, robos, fracturas sociales, pérdida de valores (educación, ética, perdón, respeto, deshumanización).

La angustia es comprender que nos falta algo en nuestro interior y no sabemos lo que es. Miramos dentro de nosotros y hay un pozo sin fondo que pensamos  llenar con cosas materiales muy deseadas pero que, una vez conseguido, vemos como el fondo del pozo se ha agrandado más y sigue pues, medio vacío. Éste es el hombre, según creo yo que pensaba Jenófanes. Al final de los días, el tiempo  será tan implacable como un fuerte oleaje que se lleva a los hombres y las civilizaciones. ¿Y nuestros pequeños «dioses» que nos rodean diariamente? Los dioses que creamos nosotros mismos tienen el mismo vacío que un pozo sin fondo. Incluso sufren más que nosotros: artistas, cantantes, futbolistas, políticos, religiosos, modelos…La sociedad crea alrededor de ellos un banco de niebla de ilusiones efímeras. Jenófanes pensaba que los dioses no crearon al hombre, más bien fueron los hombres quienes crearon a los dioses. El dios de Jenófanes era el ser humano, como lo era también para Sócrates, Platón y Aristóteles.

Jenófanes denunciaba que los dioses cometían adulterios, robaban, engañaban unos a otros, eran inmorales, caprichosos, crueles, al igual que los humanos. ¿Cómo pueden en verdad ser dioses? ¿Cómo podemos seguir creyendo en nuestros «dioses»? La idea central de Jenófanes era la creencia de una única divinidad para todos, abstracta y más justa. ¿Qué piensas tú?

 

Obra recomendada: Los filósofos presocráticos (GRANDES OBRAS CULTUR)

Enlaces recomendados de Animasmundi sobre la misma temática:

Los filósofos presocráticos

El alma en Epiménides

Empédocles

Epiménides

Pitágoras

Metempsicosis

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El démon

Empédocles

Empédocles

Se puede hablar de Empédocles de transmigración de una entidad personal que cambia de cuerpo a lo largo de las generaciones. A esta entidad, que otros autores denominan “alma”, Empédocles le da el nombre de demon, lo que subraya su carácter divino, ya que en la tradición griega la palabra “demon” (daimón) se aplica siempre a entidades divinas.
El demon no es una entidad espiritual, contrapuesta, como tal, a un cuerpo material, sino una entidad extensa que entra en composición con el cuerpo, pero sin confundirse con él.
El demon, como entidad transmigrante, sobrevive a los sucesivos cuerpos en los que encarna, manteniendo su identidad personal, como lo demuestra la conservación de memoria de sus anteriores encarnaciones.
La transmigración del demon no se limita a los seres humanos, sino a toda clase de seres vivos: plantas y animales.
La razón de la transmigración del demon es religiosa y moral. El demon es desterrado de la compañía de los dioses como castigo por una culpa cometida: el sacrificio cruento y el consumo de la carne. La razón de ellos es parentesco que la propia transmigración de los démones origina entre los seres vivos, ya que cualquier animal puede contener un demon que anteriormente pudo ser un pariente cercano. Por eso, matar animales sería como un parricidio o un infanticidio, y comerlos, un acto de canibalismo. Lo mismo, y por las mismas razones, cabe decir del consumo de cierto vegetales, como el laurel y las habas.
La transmigración del demon es la expresión de la condición miserable de la raza humana. Sin embargo, la rueda de las reencarnaciones no constituye un círculo perverso del que sea imposible salir. Al contrario, Empédocles lo concibe como un proceso de ida y vuelta, en el que cabe la transmigración a formas inferiores de vida y también a formas superiores, incluso como dioses. La razón es que se considera como un ciclo de purificación penitente, sensible a la observancia de preceptos rituales cuya principal característica es la abstención de los alimentos impuros: la carne, el laurel y las habas.
El ciclo de la transmigración responde al siguiente esquema ternario:
1. Condición feliz entre los dioses
2. Condición miserable reencarnado en cuerpo mortales
3. Recuperación de la condición primera tras un proceso de reencarnación ascendente.
Es el mismo esquema presente en todas las tradiciones religiosas que tienen una concepción cíclica de la vida: vida-muerte-retorno a la vida (resurrección/reencarnación)
Las características del demon vienen a identificarse con divinidades intermedia, más próximas a los hombres.
En el nacimiento del demon es definido por una mezcla de los cuatro elementos fundamentales que componen la realidad (fuego, aire, agua y tierra), los cuales, al mezclarse entre sí, producen los distintos géneros de seres vivos.
El demon, pues, viene a ser uno de esos elementos que entran en composición del ser vivo, asumiendo la identidad personal del individuo, haciendo de éste como un todo.

Fuente de referencia:

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La metafísica de Anaximandro

Anaximandro

Anaximandro

Anaximandro de Mileto dijo que el infinito es el principio y elemento, sin definirlo como el aire, el agua ni otra cosa. Que sus partes son mudables, pero del todo inmutables». Que la tierra está en medio del universo como centro, y es esférica. Que la luna luce con luz ajena, pues la recibe del sol. «Que éste no es menor que la tierra, y es fuego purísimo. Fue el primero que halló el gnomon, y lo colocó en Lacedemonia para indagar la sombra, como dice Favorino en su Historia varia . Halló también los regresos del sol, notó los equinoccios y construyó horóscopos. Fue el primero que describió la circunferencia de la tierra y mar, y construyó una esfera.

Asimismo reconoció también que el todo está regido por una ley poderosa, que se hace patente en miles y miles de aspectos y en la que, por así decirlo, engrana una rueda en otra de entre innumerables ruedas; un enorme sistema en el que todo se teje hacia la totalidad, regido por una ley inconmovible en todo suceder, que domina todos los fenómenos orgánicos e inorgánicos, corporales y espirituales, vivientes y no vivientes. En una palabra, todo ser y perecer. Este Cosmos (aplicado por él mismo) está conectado entre sí, en el que todo suceder está regido por una íntima coherencia.

Hay que destacar, por otra parte, que Anaximandro realiza un avance notable respecto a Tales de Mileto: El principio de todas las cosas (arché) es el ápeiron ésto es, «lo indefinido, lo indeterminado». Se trata pues, de un elemento no empírico y por su carácter indefinido permite explicar mejor el origen de las cosas que a través de un elemento determinado.

«El principio (arché) de todas las cosas es el ápeiron. Ahora bien, a partir de donde ha generación para las cosas, hacia allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia según el roden del tiempo.» Anaximandro de Mileto, Fr. I

Se suele discutir si Anaximandro concibió la idea de  «innumerables mundos» sucesivos temporalmente. Pero lo más probable que la idea se refiera a que el ritmo de surgimiento y desaparición se diese en el interior de un mismo mundo.

Hay quienes interpretan que Anaximandro quiso decir que toda existencia individual y todo devenir no son sino una usurpación, una injusticia que han de ser pagadas con la muerte. En esta interpretación se observa cierto paralelo  jónico con doctrinas budistas. Pero probablemente, Anaximandro quería sugerir que del ápeiron comienza a separarse sustancias opuestas entre sí y cuando una prevalece sobre la otra, se produce una reacción que establece el equilibro. El ciclo de las estaciones ejemplificaría el concepto.

Cosmos2El ápeiron es ‘inmortal e indestructible’, es decir ‘eterno y que no envejece’. Anaximandro, le atribuye pues, los caracteres que la mitología griega otorgaba a los dioses. De allí que se destaque respecto a Anaximandro el mérito de una cosmología que no depende de representaciones míticas.

Sintetizando las postulaciones de Anaximandro, el fundamento del mundo tiene que ser infinito, para que nunca cese el devenir, para que no se agote en la creación de las cosas. De lo contrario, la vida cesaría en este Cosmos.

Por infinito entiende sin embargo Anaximandro la Materia infinita, naturalmente en el sentido de la primera causa eternamente viviente y que se mueve por sí misma, lo mismo, por cierto, que Tales había concebido el agua como el origen de todas las cosas. Así llama Anaximandro al Infinito «inmortal», «imperecedero», quizá también «increado» y «que nunca envejece».

Para concluir, se puede también aceptar como muy verosímil, basándose en un pasaje de Aristóteles (Física, III), que Anaximandro había firmado que este Infinito «lo abarca y dirige todo» y que es «divino».
Obras de referencias recomendadas:
VIDAS DE FILOSOFOS ILUSTRES (LITERATURA-OMEGA LITERATURA CLÁSICA)
La sabiduría griega II: Epiménides, Ferecides, Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Onomácrito (Estructuras y Procesos. Filosofía)

Enlaces recomendados de Animasmundi sobre la misma temática:

El alma en Tales de Mileto

El alma en los filósofos presocráticos

El alma en Epiménides

Jenófanes de Colofón

Empédocles

¿Qué hay más allá de la muerte?

 

 

 

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Filosofía griega y cristianismo

Mitología griega

Mitología griega

Durante el período de la Grecia antigua existía un crisol  de cuestiones filosóficas, científicas y religiosas que giraban en torno a las creencias sobre mitos. La mayoría de la población griega basaba sus afirmaciones en supersticiones, rituales, leyendas heroicas de poderes  sobrenaturales. La religión, de carácter politeísta, tenía un peso muy arraigado en sus vidas cotidianas. El griego común vibraba en sintonía con las obras de Hesíodo y Homero y esto les llevaba hasta el cenit de sus pensamientos más profundos, a direccionar su esfera más íntima hacia el mito. La hondura de este pensamiento ha llegado a nosotros, hoy día,  a través de la cultura, el arte, la música, incluso en nuestro argot popular existen infinidades de referencias a la cultura griega que es muy distintivo de nuestra sociedad.

Hay que destacar que los problemas de los antiguos pensadores griegos surgen a partir de tres eslabones que se relacionan directamente con los sucesos de la vida humana y que siempre han ocupado el interés de los hombres, desde el más humilde hasta el docto más reconocido: nacimiento-desarrollo-muerte.

Por lo tanto, el hombre ha estado bajo una nube de interrogantes, dudas, crisis, que se hallan ligados a un sistema de mitos y creencias cuya función, a menudo no explícita, es canalizar y , en última instancia, disipar las poderosas y perturbadoras emociones de alegría y de pena, de esperanza y de temor. Pero a veces, cualquiera que sea la razón de ello, queda en la mente una especie de emoción residual, un sentido del misterio de la vida, que es la curiosidad o asombro en los cuales los filósofos veían el comienzo de la filosofía.

Neoplatonismo

Neoplatonismo

¿Cómo fue el encuentro entre el cristianismo y el pensamiento de una cultura que vio florecer la filosofía en su máximo apogeo?

El encuentro entre cristianismo y filosofía se plantea como confrontación entre dos actitudes que cabe adoptar ante los problemas suscitados por el ser del hombre y del mundo: la actitud que se basa fundamentalmente en la fe y la actitud que se basa en los logros de la razón. Considerado de este modo, el encuentro entre cristianismo y filosofía, entre las exigencias de la fe y las imposiciones de la razón, es inevitable y perenne en nuestra cultura, no ha terminado ni terminará jamás mientras existan el uno y la otra. Siempre la filosofía interpelará al cristianismo y éste se verá siempre obligado a definirse al contestar a la filosofía.

A partir del siglo III después de Cristo, la única doctrina con fuerza y con filósofos de categoría es el neoplatonismo. El neoplatonismo fue la última corriente filosófica a la que hubieron de enfrentarse los filósofos cristianos. Durante este tiempo de construcción, los cristianos adoptaron varias doctrinas neoplatónicas para la formulación de sus ideas teológicas en algunos aspectos; si bien, en otros, el cristianismo se opuso radicalmente a ellas. Aquí no expondremos los aspectos que suscitaron ciertos interrogantes que no se habían quedado suficientemente contestados con la corriente platónica, que fue la principal corriente filosófica que resultó ser la más fuerte, puesto que nos desvía del tema sobre el alma en el pensamiento griego y entraríamos en el debate sobre Dios, su naturaleza, el origen de los seres humanos…

Esquematizaremos los puntos divergentes entre el cristianismo con la filosofía griega:

  • El Cristianismo pone a Dios en relación con la Historia.
  • La filosofía griega había puesto a Dios en relación con el Cosmos, con el Universo: inteligencia ordenadora (Platón) ; como motor y fin (Aristóteles) y como razón cósmica (estoicismo).
  • Dios se hizo hombre y decide aceptar su propio sacrificio, siendo un determinado momento histórico.
  • La filosofía griega se caracteriza por insistir en los límites del conocimiento humano.
  • El cristianismo proclamaba la verdad revelada por Dios mismo. Asimismo, el cristianismo se presentaba como la verdad a secas y sus criterios se situaban en un plano distinto y superior al de las doctrinas filosóficas.
  • La filosofía griega no alcanzó nunca el monoteísmo en sentido estricto.
  • Los cristianos defendieron siempre y de forma radical el monoteísmo, siendo Dios el que creó el mundo de la nada.
  • Según el pensamiento griego,el curso natural de los acontecimientos procede del Cosmos.
  • Dios es omnipotente. Dios es Padre.
  • La filosofía griega jamás formuló semejantes afirmaciones. Demiurgo (Platón) “Padre y hacedor de todo” no pasa de ser una expresión de la benevolencia del Demiurgo; no se especifica la relación de Dios con el hombre, sino una actitud genérica de aquél con el universo.
  • El hombre fue hecho a imagen de Dios; el alma es inmortal y los cuerpos resucitarán.
  • El pensamiento griego concebía el aconteceder universal como un proceso cíclico (los periodos del hombre y de la vida se repiten, vuelven a nacer y a vivir la misma vida.)
  • El cristianismo se acaba con la resurrección final (proceso lineal).
  • La teoría moral griega es intelectualista; el pecado no es sino ignorancia.
  • En el cristianismo moral hay dos factores: la maldad humana (que inclina al pecado) y la libertad del individuo que cede a tal inclinación. Ideas de culpa y arrepentimiento.

JesusANÁLISIS DE LA CONFRONTACIÓN DEL CRISTIANISMO CON LA FILOSOFÍA

Como hemos puntualizado en el apartado anterior, el cristianismo trajo consigo doctrinas radicalmente nuevas, diferentes a cuanto habían afirmado los filósofos griegos. Entre ellas, la más radical es colocar a Dios en relación con la historia. En general, la filosofía griega había puesto a Dios en relación con el cosmos, con el universo. El cristianismo anunciaba que Dios se había hecho hombre en un lugar determinado y preciso. Este hecho histórico constituye el eje de la historia, desde la creación del mundo hasta el juicio final.

Los filósofos criticaron este hecho, no entendían cómo Dios puede ser afectado por sufrimientos y dolores y,  por su dignidad,  cómo puede encarnarse en un personaje insignificante y oscuro para su entorno, además de lo que suponía para un  Dios la predilección inexplicable por una raza, un lugar del mundo en concreto y un jalón de la historia humana. Se preguntaban por qué fue elegido el pueblo judío, así como otras cuestiones relacionadas con el pecado del hombre, el fin del mundo y el rechazo, entre otras cosas, a la reencarnación.

Otro punto a destacar es que según el cristianismo, Dios creó el mundo de la nada. Para los  griegos, desde Parménides, la imposibilidad de que surja algo de la nada absoluta fue siempre considerada como un prinicipio racional incuestionable.

En cuanto al debate sobre  la paternidad divina,  la filosofía griega nunca llegó a formular semejante afirmación; Platón calificaba al Demiurgo como “padre y hacedor de todo” aplicando la relación o actitud genérica de aquél con el universo pero nunca llegando a denominarlo padre como lo hacía el cristianismo.

El punto central a destacar, en mi opinión, es que la concepción cristiana del hombre incluía tres elementos fundamentales: que el hombre fue hecho a imagen de Dios, que el alma es inmortal y que al final de los tiempos los cuerpos resucitarán. Esta última afirmación resultaba especialmente extraña para el pensamiento griego. Los griegos habían concebido el acontecer universal como un proceso cíclico. De acuerdo con esta idea, agotado un periodo, comienza otro de la misma duración, en el cual los acontecimientos del periodo anterior se repiten y lo que sucedió a lo largo de un periodo vuelve a suceder en el siguiente: los hombres vuelven a vivir la misma vida con el mismo cuerpo y en el mismo sitio, una y otra vez: esta teoría, sin embargo, no tiene nada que ver con la doctrina de los cristianos. Para los griegos no se trata de que los muertos resuciten, sino de que vuelven a nacer y a vivir la misma vida. Según la teoría de los ciclos, la historia se repite, pero para el cristianismo, la historia se acaba con la resurrección final.

El cambio drástico del pensamiento filosófico con la llegada del cristianismo trajo también una importante novedad en el terreno de la teoría moral. La filosofía griega es básicamente intelectualista respecto a la moral.  En el intelectualismo, el pecado no es sino ignorancia; en el cristianismo, el pecado no es ignorancia sino el resultado de dos factores: la maldad humana, que inclina al pecado, y la libertad del individuo, que cede a tal inclinación. Cobran así sentido pleno y dramático la ideas de culpa y arrepentimiento, de pecado y redención.

LA INMORTALIDAD DEL ALMA EN EL PENSAMIENTO CRISTIANO-PLATÓNICO

El encuentro del cristianismo con la filosofía griega permitió que aquél se formulara en un cuerpo doctrinal cuyos conceptos fueron básicamente platónicos. No podía ser de otro modo por dos razones: la primera, la corriente platónica era entonces la más vigorosa y dominante; la segunda, porque era la que ofrecía más puntos de contacto con la doctrina cristiana. Algunos puntos son:

  1.  Formulación de un pensamiento cristiano-platónico
  • TEOLOGÍA
  • ANTROPOLOGÍA

TEOLOGÍA

  • La existencia de otro mundo.
  • El mundo sensible hecho a imagen y semejanza de las ideas. El mundo como vestigio de Dios será una expresión permanente en el cristianismo.
  • Creación Demiurgo. De mente ordenadora pasó a mente creadora. Dios creador
  • La transcendencia del Bien, de lo Uno . El cristianismo aprovechó este planteamiento para expresar con rotundidad el monoteísmo.

ANTROPOLOGÍA

  • Inmortalidad del alma. El Cristianismo rechazó la reencarnación y la teoría de la preexistencia pero no la inmortalidad de ésta.
  • El hombre tiene que purificar el alma y prepararse para la muerte. Este pensamiento, en el cristianismo, ayudó a configurar la tensión inherente entre dos actitudes: la actitud de huida del mundo y la actitud del compromiso con él.
  • Se juzgan las almas después de la muerte y son premiadas y castigadas de acuerdo con la conducta observada a lo largo de la vida. El cristianismo añade un juicio universal, además de terminar violentamente por el fuego.

EL ALMA EN EL PENSAMIENTO CRISTIANO-PLATÓNICO

La interpretación filosófica de alma por parte del pensamiento cristiano es fundamentalmente platónica. Sin embargo, un aspecto de la concepción platónica del hombre que no parece fácilmente compatible con el cristianismo fue la relación del alma con el cuerpo. La incompatibilidad con el platonismo procede de dos elementos específicos de la doctrina cristiana. Por un lado, es el hombre entero y no solamente el alma lo que fue hecho a imagen de Dios; por otro lado, la doctrina de la resurrección de los cuerpos no permite afirmar que el estado natural y definitivo del alma sea el de una existencia descarnada, puesto que para Platón la unión del alma con el cuerpo es un estado no solamente accidental, sino antinatural para aquélla. Algunos pensadores cristianos parecen olvidar estas dos peculiaridades de la doctrina cristiana y las expresiones que utilizan dan a menudo la impresión de ser más platónicas que cristianas.

La BiblioaCRISTIANISMO Y FILOSOFÍA. REFLEXIONES

El cristianismo ha tomado muchos elementos de la especulación helenística pero sometiéndolos a un proceso de asimilación y transformación del que ha resultado una síntesis cristiana, una cultura cristiana que ha influido y determinado históricamente el pensamiento filosófico occidental.

Por otra parte, puede hablarse de “filosofía cristiana” en cuanto que han existido y existen cristianos que son filósofos. La fe cristiana aporta al filósofo creyente un concepto de Dios, del mundo y del hombre que no puede menos que reflejarse en su manera de filosofar y en su actitud ante los problemas de la filosofía.

También históricamente, el influjo del cristianismo en el desarrollo de la cultura europea es una realidad innegable, para bien o para mal, según la perspectiva que se adopte. Esta presencia real y efectiva del cristianismo (más el poder ideológico de las Iglesias dominantes) en la cultura occidental, es lo que queremos decir al hablar de “filosofía cristiana”

La aportación filosófica de Tomás de Aquino es la de fundir la filosofía con la fe, es decir, reconciliar la obra de Aristóteles con las verdades que Dios ha revelado a los hombres. Es un modo de clarificar las relaciones Razón-Fe; Filosofía-Teología

La aportación filosófica de San Agustín acoge a la filosofía como fuente de saber racional y a la fe como fuente de la verdad revelada. Según él, Dios es la verdad,  y se apoya en la filosofía como herramienta útil, necesaria, tal que no se oponga a la verdad revelada en el cristianismo, con la cual hay que contrastar las doctrinas de los filósofos. “Razón y fe no deben excluirse sino complementarse” matizó San Agustín.

EL FIN DE LA FILOSOFÍA GRIEGA. REFLEXIONES.

El declive de la filosofía griega fue aprovechado por el cristianismo. Roma se expandió a través del Mediterráneo pero no fue capaz de comprender, ni menos asimilar, el ideal filosófico griego. El cristianismo se afianzó de manera paulatina y aunque a partir del S.III, reapareció con renovado vigor la filosofía griega en el neoplatonismo, el cual representaba un último esfuerzo del pensamiento pagano para sobrevivir frente a la creciente fe cristiana,  la filosofía griega tocó su fin. Temas como la verdad y las relaciones fe-razón, la búsqueda de Dios, la creación y el tiempo, el hombre y el alma, la libertad y el problema del mal, el estado y la historia, estuvieron sostenidos por la fe y el entusiasmo religioso.

El cristianismo adhirió al neoplatonismo al tener puntos comunes , sometiéndolo a pequeños retoques, y no se duda en subordinar la filosofía al cristianismo, como es el caso de San Agustín, que nunca le consideraron un neoplatónico cristiano, sino un filósofo cristiano que utilizó elementos platónicos para expresar sus creencias.

Para ampliar más información, pinche en el siguiente enlace:

El origen de las religiones.

Sabiduría griega frente a la fe cristiana

 

Fuente de referencias recomendadas:

 

Enlaces de referencias:

  1. El mito en el pensamiento griego
  2. Religión en la antigua Grecia
  3. Religión en tiempos de cólera
  4. El origen de las religiones
  5. El nacimiento de la Navidad
  6. La sabiduría griega frente a la fe cristiana
  7. La destrucción del mundo antiguo por el fanatismo religioso

 

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Empédocles

Empédocles

Empédocles

En este blog el debate central lo ocupa el alma humana y su destino. Por eso, creo muy importante destacar la figura de Empédocles pues expresa que el cuerpo es sólo «la tierra que envuelve al hombre», puesto que la naturaleza vistió el alma de una «extraña cobertura de carne». Mientras el cuerpo, después de la muerte, se desintegra en los cuatro elementos que lo componen (tierra, agua, fuego y aire), el alma humana, por el contrario, tiene origen divino.

El alma, en su existencia preterrena, fue un espíritu bienaventurado en el reino de los dioses, en inalterable unión con el Uno. Pero por la culpa del «odio violento», que intenta en todas las partes del mundo convertir la unidad en multiplicidad, el alma es desgarrada de su unidad feliz, del «cielo», y lanzada a la infame tierra, a este «lugar sin alegría, donde la muerte, el rencor, y una multitud de males semejantes, enfermedades agotadoras, poderes destructores, obras perecederas, van de un lado para otro, en lo oscuro, sobre el valle de la desgracia». El alma tiene que hacer una larga peregrinación a través de toda clase de cuerpos de animales y plantas, hasta que al fin por medio del amor puede volver de nuevo a la unidad divina. De esta manera, el alma del hombre es un peregrino en la tierra, un extranjero que va errante sin reposo, que ha sido expulsado de su patria celeste y empujado a las ciudades de los pecados y de la impiedad. A la caída del alma corresponde una elevación gradual, ya que le ha sido concedido poder expiar la culpa sometida en su existencia preterrena; esto sólo puede conseguirse con una vida purificada, es decir, con una vida limpia.

A través de la doctrina de la transmigración de las almas adquiere su peculiar significación la estrecha relación que existe entre hombre y animal que resulta de la filosofía natural de Empédocles. Tienen importancia extraordinaria las consecuencias de este parentesco: un lazo común abraza a todo lo animado, un mismo derecho válido para todos. De aquí se deduce lógicamente un mandato categórico: el respeto y la consideración ante todo lo viviente. Por lo tanto, es una injuria horrible matar animales y comer su carne. Los cuerpos de animales que los impíos devoran son «morada de almas en pena»´.

El alma de Empédocles se merece un lugar especial en este blog porque surge de la doctrina pitagórica sobre el alma que hemos mencionado varias veces en el blog. Además,  es muy relevante su concepto sobre el «Daimon» que también lo hemos estudiado con anterioridad.

Artículos relacionados con la misma temática:

Transmigración del alma

Daimon

Metempsicosis

Los órficos

Orígenes de la religión órfica

 

 

 

 

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El alma en los filósofos presocráticos

Demócrito y Heráclito. Johann MoreelseLos filósofos presocráticos concibieron el alma como el principio vital que determina las actividades de los seres vivos, pero no alcanzaron una comprensión del alma como una realidad independiente del cuerpo, divina e inmortal. Así por ejemplo, los atomistas aceptaron su existencia, pero la consideraron compuesta de átomos más perfectos que el resto pero materiales, la concibieron formada de átomos esféricos y lisos, y por tanto mortal.

La filosofía griega puede ser dividida entre aquellos filósofos que buscaban una explicación del mundo en términos físicos y quienes subrayaban la importancia de las formas inmateriales o ideas. La primera escuela importante de la filosofía griega, la jonia o milesia, era en gran parte materialista. Fundada por Tales de Mileto en el siglo VI a.C., partió de la creencia de Tales según la cual el agua es la sustancia primigenia de la que procede toda materia. Anaximandro ofreció una idea más elaborada y mantuvo que la base de toda materia es una sustancia eterna que se transforma en todas las formas materiales conocidas comúnmente. Esas formas, a su vez, cambian y se funden en otras de acuerdo con la regla de la justicia, es decir, una especie de equilibrio y proporción. Heráclito consideraba que el fuego es la fuente primordial de la materia, pero creía que el mundo entero está en constante cambio o flujo y que la mayoría de los objetos y sustancias se producen por la unión de principios opuestos. Consideraba el alma, por ejemplo, como una mezcla de fuego y agua. El concepto de nous (inteligencia), sustancia infinita e inmutable que penetra y controla cada objeto viviente, fue desarrollado por Anaxágoras, que también pensaba que la materia consistía en partículas en una escala infinitesimal pequeña, o átomos. Compendió la filosofía de la escuela jonia al proponer un principio no físico director, junto a una base materialista de la existencia.

ESQUEMA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICOS DE LOS PRESOCRÁTICOS

TALES DE MILETO

Predijo un eclipse solar.

El agua es el origen de todas las cosas.

Midió la altura de una pirámide en Egipto, teniendo en cuenta la sombra de sí mismo.

ANAXIMANDRO DE MILETO

La materia prima era algo indefinido, algo así como que «todo lo que se ha creado, tiene que ser distinto a lo creado».

ANAXIMENES DE MILETO

El origen de todo es el aire.

Tiene que coexistir los 4 elementos para que surgiera vida.

PARMÉNIDES

Todo lo que hay ha existido siempre.

Todo lo que existe es eterno: nada puede surgir de la nada.

Los sentidos nos hace ver cómo cambiaban las cosas; pero, la razón nos dice otra.

Optó por la razón.

Los sentidos se equivocan; la razón es la fe en la razón humana.

HERÁCLITO

Creía en los rasgos constantes.

Nada dura eternamente: «nunca te bañarás dos veces en el mismo río». Tú y el río no son iguales de un día para otro.

El mundo está basado por constantes contradicciones: «si no hubiera nunca invierno, no nos daríamos cuenta de la primavera».

Tiene que haber una razón universal (logos) que dirige todo lo que sucede, pero que la mayoría vive su propia razón.

EMPÉDOCLES

Se fía de los sentidos.

El agua pura será siempre agua pura.

Los 4 elementos se mezclan entre sí y al separarse (muerte) quedan intactos. Ejemplo: la mezcla de los colores.

ANAXÁGORAS

Todo estaba compuesto por  pequeñas partículas, invisibles a los ojos humanos.

No aceptó la idea de que tierra, agua, fuego, aire se convierta en sangre y fuego.

Le interesó la astronomía.

DEMÓCRITO

El alma está conectada al cerebro y al morir se pierde la conciencia. Al desintegrarse en átomos, entraría en otra alma en proceso de creación.

El creía en lo material: materialista.

El alma está formada por «átomos del alma»

La naturaleza está compuesta por átomos.

Todo ocurre mecánicamente.

No acepta ninguna fuerza espiritual en la naturaleza.

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Obra recomendada:

Historia de la filosofía griega (VARIOS)

Enlaces recomendados sobre la misma temática:

El alma en Tales de Mileto

El alma en Epiménides

Empédocles

Jenófanes de Colofón

El alma a través del mito

El alma de las plantas y de los animales

El alma a través de el mito

 

 

 

 

 

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El alma en Epiménides

EpimenidesEpiménides era de Cnosos (Creta) y había crecido a la sombra del palacio de Minos. Fue considerado uno de los Sabios de la Grecia Antigua junto a Tales de Mileto. Se dice que había dormido durante cincuenta y siete años en la caverna de Zeus y, al despertar, empezó a practicar el arte de curar, a poseer poderes adivinatorios, a ejercer de sacerdote purificador y adquirió una sabiduría hacia lo oculto. Continuando con la versión de su longevo sueño, hay un texto de Máximo de Tiro que expresa que en ese largo sueño, Epiménides adquirió dicha sabiduría porque su alma habría viajado hacia los dioses y habría encontrado la Verdad (Alétheia) y la Justicia (Díke). Cabe destacar que fue un largo soñar (ónar) y no un mero dormir (hypnos) ya que en sueños conversó con los dioses y habló con Alétheia (Literalmente la palabra significa «aquello que no está oculto«, «aquello que es evidente«, lo que es verdadero) y Díke (la personificación de la justicia).

Se recogen testimonios de su época que destacan que Epiménides tenía capacidades para separar su alma del cuerpo. Esta facultad valdría para explicar  sus aprendizajes y encuentros con el más allá de lo físico. Además, se consideró un gran ayunador que vivía exclusivamente de un preparado vegetal que solía almacenar en la pezuña de un buey . Dicha dieta estaba relacionada con su prodigiosa longevidad de 157 años  y con su conocimiento profundo de plantas y raíces.

Otra peculiaridad de su leyenda fue que después de su muerte se observó que su cuerpo estaba cubierto de tatuajes, con misteriosas letras grabadas. Los griegos solamente recurrían al tatuaje para marcar a sus esclavos, por lo que se pensó que era una señal de su consagración de Semi-Dios, o bien lo atribuyeron a la influencia directa de Tracia, donde se tatuaban a las personas más distinguidas, en especial a los chamanes.

Para terminar, Epiménides también prestó un servicio a la comunidad, tanto en Atenas como en Creta, desvelando crímenes ignorados, reconciliando todo tipo de conflictos sociales y políticos a través de la discreción y la prudencia.

Obra de referencia: Los filósofos presocráticos (GRANDES OBRAS CULTUR)

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