SOBRE EL BLOG

La Acrópolis vista desde el Ágora (Viaje a Atenas 2019)

Este blog habla sobre la religiosidad, el culto y la creencia en la inmortalidad entre los griegos, el tema del alma y su relación con la vida antes y después de la muerte.

El hombre ha estado bajo una nube de interrogantes, dudas, crisis, que se hallan ligadas en un sistema de mitos y creencias, cuya función, a menudo no explícita, es canalizar y , en última instancia, disipar las poderosas y perturbadoras emociones de alegría y de pena, de esperanza y de temor. Pero a veces, cualquiera sea la razón de ello, queda en la mente una especie de emoción residual, un sentido del misterio de la vida, que es la curiosidad o asombro en los cuales los filósofos veían el comienzo de la filosofía.

Indagar en nuestro ser más íntimo y personal era la asignatura pendiente de la filosofía griega, demostrando un especial interés sobre el alma, de comprender el posicionamiento del hombre en el universo, su relación directa con la divinidad, el contacto con seres sobrenaturales y, sin declinar, la apertura del más allá, después de la muerte.

Estas cuestiones no son una huella original de la filosofía, pues también podemos encontrar en las obras más consolidadas de Homero y Hesíodo.

Mi tema principal se centra en el alma al ocupar un lugar determinante en la filosofía de los grandes pensadores de la civilización griega y que además supuso una notable influencia no sólo entre los filósofos cristianos sino en las corrientes filosóficas venideras. La importancia del alma no es casualidad. El hombre ha estado llamado a reconocer su verdadera naturaleza a través de los tiempos, y ese palpitar por despertar y nacer de nuevo ha sido una tarea constante, metódica y reflexiva.

Como dijo tan bien Epicteto: “No son las cosas lo que nos hace sufrir, sino la opinión que tenemos de las cosas”.

Creo que el mundo es un flujo perpetuo, y somos nosotros quienes lo coagulamos, quienes solidificamos los fenómenos. En este sentido, el océano es real mientras que las olas son irreales. Tenemos que suprimir lo irreal, y lo real permanece.

Para cualquier consulta: calipso23@hotmail.com

Datos de interés: este blog ha sido catalogado en la biblioteca de estudios clásicos de la región de Baviera de Alemania. Es un orgullo que la biblioteca virtual de estudios clásicos se haya fijado en Animasmundi. Os dejo el enlace: propylaeum


3 Respuestas a “SOBRE EL BLOG

  1. Raquel Tirado

    Me interesa saber si la convicción filosófica de Empédocles fue el inicio de la teosofía?

    • El Sistema Teosófico es una inmensa y abarcante síntesis de verdades que tratan de Dios, el Universo y el Hombre y sus relaciones, y entre su amplio abanico se encuentra, lógicamente, la filosofía. Con Empédocles no fue el comienzo de la Teosofía, pero te recomiendo el estudio de Helena Blavatsky para profundizar sobre la cuestión. Gracias por seguir mi blog. Saludos.

      • septentrionislux

        Julius Evola, la Blavatsky y el teosofismo
        Evola contempló el teosofismo como una parodia de la teosofía que en Occidente y Oriente buscó la Gnosis por encima de la simple fe.
        Una errónea interpretación del karma (=acción) del que habla la tradición hindú llevó al teosofismo a elaborar la noción de la «reencarnación» (implementada de evolucionismo y progresismo) que nada tiene que ver con las certidumbres de la Tradición y con lo que en justicia habría que denominar «transmigración» del componente imperecedero del ser humano: el Atman.
        Cualquier acción (karma) tiene sus consecuencias. Uno es libre de emprenderla o no. En el capítulo IV («Crítica del teosofismo») de su libro «Máscara y rostro del espiritualismo contemporáneo» (Ediciones Alternativa) Evola escribe que en el teosofismo «el karma pasa de las posturas de la libertad a aquellas, típicamente modernas, de una especie de determinismo evolucionista.» Para añadir más adelante que «según las miras teosóficas, los «dioses» y los adeptos serían seres que han sido elevados en la «evolución», y menos «adelantados» los animales, «nuestros hermanos menores». Pero será cuestión de tiempo: todos llegarán a puerto, aquellos que vayan más adelante «sacrificándose» por los demás y las variedades del karma habrán servido solamente de instrumento al «progreso universal». «(…) No es, pues, de extrañar que con frecuencia esta noción (del karma) desde el plano de un realismo trascendental pase al de un moralismo más o menos filisteo, convirtiéndose en una espada de Damocles suspendida sobre la cabeza de quien no se conforma con las «leyes de la evolución» y con los relativos corolarios altruistas, humanitaristas, igualitaristas, vegetarianos, feministas y así sucesivamente, profesados por el movimiento (teosófico)…»
        Evola continúa sus críticas al «reencarnacionismo» defendido por los teosofistas y así afirma (entiéndase, a continuación, ´alma´ como atman; en otras obras ha denominado el atman con el vocablo ´espíritu´) que «el alma no procede de otros cuerpos, sino de otros «mundos», esto es, de otras condiciones de existencia y no va dentro de otros cuerpos, sino que, librándose de los «infiernos» y conformándose con su fin sobrenatural va dentro de otros de estos «mundos». El repetido pasar del alma (…) bajo la condición de un cuerpo humano, representa un caso absolutamente excepcional: Para el alma puede ser una transmigración: cosa muy distinta de la reencarnación, que puede verificarse solamente mediante principios inferiores, en general colectivos e impersonales del compuesto humano». «(…) Se puede decir que la «reencarnación» es una idea justa, si se refiere solamente a aquel ente irracional que, destruido un cuerpo, en su afán constante e insaciable de vida pasa a otros cuerpos, pero nunca elevándose a un plano superior».
        Ante la idea planteada por el teosofismo acerca de que, de acuerdo a su noción «reencarnacionista» todos los seres (humanos, animales,…) llegarán a ser como «dioses» Evola añade que «(…) Cualquiera que sea, en el teosofismo, el punto efectivo de referencia, se ven por otra parte, sus consecuencias: el corolario de ideales democráticos de fraternidad, de amor, de igualdad, de solidaridad universal, de nivelación, de sexos y de clases, en lugar de aquella ley fuerte de jerarquía, de diferencia y de casta que las grandes tradiciones siempre han conocido desde que tuvieron como eje insustituible la dirección justa: la de la integración con lo suprasensible de la dignidad sobrenatural del hombre.»
        Antes de estas explicaciones Evola comentaba que «en seguida hay que notar la parte que tiene de la infatuación democrática e igualitaria, desde los orígenes dentro de las finalidades de la Sociedad Teosófica, habiendo sido indicada aquélla para promover la «formación de una fraternidad universal sin distinciones de razas, credos, sexo y rango»».
        También apuntaba que «(…) El teosofismo, al silencio y a la práctica, al post laborem scientia (a la labor posterior a la ciencia), recordado también por los occidentales herméticos, ha preferido un desenfrenado divagar sobre planos y cuerpos invisibles, sobre «rondas planetarias», sobre intrigas, evoluciones y decadencias de entidades de cualquier género, sobre visiones de destinos de mundos, de maestros, razas, razas subdesarrolladas, épocas cósmicas y cosas por el estilo, además de los aderezos del humanitarismo, del optimismo y del progresismo.»
        Recomendamos la lectura completa del capítulo mencionado del que hemos extractado esto párrafos, pues ayudará a aclarar mejor los conceptos vertidos en éstos.
        Recuérdese, asimismo, que nosotros, en su día, ya redactamos unas líneas acerca del «reencarnacionismo» en: http://septentrionis.wordpress.com/2009/02/08/la-ilusion-reencarnacionista/
        Saludos cordiales:
        Eduard Alcántara

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