Archivo mensual: May 2019

Crítica sobre «Troya: La caída de una ciudad»

La serie “Troya: La caída de una ciudad” ha sido una de las apuestas que Netflix ha ofrecido en su plataforma para sus clientes. El proyecto ha sido producido por la prestigiosa cadena inglesa BBC con 8 episodios que gira en torno a la figura de Paris, que descubre su verdadera identidad, a Helena de Esparta y a la caída de Troya.

La serie es una estafa, una sarta de mentiras con un producto de calidad pésimo y de mal gusto. Una serie que deja insatisfechos a los amantes de la cultura griega y en estado de shock a los lectores de Homero. No se la recomiendo a nadie. Para los más puristas, ni intenten de visionarla, pues vuestra sangre ardería en el Tártaro.

Para empezar, han buscado una épica y una presentación con un presupuesto bajísimo, comparado con “Juego de Tronos”, “Roma”, “Vikingos”, entre otras. Por lo tanto, se parte de un presupuesto de segunda línea. Después, no han sido fieles a los textos homéricos, pecando de inexactitudes y de falta de rigor en su presentación. Han envasado la Ilíada con la tendencia modernista de hoy día. Es una serie que está al mismo nivel que la basura cinematográfica de “Troya”, la película de Brad Pitt. En esa película, la figura de Aquiles está tergiversada y manipulada intencionadamente, fiel a los principios de inmundicia de la meca de Hollywood.

Destaquemos los gravísimos errores de la serie:

  • Zeus, Aquiles, Patroclo, Néstor y Eneas son de raza negra. Han “maquillado” a los dioses y héroes y lo han globalizado para que encajen en nuestra sociedad. Lógicamente no me refiero que moleste por temas raciales, sino por las imprecisiones culturales, raciales y mitológicas que suponen estas diversificaciones. Entiendo que hay que vender la serie, a nivel internacional, pero han tocado la “tecla” incorrecta.
  • La homosexualidad de Aquiles y Patroclo, un clásico que empezó en el cine y eso vende mucho, muchísimo. Pero esta vez, en los tiempos modernos que vivimos, han añadido un nuevo elemento, acorde a la tendencia actual: hacer un trío en una playa exótica con Briseida, la esclava de Aquiles. ¿Dónde está entonces la homosexualidad de ambos? Después de que un oráculo obligara a Agamenón a renunciar a Criseida, el rey ordenó a sus heraldos que tomasen a Briseida, esclava de Aquiles como compensación. Aquiles se ofendió por este embargo y, como resultado, se retiró de la batalla, a la que no regresaría hasta la muerte de Patroclo. En cuanto a la orientación sexual, en la obra homérica no existe ninguna mención homosexual entre Aquiles y Patroclo de manera directa, clara y concisa. Los dos héroes tienen una amistad profunda y extremadamente significativa, pero la evidencia de un elemento romántico o sexual es equívoca. La Ilíada describe a ambos héroes como «compañeros de guerra» no sexuales. En el canto IX de la Iliada se presenta a Aquiles y Patroclo durmiendo cada uno con una mujer, Aquiles con Diomeda y Patroclo con Ifis, mujer que, por cierto, el propio Aquiles entregó a Patroclo. ¿Dónde está la homosexualidad?
  • La falta del retrato de cada personaje. No te identificas con ellos, no están bien trabajado a nivel psicológico. Se salva Ulises y el padre de Héctor, Príamo. Es horrible la interpretación de Helena, sin palabras. En general, la interpretación es cutre y no empatizas con ningún personaje.
  • El guion es de segunda mano, una versión para los tiempos decadentes que estamos atravesando, un instrumento desafinado y mal compuesto.
  • Por falta de presupuesto la puesta de escena de los dioses es secundaria, sin actuar de manera directa con los héroes. La relación héroe-dioses es fría, distante y sin aliciente alguno. En la obra homérica la presencia de los dioses es opuesta a la de la serie.
  • Las batallas no son espectaculares, por la falta de presupuesto mencionada anteriormente.
  • La química es inexistente entre Paris y Helena, esa frialdad no se entiende, pero bueno, es normal no se han leído las fuentes originales para crear la serie.

La serie en sí es un castigo para los amantes de la cultura griega, sin tensión, con una dirección a nivel de aficionados, una coctelera llena de mentiras y manipulaciones. Se puede realizar una serie de bajo presupuesto, pero lo más fiel posible. Han sido ocho episodios insoportables, ocho episodios manipulando los textos homéricos.

Desmintiendo los mitos que salen en la serie:

  1. En la serie cuenta que fue Aquiles quien perpetra el asalto a la ciudad de Troya, disfrazado, para hablar con Helena y tejer un plan de conquista en caso de que ella no regrese a Esparta. En las fuentes originales, es Ulises el que se disfraza de mendigo para adentrarse en Troya.
  2. Eetión, padre de Andrómaca, muere a manos de Aquiles, pero los troyanos le hacen una ridícula exequias funeraria con el sacrificio de…¡un caballo! El rito funerario a nivel patriarcal estaba lleno de excesos, no escatimaban en gastos y en sacrificios. Pero, de todas formas, el mito es falso porque en realidad, Aquiles mata a Eetio y es el propio Aquiles quien lo entierra por temor religioso.
  3. Pándaro es un personaje de ficción que sale en la serie, como otros muchos. No voy a entrar en detalles de los múltiples personajes de ficción que no están en el mundo homérico. Otros personajes inventados por la serie: Telémono y Atio. Por lo tanto, todo lo que se relata de la historia de ambos, conectado al ciclo troyano, y relacionado con los episodios de la serie es mentira, lógicamente.
  4. Paris muere en el campo de batalla, pero en la serie muere en sus aposentos a mano de Menelao, bajo la indiferencia y fría mirada de su esposa Helena. El personaje de Paris lo presentan como débil, inseguro, temeroso y propenso al suicidio. Otro invento más de la BBC.
  5. Helena vuelve con Menelao. Abre las puertas de Troya y casi siempre juega a dos bandas en la serie, para darle más emoción e impulso a la trama. La interpretación de Helena es horrible y no es fiel al mito, pues Helena, al morir Paris en el campo de batalla, se casa de nuevo con un hermano de Paris (Deífobo) y lo mata delante de Menelao, por eso, Menelao la perdona.
  6. En cuanto al nacimiento de Alejandro fue Andrómaca, su madre, la que tuvo el sueño revelador de la maldición de su hijo y no Casandra.
  7. La puesta de escena de los dioses es ridícula, distante, sin conexión directa con los héroes de cada bando. En la serie, el mito de la famosa manzana de la discordia es ridículo, una parodia absurda y fuera de lugar. En general, la participación de los dioses nunca es relevante. ¿Qué puede pensar Homero de la serie? Vergüenza. ¿Qué pueden pensar los héroes de la serie? Pensarán que cuando pasen mil años por delante, ellos seguirán reinando las constelaciones y que nadie hablará de esta serie ni de nosotros.
  8. La serie enfoca con luz propia a las amazonas. Destacan con un papel en la serie. Es cierto que en la obra homérica la mencionan, pero no tienen un papel vital como en la serie. Es verdad que cuenta la leyenda que Aquiles tuvo un combate directo con Pentesilea, reina amazona. Pero de este combate, en la obra de Homero no hay rastro alguno. No es una invención de la serie, pues dicho combate se menciona en un poema perdido titulado “Etiópida”, narrando la breve participación de las amazonas en la guerra de Troya, casi un siglo después de la obra homérica. Sobre Etiópida: pinchar aquí.

Aquiles, junto a Zeus. Fuente: hipertextual.com

Vamos a tratar el tema racial con sumo interés, pues he visto en muchos foros que es el tema más conflictivo.

¿Por qué Zeus no puede ser negro? ¿Por qué los héroes de Homero no son negros?

Los rasgos fundamentales de la religiosidad griega fueron propios de todos los pueblos de lengua indoeuropea que nos proporcionaron un arquetipo de su espiritualidad. Si nos remontásemos a Zeus como figura indoeuropea, como el “Padre Celeste”, afortunadamente, podemos encontrar rasgos que nos permiten remontarnos más profundamente al mundo griego, zambullirnos en lo más profundo para alcanzar una originaria religiosidad con sello indoeuropeo. Concretamente, en Grecia, es posible identificar aquellos elementos y atributos espirituales necesarios para comprender la religiosidad indoeuropea en sus picos más elevados. Gracias al pueblo griego se refleja en aguas puras y cristalinas unos de nuestros legados más hermoso, donde podemos contemplar con orgullo y alegría el espíritu primigenio impregnado en sus expresiones más puras.

El estudio sobre la religión micénica (aprox. 1580-1150 a.C.) se basa casi por completo en las excavaciones e investigaciones arqueológicas. Bajo esos resultados, la comunidad científica llegó a la conclusión de que había afinidad entre la religión micénica y la cretense.

Si nos basamos en las tabillas halladas en Pilos, se leen los nombres de los dioses, bien conocidos por nosotros, de la religión posterior de los griegos: Zeus, Hera, Poseidón, Ares, entre otros. La conclusión fue que, a pesar de que el panteón de los dioses del Olimpo no comenzó a crearse en la época micénica, sí existió los primeros vestigios de una estirpe de dioses destacando la presencia de nombres divinos de origen indoeuropeo en el mundo micénico, poniendo de manifiesto que la religión micénica no provenía completamente de la minóica o cretense, aunque sí compartían algunos rasgos comunes. Por lo tanto, el sincretismo de elementos indoeuropeos y micénicos lo tenemos bien atestiguado en algún caso como es el del culto de la Madre Tierra, o el culto a Zeus, con un nombre de claro linaje indoeuropeo y no de procedencia africana.

Otros rasgos fundamentales de dicha semilla indoeuropea de la que Homero es un perfecto canalizador de tradiciones, son las relaciones entre hombres y dioses, pues éstas no eran relaciones incompatibles y dioses y hombres no estaban tan alejados. Como ya sabemos, los dioses son superiores e inmortales, y los hombres de estirpes selectas (Aquiles, Agamenón, Heracles, entre otros) pueden vanagloriarse por su linaje de una afinidad con los dioses. ¿Y por qué esa conexión hombre-dios tan estrecha en el mundo griego? Se basa, fundamentalmente, en que ambos están ligados a los mismos valores, a la verdad y a la virtud, tal como Platón expresa reiteradamente en sus Leyes (X, 889).  Por otra parte, tenemos que destacar que los griegos tuvieron siempre clara la finitud del hombre ante la infinitud de la divinidad, así como la relación de dependencia de los hombres con los seres divinos. Un ejemplo sería el oráculo “Conócete a ti mismo”, inscrito en Delfos, en el Templo de Apolo. O como bien destaca Píndaro en la quinta Oda Ístmica: “no intentes nunca llegar a ser Zeus”. En la serie hay un vacío entre el héroe y los dioses, fiel reflejo de la actual sociedad que ha dado la espalda a lo Sagrado, a lo meramente espiritual.

Del pueblo griego emanaba siempre la herencia de aquellos siglos de historia de cada uno de los pueblos que representaba la gran Hélade, en la que el alma indoeuropea se expresaba en toda su magnitud, queriendo con ello conservar unas tradiciones rica y pura. Un ejemplo ilustrativo sería la nobleza que se plasma en la Procesión de las Panateneas del friso del Partenón. Así, para aprehender la mentalidad originaria de la religión griega era muy necesario inmortalizar sobre el friso del Partenón las tradiciones más arraigadas de un pueblo con sello indoeuropeo, de aquellos verdaderos helenos, llegados desde Europa Central durante el Neolítico y la Edad del Bronce. En otras palabras, desde Homero, Hesíodo, pasando por Píndaro, sin olvidarnos de Esquilo y Sófocles tenían presentes la religiosidad de sus antepasados con el único fin de aprehender el sentido de la vida religiosa indoeuropea.

En los foros en los que se debate sobre el tema racial, he visto que han incluido a los etíopes como claro ejemplo de que hubo héroes de raza negra y que, de algún modo, de ahí se explica la hipótesis de la mezcolanza de raza negra con los aqueos, de esta manera se justifica que la serie no haya visto agravio alguno en destacar a Aquiles o a Patroclo como de raza negra. En primer lugar, la raza negra no componía los pueblos que representaban la gran Hélade, tal como he desarrollado en líneas anteriores, por lo tanto, los dioses no eran negros ni tampoco se mezclaban culturas y etnias de otros pueblos durante la época homérica. En segundo lugar, resulta difícil situar a Etiopía en un enclave geográfico debido a las contradicciones de los textos griegos antiguos, existiendo diversas interpretaciones de donde se hallaba realmente Etiopía según que texto se consulte. Para unos autores Etiopía estaba en Israel, para otros en el Alto Nilo. Así que no podemos divagar con este tipo de inexactitudes. Por otra parte, hay una mención de un rey de Etiopía, Memnón, que cuenta que se alió con los troyanos para la defensa de Troya y que murió a manos de Aquiles, pero dicha muerte se relata en la Etiópida, escrito después de la Ilíada. En la serie, lógicamente, Memnón no aparece, pues es más fácil hablar de  Aquiles, Patroclo, Ulises que de Memnón, personaje menos conocido.

Para cerrar el debate, destaco una célebre frase de Miguel de Cervantes: La historia, testigo de lo pasado, es cosa sagrada, porque ha de ser verdadera.

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