Asia Menor: una mirada a la cultura griega

Vista panorámica de Assos, actual Behramkale, próxima a la isla de Lesbos.

El viaje a la antigua Asia Menor, actual Turquía, ha supuesto recorrer y admirar el mundo grecorromano que tantísimo ha aportado a nuestro mundo occidental. Al escudriñar el legado griego, por ejemplo, uno descubre que fue una civilización profundamente curiosa ante los misterios del mundo, ante la belleza del cielo, ante la armonía de los espacios naturales como las montañas, los ríos, los valles…El pueblo heleno buscaba el entorno natural, los espacios abiertos y conectar con la armonía y belleza de la naturaleza. Y recalco que debían de ser curiosos y observadores pues, gracias a estas cualidades, pudo originarse la filosofía, es decir, la imperiosa necesidad y la pasión por entender el mundo que les rodeaba y la comunicación entre ellos de manera razonada.

El término logos fue empleado por primera vez por Heráclito de Éfeso (540-480 a.C.) para quien el logos era la razón o la ley detrás del funcionamiento del universo. Bajo este término, Heráclito explicaba el mundo y daba un principio de orden. Por lo tanto, dicho vocablo tenía un significado universal, eterno y necesario para los primeros filósofos de Asia Menor.

Templo de Trajano en Pérgamo

Anatolia, o también llamada Asía Menor, está repleta de yacimientos arqueológicos que no dejan a nadie indiferente. Es la civilización occidental matriz que alberga surcos profundos y huellas indelebles sobre la historia de occidente, nuestra historia. Es nuestro patrimonio cultural más influyente que tenemos para sentirnos orgullosos. También hay que tener muy en cuenta que la civilización griega se nutrió de la sabiduría de los pueblos que la circundaron, por ejemplo, el alfabeto fenicio dio lugar al alfabeto griego o la mitología y los rituales religiosos también estaban impregnados de los pueblos indoeuropeos, egipcios y de la zona próxima a Oriente. El Mar Egeo, otro componente fundamental, fue crucial para el desarrollo de los pueblos griegos, sobre todo en la época de las colonizaciones,  entre los siglos VIII al VI a. C.

Descubrir cada rincón, cada paisaje, cada lugar, nos exige un amplio y detallado estudio, pero a la vez, recibimos las respuestas precisas para entender nuestro actual mundo y cambiar la brújula de nuestra marchitada y confundida sociedad.

Templo oracular de Apolo en Dídima.

Admirar los yacimientos más hermosos de la antigua Grecia, recorrer sus ágoras, contemplar sus templos, otear el horizonte con la luz del cielo que ilumina al teatro griego, o subir al punto más alto de la ciudad de Troya para soñar despierto que formas parte de la Ilíada, son sensaciones únicas y transformadoras. Sólo hay que mencionar que con Troya emergió la luz de la literatura de occidente y los primeros pasos de aquellos héroes que buscaban la eternidad en el campo de batalla. En este viaje han sido muchas experiencias vividas, algunas de ellas, indescriptibles, sensaciones mezcladas de entusiasmo y a la vez de melancolía…

Sin embargo, en esta primera entrada voy a enfocarme en el teatro griego, el edificio que albergaba las primeras representaciones teatrales; y, en segundo lugar, mencionaré el odeón: espacio abierto utilizado para diversas actividades culturales y musicales.

Teatro de Éfeso

Vista panorámica del teatro de Éfeso

Una experiencia sublime fue deleitarme con el teatro de Éfeso[1] y su entorno, pues parece que el propio teatro formara parte, de manera natural, de la colina, aprovechando así la pendiente y la estructura tan natural para una mejor acústica y, a su vez, evocar a las Musas[2] del Olimpo. La vertiginosa colina yergue al teatro de forma natural, en un entorno de acogedora serenidad: teatro y naturaleza se combinan para recordarnos que la sabiduría está en las fuentes clásicas.

El imponente teatro de Pérgamo

El asombro (thaumasía) no deja de iluminarme los ojos a contemplar el teatro de Pérgamo. Si perdemos el asombro, ¿qué somos? Si vivimos imbuidos en el ritmo frenético de la vida, todo nos parece rutina y pesadez, y pensamos que no nos queda nada por asombrarnos, ¿por qué no se recurre a los clásicos, a la mitología, a los grandes dramaturgos griegos? Si se vive con prejuicios y con una mentalidad estrecha y poco receptiva, no tiene sentido tampoco leer a los clásicos y viajar por el mundo antiguo. La sociedad vaga como zombis buscando respuestas en las capas más superficiales de su entorno, despreciando la sensibilidad y al mundo sagrado. Acumular conocimientos, sin profundizar en la esencia, ¿de qué nos sirve? No hay que mirar al pasado con ojos del presente. El mundo moderno se enclaustra en su miserable receptáculo mental y no ve más allá de la primera piedra…

En un extremo del teatro se encontraba el Templo de Dionisio y, en el otro, el Altar de Zeus. El Altar de Zeus se encuentra en el Museo de Pérgamo de Berlín. (Enlace: Altar de Zeus)

Imagen del teatro de Pérgamo, desde la «Ochestra». El teatro fue construido a mediados del siglo III a. C

El griego buscaba la “verdad” (aletheia), la justicia (dike), lo bello (kalós), enraizándose en la cultura como un proceso natural de construcción, de ahí que los griegos levantaran teatros, palestras, estadios y odeones en las colinas, en lo alto de las montañas, en los espacios abiertos donde se exhalaban sacralidad, respeto y belleza. La Paideia[3] griega se cimentaba sobre el ideal que condujo a los griegos a la conciencia de sí mismos, en una búsqueda de la sabiduría y perfección, a través de Homero, Hesíodo, Tucídides, Sófocles, Eurípedes, Platón, etc…Es decir, no es la educación de hoy en día que corta de raíz nuestra verdadera historia y anula a grandes figuras literarias, históricas o filosóficas que presentaron un nuevo desafío, una conciencia más abierta, un foco de luz en los momentos de penumbras…¡La paideía es cultura y no aprendizaje!.

Por otra parte, el mito abre la mente, conduce a la libertad, al discernimiento y a la justicia. El mito se exhalaba por el aire, gracias a los poetas como Homero, y no se imponía por un dogma religioso ni por la manipuladora política. Para mi es muy grave el olvido de la mitología, o su deformación, porque la realidad siempre se acaba imponiendo a quien no cuenta con ella.

Teatro de Hierápolis, perteneciente a Pamukkale. El teatro data del siglo II d.C. de la época de la dinastía Severa y tenía capacidad para acoger a más de 15.000 espectadores

La palabra catarsis (κάθαρσις kátharsis, purificación) es utilizada por Aristóteles para definir la tragedia griega (La Poética o Sobre la poética). Ver representadas sobre el escenario las debilidades humanas, ayudaba al hombre a ver los efectos y las consecuencias negativas de éstas, contribuyendo así a la purificación del alma.
Dioniso representa la divinidad que encarna la naturaleza primordial, salvaje y caótica de la vida. Es el dios del éxtasis, el trance y la inspiración y su culto está estrechamente relacionado con el teatro, la música y la danza. Dioniso es visto como un ser dual, con una personalidad que combina lo divino y lo humano, la razón y el instinto, la vida y la muerte.

Busto de Dioniso. Museo de Pérgamo.
Teatro de Afrodisias

El origen de la tragedia tenía su comienzo mismo con Dioniso, así surgió del entusiasmo festivo de los ritos relacionados con el dios del teatro y sus ritos dionisiacos, con la presencia de un coro disfrazado de sátiros.

Afrodisias tiene un coqueto teatro, con una capacidad para 7.000 personas. Es la ciudad más grande dedicada a Afrodita, la diosa griega de la fertilidad y del amor y la madre de Eneas, el famoso personaje de la guerra de Troya fundador de Roma. Afrodisias es espectacular y enorme, al ser una de las zonas arqueológicas más importantes de Turquía, le daremos una entrada especial en los próximos meses.

Mileto

El anfiteatro de Mileto fue construido en el siglo IV a.C. en estilo helenístico siendo reformado en época romana. Arriba se observa una fortaleza bizantina que ofrece otras vistas espectaculares. Los anfiteatros ofrecían espectáculos de pequeños combates con animales o personas.

El teatro de Mileto se levanta sobre una cueva, tal vez, en la antigüedad, se le diera culto a una divinidad. Es curioso que Dioniso represente el dios de la muerte y el renacimiento y que el teatro esté acoplado a una cueva. Esto me recuerda las palabras de René Guénon: «Muerte y nacimiento no son sino las dos fases de un mismo cambio de estado, y el paso de un estado a otro se considera que debe efectuarse siempre en la oscuridad; en este sentido la caverna sería más exactamente, pues, el lugar mismo de ese tránsito».

Las representaciones teatrales más aclamadas por el público fueron personajes de la Ilíada: Electra, Áyax, Hécuba, Príamo, Aquiles…¡No es difícil imaginar estas representaciones en estos teatros!

Laodicea: el antiguo teatro romano, capacidad para 15.000 espectadores.
Laodicea. Teatro del Oeste que data del período helenístico. El teatro cavea (asiento) fue tallada en la ladera de la colina

Laodicea, ubicada hoy en Denizli, es una de las sorpresas de mi viaje porque tiene dos teatros durante el período romano. Su primer teatro, con capacidad para quince mil espectadores, es uno de los teatros antiguos más grandes de Anatolia. El segundo teatro llama la atención con las inscripciones en sus escalones.

En general, los teatros tienen una acústica impresionante debido a su diseño, lo que permitía a los espectadores escuchar claramente incluso los susurros y los sonidos más sutiles.

En suma, el teatro griego antiguo es una de las representaciones culturales de mayor importancia de nuestro mundo occidental. La religiosidad iba conectada con el teatro y las representaciones giraban en torno al mundo de la mitología. Por lo general, los teatros de Asia Menor se encuentran en un excelente estado de conservación, especialmente la cavea o graderío del público.

Teatro de Príene

Todos los teatros griegos tienen un cierto número de asientos proédricos u honorarios, reservados para personajes distinguidos como sacerdotes y nobles. Estos asientos pueden ser sillones separados o a veces bancos con varios lugares, provistos de respaldo y apoyabrazos. La ubicación habitual de la proédria es en primera fila alrededor de la orquesta. En la imagen de arriba, se observa dichos asientos, en primera fila.

ODEÓN

Odeón de Éfeso

El odeón griego cumplía con representaciones musicales como para canto y poesía, pero también para discutir sobre política o filosofía. Era muy necesario dominar la oratoria y la retórica. Como no puede ser de otra manera, las competiciones poéticas y musicales eran parte integral de las festividades religiosas.

Los odeones tenían una forma semicircular o circular y estaban construidos principalmente con piedra y mármol. Algunos tenían techos de madera o ladrillo. Los asientos solían estar dispuestos en forma de gradas, permitiendo una buena visibilidad desde cualquier lugar. La parte frontal del edificio, el escenario o la escena, estaba adornada con columnas y esculturas.

Odeón de Afrodisias

Los odeones de la Asia menor se encuentran en cada ciudad. Imaginaros el cultivo tan exquisito y refinado a la palabra, al relato, al discurso. Una civilización, con estos potentes basamentos culturales, que nos enseña a buscar la perfección en uno mismo y estar en armonía con la naturaleza. Aunque muchos odeones fueron construidos durante la antigüedad clásica, algunos fueron construidos o reconstruidos durante el período romano. Con el tiempo, algunos de estos edificios fueron abandonados o destruidos, pero otros fueron restaurados y siguen siendo puntos de interés turístico en la actualidad.

Indudablemente, la oratoria, hablar bien en público o expresarse con sentido y precisión eran herramientas muy potentes que los griegos dominaban. En la Ilíada[4], siguiendo el mandato del anciano Peleo, Fénix había enseñado al héroe Aquiles a hablar bien, a dominar la habilidad retórica, para una formación humana correcta.

En suma, con esta primera entrada he presentado los edificios públicos culturales más emblemáticos de Asia Menor. La belleza de los teatros acompañadas con la luz natural y en plena naturaleza me lleva a las antiguas   representaciones que consistían en danzas y cantos cerca del altar del dios en cuyo honor se celebraban. Teatro, religiosidad, mitología, naturaleza, indudablemente, los griegos fueron inigualables para combinar la cultura con la sacralidad de manera solemne y respetuosa.


[1] Para ampliar más información sobre el imponente teatro de Éfeso: Arqueología.

[2] Os emplazo un enlace sobre las Musas de Animasmundi: Musas

[3] Werner Jaeger profundiza la paideia. Os recomiendo un enlace muy interesante: Paideia, una aproximación.

[4] Iliada. 9.442-443

Para ampliar más información:

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Introducción a la Mitología (Primera parte)

FUENTE: ARSGRAVIS

Hans van Kasteel, autor del volumen «Questions homeriques. Physique et metaphysique chez Homère», trata sobre el significado del mito y el valor de la mitología. Este trabajo, debido a su amplitud, ha sido dividido en tres partes a las que se accede a partir de la primera.

Preámbulo. El mito de Hércules

En sus Memorables, obra que consagró a los recuerdos acerca de su maestro Sócrates, Jenofonte describe la entrevista entre éste y el joven Aristipo. Con el fin de exhortar a Aristipo para que adoptara la virtud, Sócrates le cuenta una fábula que él mismo oyó al sabio Pródico; se trata del famoso mito de Heracles (Hércules) en la encrucijada de los caminos: «Según este relato, Heracles estaba llegando al final de la infancia y al comienzo de la adolescencia, una edad en la que, finalmente, los jóvenes se independizan y manifiestan la futura orientación de su vida que seguirá el camino de la virtud o del vicio. Heracles se alejó hacia un lugar tranquilo y se sentó, porque dudaba acerca del camino a seguir. Entonces, se le aparecieron dos majestuosas mujeres» (Memorables II, 1, 21-22).

Resumamos la continuación. Las dos mujeres son diosas. La que se dirige a Heracles en primer lugar, representa al Vicio; intenta persuadir al joven héroe para que la acompañe por «el camino más agradable y fácil»: es la vía de la izquierda o siniestra. Luego, la otra mujer, la Virtud, propone convertir al adolescente en un «excelente artista de obras bellas y venerables»: es la vía de la derecha o vía derecha. Se inicia una discusión entre ambas mujeres. La Virtud acusa a su rival de falsedad, evidenciando el humillante revés al que, inevitablemente, conduce su camino. En cuanto a la recta vía, ciertamente «larga y difícil», permite al final «poseer la mayor de las felicidades». He aquí la conclusión que Jenofonte pone en boca de Sócrates: «Así es como, más o menos, Pródico exponía la educación de Heracles mediante la Virtud. Sin embargo, había adornado sus pensamientos con palabras aún más magníficas que lo que estoy haciendo ahora. Vale la pena, Aristipo, que las guardes en mente y que apliques tus esfuerzos a regular la conducta que llevarás durante el resto de tu vida» (Memorables II, 1, 34). 

Características del mito

Este relato reúne todas las características del mito: a) Es tradicional. / b) Es, ante todo, oral. / c) Presenta un carácter ambiguo o equívoco. / d) Contiene una enseñanza hermética o alquímica. Proponemos desarrollar separadamente estos aspectos que, por otra parte, están estrechamente ligados.

 a) El mito es tradicional. Orígenes

Jenofonte remonta el origen de este mito a Pródico (siglo V a. C.). El tema de la bifurcación, no obstante, es mucho más antiguo. En efecto, Homero, el poeta de la Ilíada y de la Odisea (siglo IX a. C.), sitúa un curioso prado llamado de los Asfódelos en los infiernos: es el prado de los muertos. Según Platón, otro célebre discípulo de Sócrates, en este prado tiene lugar el juicio al que se someten los espíritus de los hombres: «Se les juzgará en el prado, donde está la bifurcación, de donde parten los dos caminos que conducen, el uno a las islas de los bienaventurados, el otro al Tártaro […]. Habrá que discernir con la mayor justicia el camino que seguirán los hombres» (Gorgias, 524a 3-9).

Hesíodo, contemporáneo de Homero, escribió: «Es fácil escoger el vicio, y se hace en masa: el camino es llano y muy próximo (1). La virtud, en lo que a ella se refiere, según el decreto de los dioses inmortales, está precedida por el sudor: el camino que conduce a ella es, al principio, largo, empinado y rudo, pero, cuando se alcanza la cima, entonces es fácil, a pesar de su dificultad inicial» (Los trabajos y los días, 287-292).

El filósofo Pitágoras (siglo VI a. C.) explotó abundantemente el tema de la bifurcación. Servio dice a este respecto: «Sabemos que Pitágoras de Samos dividió la vida del hombre a la manera de la letra Y. En efecto, la primera edad es indecisa y aún no se ha entregado ni a los vicios ni a las virtudes. En cuanto a la bifurcación de la letra Y, ésta comienza con la juventud; en ese momento los hombres siguen, bien sea a los vicios, es decir, el lado izquierdo, bien sea a las virtudes, es decir, el lado derecho. Persio se inspira en ello para decir: Temblorosos, los espíritus son conducidos a la encrucijada» (2).

Platón, filósofo pitagórico (siglo IV a. C.), también asocia esta encrucijada con el juicio y el discernimiento. El fragmento que citamos proviene del famoso mito de Er, en el que el Panfilio Er es testigo de lo que ocurre en los infiernos: «Los jueces celebraban una sesión entre estas dos partes. Tras haber discernido y juzgado, ordenaban a los justos que siguieran el camino de la derecha, que sube al cielo […] y a los injustos, el de la izquierda, que baja […]» (República, X 614c 4-8).

En otra obra, Platón, por boca de Sócrates, expone lo que la tradición griega enseña acerca de la ruta del Hades: «No me parece que sea ni simple ni única. Ya que no se precisarían guías y, bajo mi punto de vista, nadie se equivocaría de dirección, si sólo hubiera una vía. En realidad, parece tener un gran número de divisiones y bifurcaciones. Lo digo según lo que me enseñan nuestros usos sagrados» (Fedón, 108a 2-6).

Virgilio, poeta latino (siglo I a. de C.) impregnado de Homero, de pitagorismo y, en definitiva, de toda la tradición filosófica y literaria griega, retoma el mismo tema en su descripción de los infiernos: «Éste es el lugar donde el camino se separa en dos direcciones. La derecha conduce bajo las murallas del gran Dite [Plutón]: es nuestro camino hacia los Campos Elíseos. En cuanto a la izquierda, ejerce sus castigos sobre los malvados y los envía al impío Tártaro» (Eneida, VI 540-543).

La famosa rama dorada que permite a Eneas descender a los infiernos, reproduce, según Servio, esta bifurcación: «Según dice el poeta, por esta rama, que es una imitación de la letra Y, es por donde hay que buscar las virtudes» (Comentario a la Eneida, VI 136).

En fin, el tema de la bifurcación está tan divulgado, que incluso lo encontramos en el Evangelio según san Mateo: «Entrad por la puerta estrecha. En efecto, ancha es la puerta, y espaciosa la vía que conduce a la perdición; y numerosos son los que por ella pasan. Pero estrecha es la puerta, y angosta es la vía que conduce a la vida; y escasos son los que la hallan» (VII 13-14).

También vemos los mismos temas tratados con éxito por artistas posteriores. Así, por ejemplo, Bach compuso una bella cantata dedicada a la historia de Heracles en la encrucijada de los caminos, y Rubens la ilustró en una bellísima pintura.

En resumen, la bifurcación se sitúa ora en el otro mundo, ora en este mundo; se presenta a los jóvenes o a los espíritus de los hombres. Siempre va asociada al juicio, al discernimiento o a la discriminación. Veremos más adelante como este mito no sólo tiene un sentido moral, sino que también revela un sentido mucho más fundamental.

Así mismo, este breve esbozo muestra que se trata de un tema tradicional, tratado de generación en generación por poetas y filósofos. Lo mismo ocurre con el conjunto de los mitos: transmitidos de edad en edad, constituyen la unidad del pensamiento grecorromano.

No obstante, mucho más que la continuidad de los mitos en el tiempo, son sus fuentes lo que les garantiza su carácter tradicional. Los poetas, primeros inventores de los mitos, beben su inspiración en las fuentes de las Musas, como explica Platón: «¿Acaso no nos dicen los poetas que, como abejas, liban sus cantos de las fuentes situadas en algunos jardines y bosques de las Musas de donde mana la miel? (3). Hay un antiguo mito que no cesamos de contar y que ha obtenido el consentimiento de todos los demás: según este mito, cuando el poeta está instalado en el trípode de la Musa, pierde su razón; como una fuente deja fluir lo que brota […]» (Leyes, IV 719c1-5).

También los filósofos pretenden beber de esta fuente. Un Cicerón, por ejemplo, no duda en afirmar en público: «Las cosas más elevadas, sé muy bien de qué fuente las he bebido» (4).

La fuente de las Musas o fuente musical, constituye el mismísimo fundamento del paganismo, como explica Servio: «Se llaman pagi a los pueblos, a partir de las ‘fuentes’, en griego, pegai, puesto que la costumbre es que los pueblos se creen a su alrededor. Del mismo modo se llaman pagani, ‘paganos’, a quienes, en cierto modo, beben de una única ‘fuente’, pegue» (Comentario a las Geórgicas, II 382).

b) El mito es oral. Mito y logos

La historia de Heracles nos ha sido transmitida mediante el escrito de Jenofonte. Pero, según este mismo escrito, Pródico ya la había recitado antes ante Sócrates y éste último se la revela oralmente al joven Aristipo. Llegamos aquí a un aspecto fundamental del mito.

En efecto, el primer sentido de mito (mythos) es ‘palabra’, es decir, la que se dice y se oye, palabra alada, transmitida de viva voz, de boca a oreja; por oposición a la palabra escrita o leída, fijada y muda.

Mythos parece ser, pues, un perfecto sinónimo de logos, que designa también una palabra dicha oralmente. Los verbos correspondientes, mytheomai y lego, significan: ‘hablar, decir’; Homero, el más antiguo de los autores griegos, apenas usa el término logos (5); en cambio, utiliza muy a menudo mythos y siempre con el sentido que acabamos de indicar: «Tus palabras (mythoisin) y tus declaraciones me causan extremo placer» (Odisea, IV 597-598).

«¡Silencio! Temo que otro aqueo oiga esta palabra (mython) que jamás debería ser proferida por su boca» (Ilíada, XV 90-91).

Citemos el comentario de Eustacio acerca de estos últimos versos: «El verbo aguein, ‘proferir’, se aplica a la palabra animada, ya que la palabra proferida es un sonido vocal y vivo, al contrario de la palabra escrita» (Comentario a la Ilíada, t. III, p. 201).

Igualmente en la Ilíada, Iris, la mensajera de los dioses, pregunta: «¿Acaso debo llevar esta palabra (mython) a Zeus?» (XV, 202). Y Eustacio comenta:«Tampoco aquí, esta expresión se aplica a algo inanimado, sino al hecho de proferir, agein, un verbo del que deriva aggelos, ‘mensajero’» (Comentario a la Ilíada, t. III, p. 262).

Si embargo, desde un punto de vista etimológico, los sinónimos no existen. Simplificando, podríamos decir que el logos incluye más bien un aspecto racional e intelectual: lógico, mientras que el mito incluye sobre todo una faceta de fábula o fabuladora: mítica. Esta diferencia aparece más de una vez en Platón. Por ejemplo, el célebre Protágoras, después de haber presentado su enseñanza bajo la forma de un mito, sigue diciendo: «A este respecto, Sócrates, no haré un discurso mítico (mython), sino razonado (logon)» (Protágoras, 324d6-7).

El relato mítico pertenece sobre todo al poeta; el discurso razonado, al orador: «El poeta debe, si quiere verdaderamente ser poeta, crear relatos míticos (mythous), y no discursos razonados (logous)» (Platón, Fedon 61b3-4).

También podríamos decir que el logos va destinado a los que tienen uso de razón; el mythos, más gracioso y placentero, se dirige al niño que hay en cada cual: «¿Acaso debo haceros la demostración recitando un mito (mython legon), como un anciano a los jóvenes? ¿O bien debo explicarme mediante un discurso razonado (logoi)? […] Pues bien, me parece más agradable contaros un mito (mython legein)» (Platón, Protágoras, 320c3-7).

Generalmente son las ancianas y nodrizas quienes divierten a los niños con relatos mitológicos: «Los niños tienen ancianas a su servicio por el placer de oírles contar mitos (mythologesai)» (Platón, Hipias mayor, 286a1-2). «Quizás estas declaraciones evocan en ti un mito (mythos), como lo contaría (logesai) una anciana […]» (Platón, Gorgias, 527a4-5).

También san Pablo alude a estos «mitos de ancianas» (I Timoteo, IV, 7). Añadamos una reflexión del platónico Juliano (siglo IV d. C.): «Si algo hay que decir en favor de aquellos que fueron los primeros en dar forma a los mitos, creo que lo hicieron para las almas infantiles. Las nodrizas atan correas de cuero a las manos de los niños irritados por la salida de los dientes, para calmar su dolor. Los mitólogos actúan de modo parecido para con la pequeña alma, cuyas alas empiezan a crecer, que desea saber más, pero que aún no es capaz de aprender la verdad: la riegan como se irriga un campo sediento para calmar, creo, el cosquilleo y el dolor» (Discurso VII, 206c-d).

Todos estos fragmentos ilustran el origen del término mitología, que luego se impuso: los mitos, ante todo, se relacionan con la palabra, el lenguaje hablado y la tradición oral. El sabio san Jerónimo, en su versión latina del Nuevo Testamento, traduce siempre la palabra griega mythos por ‘fábula’, del verbo fari ‘hablar, decir’.

Desde el momento en que se pone por escrito el mito, pierde su carácter original y cae en el dominio de la mitografía, término mucho menos utilizado por los griegos. En el sentido estricto, el mito o la fábula se convierte entonces en una leyenda: una cosa que hay que (saber) leer. La diferencia es importante. La más inspirada de las partituras, podría encantar a un melómano tanto como lo haría su interpretación, ya fuera instrumental o vocal, viva?

Los niños adoran escuchar los antiguos relatos mitológicos, del mismo modo que los cuentos de hadas, «llamados también con mucho acierto cuentos de nodrizas, para divertir a los pequeños» (6). El tesoro de los mitos griegos es inagotable: hay materia para llenar horas innumerables; para nutrir y encantar a los jóvenes espíritus durante las largas tardes de invierno; para, finalmente, instruirlos dichosamente. Efectivamente, «los niños no necesitan explicaciones pues son inteligentes y lo comprenden todo en seguida» (7).

c) El mito es ambiguo

Pero los niños crecen y tarde o temprano son razonables. En la escuela, los alumnos que tienen la suerte de poder leer en griego la historia de Heracles, o a quienes se les cuenta algún otro mito, acaban, inevitablemente, formulando la misma pregunta que el joven Fedro hacía a su maestro: «¡Pero, dime, Sócrates, por Zeus! ¿Crees que este relato mitológico es cierto?» (Fedro, 229c4-5).

¿Son verídicos los mitos? ¿En qué medida? Oigamos lo que dice al respecto Eustacio, el comentador de Homero: «Notemos que el poeta utiliza siempre mito, en el sentido simple de ‘palabra’. El empleo de este vocablo para designar una palabra mentirosa se encuentra en los autores posteriores […]. Estos últimos lo han degradado para convertirlo en una palabra mentirosa, reservando logos, para la conversación humana ordinaria» (Comentario a la Ilíada, t. I, p. 26).

Platón es uno de esos autores posteriores: «El hecho de que no se trate de un mito ficticio, sino de un relato (logon) verídico, me parece muy importante» (Timeo, 26c5-6). «Entre los discursos (logon) estaban los que eran míticos y los que eran más bien verídicos» (República, VII 522a 7-8).

Aunque Homero también asocia mythos a mentira: «Esta palabra (mythos) no es verídica» (Odisea, XXIII, 62). «Un eolio me engañó con su palabra (mythoi)» (Odisea, XIV, 379). «No dice la verdad, sino que tomó la palabra (mython) para lo contrario» (Odisea, XIII, 254).

Eustacio comenta este último verso del modo siguiente: «Habla para mentir. Pues lo contrario de la verdad es la mentira» (Comentario a la Odisea, t. II, p. 48).

No obstante, según Platón, el mito homérico, o el poético en general, expresa la verdad bajo sus apariencias engañosas:  «Lo que ayer nos exponías en un mito, transportémoslo ahora al plano de lo cierto […]» (Timeo, 26c7-8). «¿Acaso todo lo que dicen los mitólogos o poetas, no es precisamente una exposición sobre lo que ha sido, es o será?» (República, III 392d2-4).

Por otro lado, también el príncipe de los poetas y de los mitólogos, Homero, relaciona mito con verdad: «Comprende mi palabra (mython); te hablaré (mythesomai) sin error y sin ocultar nada» (Odisea, XIX, 268-269). «Diré (mythesomai) toda la verdad» (Odisea, XI, 507).

NOTAS:

1. La palabra griega leos se relaciona con la latina laevis ‘liso, llano’. Por otra parte, laios y laevus significan ‘izquierdo, siniestro’.

2. Servius, Comentario a la Eneida VI, 136. La cita proviene de Persa, Sátiras V, 3.

3. Platón, Ion 534a, 7-9. El filósofo asocia meli ‘miel’ y mele ‘cantos’.

4. Cicerón, Pro Licinio Archias, 13. La defensa en favor de Archias es una de los más notables que Cicerón haya pronunciado jamás. El poeta Archias estaba amenazado de expulsión, por no haber cumplido las formalidades que permitían a los extranjeros adquirir el derecho de ciudadanía romana; era un «sin papeles» de la antigua Roma. Cicerón consigue salvar a su cliente basándose casi exclusivamente en el argumento según el cual el poeta «está inspirado por un soplo divino», y que los poetas son «hombres santos, porque nos han sido confiados, parece ser, como un don, un regalo que proviene de los dioses» (Pro Archias, 18).

Hoy en día, tal apología sería impensable; los tiempos bárbaros ya no lo permiten. En la Antigüedad, el proceso de Archias no fue una excepción. En Atenas, el poeta Sófocles ganó un proceso, sólo con citar ante sus jueces un extracto de su última tragedia, cuyo contenido no tenía nada que ver con el litigio. Todo esto supone una sociedad en la cual la elite dirigente es, al mismo tiempo, una elite letrada.

5. Según Eustacio, arzobispo de Tesalónica y sabio comentador bizantino de Homero (s. XII): «Los Antiguos pretenden que la palabra logos era desconocida por Homero» (Comentario sobre la Odisea, t. II, p. 35). De hecho, la palabra sólo aparece una vez en la Ilíada (XV, 393), y una sola vez en la Odisea (I, 56).

6. E. d’Hooghvorst, El Hilo de Penélope I, Arola ed., Tarragona 2000, p. 195.

7. Ibídem, p. 162.

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Retorno al paganismo

«¿Qué es lo que debemos admirar de un poeta?» – «Su inteligencia aguda, su sabio consejo y que haga mejores a los ciudadanos». Aristófanes. LAS RANAS. 1009.

El Olimpo tiembla tras una agitada y complicada asamblea en el Monte Ida. El mundo está en una crisis de profunda espiritualidad y los dioses reflexionan sobre el destino y el porvenir del ser humano. Zeus alza la voz y expresa su malestar por el posicionamiento del hombre en el proceso de destrucción del planeta, desviando sus propósitos hacia metas decadentes y a la liquidación de los principios y valores de la sociedad. Atenea se levanta de su trono y se dirige a la asamblea con voz grandilocuente para expresar que se ha perdido la búsqueda de la sabiduría, del conocimiento interior y de la verdad, en una sociedad donde se celebra el éxito rápido, se aplaude el esfuerzo mínimo y se potencia el consumismo descontrolado. Las Musas se agitan y vociferan aclamando más presencia en la educación de las áreas de latín, griego, historia, música…Hera se entristece de ver como el matrimonio ha dejado de ser una pieza clave en el desarrollo y educación de los hijos, muy necesaria para tener una sociedad sana y próspera, en detrimento por un gobierno tirano, anárquico y sin ningún propósito elevado. Las ideas de justicia, de virtud y el bien común para la sociedad están siendo menguadas y empobrecidas.

Detalle de Calíope (La Musa de la Poesía Épica) (Hija de Zeus y Mnemosyne) Agustin Pajou.

El Olimpo ha dictado sentencia: ¡los dioses me mandan a Troya!. Tengo que traer de vuelta los ideales reflejados en los poemas épicos de Homero, ese mundo heroico que vivió una espectacular mutación cultural, ese mundo donde los héroes anhelaban la conexión con las divinidades celestiales, con las fuerzas sutiles del cosmos y un vínculo directo con la naturaleza. La esencia del viaje, además, es recuperar los comienzos brillantes de la cultura griega. Tal como los dioses nos ven ahora , tras su tensa y pesimista asamblea, el mundo ha entrado en una fase descontrolada, decadente y fuera de las virtudes del cosmos tales como la justicia, la templanza, la sabiduría y la fuerza.

Las ideas y enseñanzas del legado griego son extensísimas, desde el pensamiento crítico y racional hasta las herramientas y enfoques para buscar la verdad, así como la reflexión sobre el significado y propósito de nuestros objetivos. Reconozco que la fuente de riqueza de la antigua Grecia es ir a contracorriente de la actual sociedad moderna-tecnológica, impersonal, sin una brújula que la guie, solamente la que nos dictan los poderes invisibles del mundo de la globalización. El hombre de hoy día ha perdido identidad social, cultural, política y religiosa. La sociedad se sostiene sobre un corcho en alta mar:  sin rumbo y sin destino propio. Por esta razón,  viene la necesidad de viajar a Troya,  con los poemas homéricos en mano como única arma para traer la llama perenne de la cultura griega e iluminar la actual sociedad con corrientes helenas como las costumbres, la religión, las humanidades, el arte y la educación. En definitiva, hay que plantar de nuevo las semillas de nuestra civilización occidental.

 Estamos repitiendo el mismo colapso de la civilización micénica del II milenio a.C. En aquel tiempo, el mundo griego se empobreció culturalmente, hubo un declive social, político y económico y se entró en la Edad Oscura. Hoy día, el ciclo se repite y es de suma importancia el renacer de la cultura griega, recuperar el espíritu heroico, construir un modelo social y económico más sostenible. En aquella época también hubo cambios climáticos, terremotos, sequías, empobrecimiento de las clases sociales, en fin, una quiebra social y con ello la extensión generalizada de la ruina y la confusión. Se llegó al colapso en el mundo mediterráneo afectando a los helenos, egipcios, hititas e islas colindantes. Se consumió la cera de la vela y con ella la luz del mediterráneo se esfumó.

Tras la consulta de los dioses, el viaje a Asia Menor, la actual Turquía, y tras el aprobado por unanimidad divina, el viaje a Troya se antoja necesario. Tenemos que reconducir nuestro mundo a nuestros comienzos patrióticos. Troya es el comienzo y el final de nuestro viaje. Homero será nuestra brújula, el gran referente para conocer la mentalidad griega en el siglo VIII a.C.

El mundo homérico nos lleva a contemplar el cosmos como la manifestación de algo superior y trascendente. Con Homero, nace la literatura occidental y gracias a ella, surgiría el poder del mito, el teatro, la poesía, la música y los primeros rituales religiosos. En definitiva, todo este caudal de riqueza nos lleva a la búsqueda de nuestro mundo interior a través de los héroes clásicos y de las tradiciones helenas más antiguas. Troya supone un viaje al mito más puro y esencial de nuestra herencia. Es el ADN universal que nos conecta con las raíces de occidente. La Iliada y la Odisea procedían de una tradición oral antiquísima que luego se pulió en ambas obras épicas, pero su inmenso legado escondía una gran tradición y una enorme importancia para la sociedad helena, muy afín a nuestros pensamientos y costumbres. No queda tan lejos el mundo homérico como podemos creer. Por esta razón, viajaremos a Troya con el fin de loar y recuperar el ingente y rico caudal de los valores tradicionales. La sociedad moderna se ha zambullido en el viaje a la oscuridad, un viaje a la incertidumbre, al pesimismo y a los cantos de sirenas de los políticos, de las malas influencias de los youtubers y de las nuevas corrientes pseudoespirituales que engarzan las estructuras podridas de nuestra sociedad. Es por ello que el viaje que realizaremos nos llevará también a ciudades que iluminaron occidente como:

Éfeso: ahondar en su pasado descubriremos el paso de varias civilizaciones en su anfiteatro de la era helena, su biblioteca y vías de la época romana y su arquitectura de la época bizantina. Éfeso fue un foco importante para el desarrollo de la ciencia y la filosofía.

Pérgamo: la época helenística dejó una marca indeleble en la historia de Pérgamo, consolidando su posición como una ciudad de importancia política, cultural y artística en el mundo antiguo. Sus logros durante este período contribuyeron a su legado duradero en la historia de Anatolia y la región circundante.

Príene: destaca sus templos religiosos que rendían culto a Deméter, Poseidón y Atenea.

Dídima: ciudad cercana a Mileto, famosa por su santuario oracular de Apolo y un templo dedicado a Artemisa.

Hierápolis: hay muchos templos construidos en nombre de Cibeles, Apolo, Dioniso y muchos otros dioses en la ciudad. Por eso se llama «Hierápolis» que significa «ciudad sangrada». Además, visitaremos el Santuario de Plutonium que accedía al inframundo, otra prueba iniciática que tenemos que superar

Afrodisias: es la ciudad más grande dedicada a Afrodita, la diosa griega de la fertilidad y del amor y la madre de Eneas, el famoso personaje de la guerra de Troya, y fundador de Roma.

En definitiva, visitaremos enclaves arqueológicos que nos zambullirán en el mundo griego. Mito, filosofía, historia, cultura y costumbres serán las estructuras que levanten nuestro nuevo mundo.

En suma, los dioses, por consenso divino, acuerdan realizar este viaje iniciático. Se ponen de acuerdo (sin precedentes en la mitología) para que la tradición vuelva a su cauce natural, rememorando el mundo homérico a través del mito y potenciando el papel del héroe ante las adversidades. ¡ Que la antorcha de la luz de la sabiduría me guíe y que los dioses me eleven al Olimpo después de este peregrinaje!

PÉRGAMO
AFRODISIAS
Hierápolis
Dídima
Pérgamo
Príene
Troya

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Retales de Sicilia

Para terminar el ciclo siciliano, abordaremos la última entrada sobre los lugares que visitamos fuera del mundo griego.

VILLA ROMANA DEL CASALE

Me resultó espectacular la Villa Romana del Casale. Fue una antigua residencia romana cerca del pueblo de Piazza Armerina y es conocida por sus impresionantes mosaicos que datan del siglo IV d.C. La villa fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.

Villa Romana del Casale:

La característica más destacada de la villa son sus mosaicos bien conservados. Cubren una superficie de aproximadamente 3,500 metros cuadrados y representan una amplia gama de temas, desde escenas mitológicas y cacerías hasta retratos de la vida cotidiana y actividades deportivas, tal como vemos en la imagen de abajo.

La villa fue construida en varias fases entre los siglos III y IV d.C. y consta de numerosas habitaciones organizadas alrededor de un patio central. Aunque gran parte de la estructura original ha sido destruida o enterrada con el tiempo, aún se pueden apreciar algunos elementos arquitectónicos.

Se cree que la villa fue construida como una residencia de lujo para algún miembro de la élite romana, posiblemente un alto funcionario gubernamental o un noble. La razón exacta de su construcción y los propietarios específicos no se conocen con certeza. Según algunos estudiosos, perteneció a un miembro de la aristocracia senatorial romana, quizás un gobernador de Roma bajo el emperador Constantino.

Para ampliar más información sobre la Villa Romana, pincha: aquí.

Para mi la visita a la Villa Romana del Casale merece la pena para apreciar la maestría artística de la antigua Roma y comprender mejor la vida en ese período histórico. Personalmente me fascinaron los mosaicos de la villa porque representan una amplia variedad de temas, desde escenas mitológicas hasta escenas cotidianas de la vida romana. Hay mosaicos que representan cacerías, batallas navales, escenas de gladiadores, atletas en actividades deportivas, así como representaciones de animales y la vida diaria.

CATEDRAL DE MONREALE

La Catedral de Monreale está ubicada en la ciudad de Monreale, cerca de Palermo. La construcción de la catedral comenzó en 1174 bajo el patrocinio de Guillermo II de Sicilia. La catedral se completó en 1182. La catedral es un ejemplo destacado de la arquitectura normanda, combinada con influencias árabes y bizantinas. La época en la que se construyó fue un período de convivencia cultural entre estas civilizaciones, y esto se refleja en el diseño y la decoración de la catedral.

CATEDRAL DE MONREALE

La catedral presenta una mezcla de estilos arquitectónicos, incluyendo elementos normandos, árabes y bizantinos. Su fachada es imponente, con una estructura clásica de tres naves.

El interior de la catedral está decorado con mosaicos de gran belleza y complejidad. Las columnas, capiteles y detalles arquitectónicos muestran la influencia de diferentes culturas.

Los mosaicos cubren aproximadamente 6,340 metros cuadrados de superficie, narrando historias bíblicas y escenas de la vida de Cristo. Estos mosaicos son conocidos por su colorido, detalle y expresión artística. Podemos admirar uno de los mejores ejemplo de arte bizantino en Europa. ¡Impresionante!

CATEDRAL MONREALE. IMAGEN: WIKIPEDIA.

La Catedral de Monreale, junto con otros sitios normandos en Sicilia, ha sido designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1997 debido a su importancia histórica y arquitectónica. La localidad de Cefalú también tiene otra iglesia del mismo estilo y que disfrutamos de este coqueto pueblo siciliano.

TAORMINA

Nos encontramos con el templo de Serapis que se encuentra debajo de la iglesia de S. Pancrazio en Taormina. La Iglesia de San Pancracio de Taormina se encuentra justo fuera de las murallas de la ciudad, cerca de los llamados Baños Bizantinos. Su construcción se remonta a la época bizantina, reutilizando los restos de un antiguo templo griego dedicado a los dioses Isis y Serapis. 

La atribución a estas divinidades egipcias (Serapis e Isis) fue posible gracias al descubrimiento de dos inscripciones, una en griego y otra en latín. El santuario data de finales del siglo III y principios del II a.C. 

Entre ellos, una estatua de una sacerdotisa de Isis, hoy en el Museo Salinas de Palermo, y un anillo de oro con una inscripción griega.

La joya de la corona de Taormina es su teatro.

Para ampliar más información sobre Taormina, os recomiendo el siguiente enlace porque la ciudad es espectacular y merece su visita. Enlace: Taormina. Ya lo dijo Goethe, que «Taormina es un paraíso en la tierra».

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EL CULTO A DIONYSOS

Fuente: melmothlibros02

Dionisio. Fuente: Wiki Mitología

Para que se revele benéfica, esta Potencia del desconcierto, cuya irreprimible exuberancia y dinamismo invasor parecen amenazar el equilibrio de la religión cívica, es necesario que la ciudad acoja a Dionysos, lo reconozca como suyo y le asegure un lugar en el culto público, al lado de los otros dioses.

Celebrar solemnemente con la comunidad entera las fiestas de Dionysos; organizar para las mujeres una forma de trance controlado, dominado, ritualizado, en el marco de thiases o thiasos (*) oficializadas y promovidas a instituciones públicas; desarrollar para los hombres -a través de la alegría provocada por el vino y la embriaguez, el juego y la fiesta, la mascarada y el disfraz- la experiencia de un extrañamiento del curso normal de las cosas; fundar, finalmente, el teatro en cuya escena se corporiza y se anima la ilusión, y lo ficticio se presenta como si fuera realidad. 

En todos los casos se trata, integrando a Dionysos en la ciudad y en su religión, de instalar al Otro, con todos sus honores, en el centro del dispositivo social.

Plenitud del éxtasis (literalmente, «estar fuera de sí»), del entusiasmo (palabra que significa tener a la divinidad en nuestro interior), de la verdadera pasión (pathos: sensibilidad), ciertamente, pero también bienestar del vino, de la fiesta, del teatro; placeres del amor, exaltación de la vida en lo que implica de alumbramiento y de imprevisto, alegría de las máscaras y del disfraz, felicidad de lo cotidiano.

Dionysos puede aportar todo esto si los hombres y las ciudades aceptan reconocerlo. Pero en ningún caso llega para anunciar una suerte mejor en el más allá. No preconiza la huida del mundo, no predica el renunciamiento ni pretende preservar las almas con un género de vida ascético para el acceso a la inmortalidad. 

Actúa para hacer surgir, desde la vida de este mundo, alrededor de nosotros y en nosotros, las múltiples figuras de lo Otro. Nos abre, en esta tierra y en el mismo marco de la ciudad, el camino de una evasión hacia una desconcertante extranjería. Dionysos nos enseña y nos fuerza a convertirnos en otro distinto del que somos de ordinario. 

Sin duda, es esta necesidad de evasión, esta nostalgia de una unión completa con lo divino lo que, más todavía que el descenso de Dionysos al mundo infernal para buscar a su madre Semele, explica que el dios haya podido encontrarse asociado, a veces muy estrechamente, a los misterios de las dos diosas eleusinas. 

Cuando la esposa del arconte-rey parte a celebrar sus bodas con Dionysos, es asistida por el heraldo sagrado de Eleusis, y en las Leneas, posiblemente las fiestas áticas más antiguas dedicadas a Dionysos, el portador de la antorcha de Eleusis eleva la invocación, coreada por el público: «Iacchos, hijo de Semele». 

El dios está presente en Eleusis desde el siglo V.   Presencia discreta y papel menor en unos lugares donde no tiene templo ni sacerdote. Interviene en la forma de Iacchos, al que está asimilado y cuya función es presidir la procesión de Atenas a Eleusis durante los Grandes Misterios.

Iacchos es la personificación del jubiloso grito ritual, lanzado por el cortejo de las mystes (místicas o iniciadas en el culto), en un ambiente de esperanza y de fiesta. Y en las representaciones de un más allá, del cual los fieles del dios de la manía (locura divina) apenas parecen preocuparse en esta época (excepción hecha, tal vez, del sur de Italia), se ha podido imaginar a Iacchos conduciendo bajo tierra el coro de iniciados, como Dionysos capitanea en el mundo la thiasos de sus bacantes.


(*) En la mitología griega, el thíasos (θίασος) designaba a una comitiva extática que seguía a Dionysos y descrita frecuentemente como un grupo de juerguistas borrachos. ​ En los vasos cerámicos y en los bajorrelieves se observan como miembros de un thíasos a solitarias mujeres agitando el tirso (vara adornada con hojas de hiedra y parra, rematada con una piña en la punta).

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Sicilia, paseando entre los dioses: El Etna (Parte VII)

El Etna, siempre amenazante, pero con su belleza y encanto, forma parte de la vida siciliana y también del mundo de la mitología griega que se nutre de este volcán. El nombre de Etna proviene de una ninfa hija de Urano y Gea. Las ninfas son deidades menores relacionadas con las fuentes, los ríos y los bosques. En este caso, Etna es la ninfa responsable del volcán y fue la quien zanjó la disputa por la posesión de Sicilia entre Deméter Y Hefesto. Finalmente, Hefesto se casó con Etna y tuvieron dos hijos gemelos, los pálicos, dioses de dos geiseres de Sicilia[1]. Hefesto tenía sus fraguas dentro del volcán donde trabajaba con los cíclopes[2] y gigantes, y es dentro del volcán donde fabricó, por ejemplo, los rayos de Zeus o las armas y el escudo de Aquiles. También, la mitología nos dice que Zeus encarceló en el volcán a Tifón, un terrible monstruo de cien cabezas que escupía fuego[3]. La visita al Etna, en definitiva, supone hablar de mitos y leyendas que conforman la historia de la isla. El Etna simboliza el carácter siciliano, la huella natural de una estructura geológica que ha visto el desarrollo de este pueblo. El Etna te da pero a la vez te arrebata, como la vida misma.

Cuando uno asciende al Etna, observa un paisaje único y fascinante. Se contempla todo tipo de formaciones rocosas y de lava espesa y negra. Es inevitable encadenar los mitos con el volcán. Sicilia sin el Etna no sería Sicilia. Es el símbolo indiscutible de la costa oriental de Sicilia. Indudablemente, en torno a este imponente volcán (supera los 3000 m sobre la superficie del mar) surge el gran misterio entre los griegos, atraídos por su actividad sísmica, de una fuerza capaz de destruir los sueños del hombre con un simple bostezo, pues su amenaza sigue siendo constante. Obviamente, el mito circunda el Etna y era capaz de desarrollar las fantasías de un pueblo que vivía siempre amenazante. Precisamente, Polifemo, enamorado de Galatea, en un ataque de celos mató a Acis[4] aplastándolo con una enorme roca[5].

Según el relato, Galatea descansaba sobre el pecho de su amante. Polifemo los vio, y como Acis intentó huir, le arrojo una enorme roca y lo aplasto. Galatea, se apiadó de su amor y los transformó en un rio de aguas cristalinas. Según otras versiones, las lágrimas de la ninfa se diluyeron con la sangre de Acis y los dioses, apiadados de ella, hicieron que las lágrimas y la sangre crecieran juntas para toda la vida formando el río Acis[6] que recorría Sicilia. De este modo, los antiguos buscaban una explicación a todos los fenómenos que rodeaban sus vidas.

Siguiendo el hilo homérico[7], la isla que contempló Odiseo en su regreso a Ítaca tras varios días de navegación fue Sicilia que inicialmente estuvo habitada por los cíclopes (pastores gigantes caníbales de un solo ojo) y los lestrigones (gigantes antropófagos que habitaban en la costa oriental de la isla). La ciudad de los lestrigones se llamaba Telépilo de Lamos.

La primera erupción conocida del Etna es la registrada por Diodoro Sículo. El poeta romano Virgilio dio lo que probablemente sea una descripción de primera mano en la Eneida:

Es este puerto grande y está libre del acoso
de los vientos, más cerca ruge el Etna en horrible ruina
y, si no, lanza hacia el cielo negra nube
que humea con negra pez y ascuas encendidas,
y forma remolinos de llamas y lame las estrellas;
otras veces se levanta vomitando piedras y las entrañas
que arranca del monte y al aire con estruendo amontona
masas de roca líquida y hierve en el profundo abismo.

El Etna, sin embargo, guarda en sí el mito central de Sicilia: el rapto de Perséfone[8]. Se relaciona con el volcán porque ,según el mito, al Hades se accedía por la boca del volcán. El volcán también está ligado a la gran riqueza agraria que tiene.

La desgarradora historia del mito de Perséfone (añadir enlace de Animasmundi) explica el ciclo anual de las estaciones. Os recomiendo el «Himno Homérico a Deméter». Enlace: Deméter.

En la imagen El rapto de Perséfone de Kris Kuksi. Su obra se basa en crear intrincadas esculturas compuestas por miles de partes individuales que recopila y remodela antes de unirlas en un diseño. Kris Kuksi mezcla de forma magistral la «belleza de lo oscuro«[9].

Paseando por el Etna, no es difícil relacionar el fuego eterno con el volcán, como símbolo primigenio, con la vida de los Cíclopes, esos seres colosales y monstruosos de un solo ojo que moraban por estas tierras. Indudablemente, Polifemo, hijo de Poseidón, enamorado de Galatea, también es famoso por sus aventuras con Odiseo[10].

En ambos mitos destacan la brutalidad de Polifemo, tanto en la forma de actuar como la de pensar. Esa naturaleza salvaje e indómita son con las que Odiseo debe luchar, representando una naturaleza superior e inteligente. La inteligencia y la astucia de Odiseo representarían para los futuros colonos griegos la victoria sobre los pueblos nativos vistos como primitivos, bárbaros e incivilizados.

También, en párrafos anteriores, hemos mencionados a los Pálicos[11]. Los Pálicos fueron dos hermanos gemelos, relacionados con un mito nativo de dos geiseres ya desaparecidos cerca del Etna. Los nativos desarrollaron un santuario oracular en torno a los Pálicos y al mundo ctónico[12]. Este mito se conectaría con el culto de Adrano, padre de los Pálicos. Después, con la llegada de los griegos, Hefesto tomó el relevo al culto de Adrano, siendo la ninfa Etna su esposa. Esta cadena de mitos nos permite hacer un estudio detallado y comprensible sobre la llegada de los griegos, su relación con los indígenas y con el sincretismo de ambas religiones. Además, ambas tradiciones comparten un elemento claramente pastoril, a la vez que están ligadas a lugares concretos de la isla: un monte, una fuente, un río, una cueva.

En definitiva, Sicilia es una tierra prodigiosa de mitos, una isla con una identidad muy marcada por el mito. Desde los mitos nativos de las poblaciones como los sículos, los élimos y los sicanos hasta la llegada de los griegos, la isla no ha dejado de ser una cascada interminable de mitos sobre monstruos, héroes y ninfas.  Diodoro así lo expresa:

“[…] Hablaremos en primer lugar sobre Sicilia, no solo porque es la más fértil de las islas, sino también porque es la primera por la antigüedad de los mitos que se refieren a ella” (Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica, V.2.1).

Para concluir, según la leyenda, Empédocles murió en el volcán Etna. La leyenda se contradice, porque unos dicen que se suicidó arrojándose al volcán creyendo que era inmortal; otra versión afirma que fueron los gases venenosos del volcán los que causaron su muerte.


[1] Sobre el mito original está desarrollado en la siguiente entrada que comentamos recientemente:

[2] Hay tres clases de Cíclopes: los ≪uranios≫, hijos de Urano y de Gea (el Cielo y la Tierra), los Ciclopes sicilianos, compañeros de Polifemo, que intervienen en la Odisea, y los Ciclopes constructores.

[3] Véase: WP.

[4] Hijo del dios itálico Fauno y de la ninfa Simetis

[5] El amor de Polifemo hacia Galatea se desarrolla en el pasaje de Ovidio en la Metamorfosis XIII, 740

[6] No es posible determinar la ubicación exacta del río, por las diferentes erupciones volcánicas del Etna.

[7] Canto X de la Odisea.

[8] El rapto de Perséfone por Hades está ampliamente relatado en el Himno homérico a Deméter; también en Ovidio en su Metamorfosis. En el Himno homérico el rapto se produce en la llanura ficticia de Nisia, en los otros relatos en Sicilia.

[9] Comentario realizado por @AraceliRego

[10] Odisea, IX, 480-542

[11] Comentamos este mito en el siguiente enlace de Animasmundi: Etna.

[12] Ovidio, Metamorfosis V-406

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SICILIA, PASEANDO ENTRE LOS DIOSES: MITOS NATIVOS DE SICILIA. EL ETNA. (PARTE VI)

Panorámica del Etna con motivo de la visita realizada en agosto de 2023.

Sicilia es una de las estructuras originales del mito. Para entender dicha composición hay que profundizar en ella y conectar todos los elementos que hicieron de Sicilia un reservorio dotado de hermosura para los dioses y los héroes.

Sicilia estaba destinada a ser Sicilia precisamente porque enraizaba con los pueblos nativos del mediterráneo, allí se encontraron huellas de rituales y atuendos con una complicidad tan natural como las ofrendas de los difuntos o la colocación del cadáver hacia arriba para recibir las ofrendas para que su viaje al más allá fuera lo más honrado posible[1].

Los pueblos nativos fueron los élimos, localizados en la parte occidental de la isla; los sicanos, en el centro; y, por último, los sículos en el este. Este último nombre es el origen del nombre de la isla. Los sicanos llegaron desde la península ibérica, la zona del levante, considerándose el pueblo más antiguo y prominente. Luego, los sículos procedían de Italia. Sin embargo, los élimos llegaron después, y eran descendientes de Troya. Esta constitución mediterránea marcaría notablemente el carácter primitivo de la isla.

El conocimiento de la muerte y la superación de la misma eran conceptos muy cercanos a los pueblos nativos sicilianos, lo que nos hace pensar que las tribus nativas habían tomado conciencia de la muerte pensando que algo dentro de sus vidas continuaba en otra vida después del fallecimiento. Luego, con el descubrimiento de la agricultura se llegó a formas de asentamientos sociales más estables y al nacimiento de los primeros pueblos. Bajo este contexto, destacamos el mito más relevante y a la vez más complejo que engarza con el origen de la naturaleza (nacimiento y muerte) y la agricultura: el rapto de Perséfone. La relevancia de este mito tuvo que ser de una gran dimensión debido a que el cultivo del trigo estaba muy arraigado en Sicilia y que toda la isla estaba consagrada a una diosa relacionada con el trigo y con los cambios de ciclos.

Sin embargo, el mito primitivo del devenir de la naturaleza para explicar el nacimiento y la muerte vinculada al hombre se remontaba a muchos siglos antes con la tradición hitita (entre el III y el II milenio a. de C) y al mito de Telipinu[2] que guardaba una similitud con el rapto de Perséfone. Tanto el mundo griego como el de los hititas conectaban la esencia del mito a unos mismos propósitos cosmogónicos universales elevados y trascendentales combinando las fuerzas sutiles telúricas y cósmicas, siendo el hombre un canalizador entre el cosmos y la tierra, con el fin de salvaguardar los Principios eternos e inmutables emanados de una sola y única fuente original.

Por esta razón, resulta muy probable que los nativos de Sicilia rindieran culto a dioses que fueran propicios a los cultivos y, que, a su vez, fuesen los intermediarios entre el mundo de los vivos y el de los difuntos.

Lo más seguro es que con la llegada de los griegos se produjera la primera integración de ambos mundos religiosos, componiendo la mentalidad griega e indígena en un mismo espacio sagrado.

Por lo tanto, el pensamiento filosófico primitivo sobre la vida existencial nacería, precisamente, cuando se fue consciente de que el hombre es un ser limitado e impotente ante la realidad que le rodeaba, como la enfermedad, la muerte, o bien ante la respuesta espontánea y repentina de la naturaleza externa como la sequía, la tormenta o las erupciones volcánicas que intervenían en la vida cotidiana del hombre siciliano. No nos extrañe que los primeros rituales mágicos consistieran en aplacar o interactuar con una realidad que desbordaba los conocimientos del hombre. Por esta razón, se practicaban ritos mágicos para fomentar el cultivo y la caza, para protegerse de las plagas o para combatir las enfermedades.

De este modo, el hombre, desde la antigüedad, empezará a deificar y a consagrar los diversos fenómenos de la naturaleza, como el trueno, el relámpago, los planetas y las estrellas; también el hombre se veía obligado a tener un conocimiento más cercano y profundo de los ciclos de la naturaleza necesario para el sustento de la comunidad. Además, sería sumamente importante la observancia del nacimiento y la muerte de los ciclos de la vegetación y de los frutos para encajarlo con su mundo de magia y religión. Y como no puede ser de otra manera, también tendrían que conectar con los aspectos más profundos y significativos de la vida humana con el nacimiento y la muerte, las dos puertas del misterio de la vida.

La religión natural en una primera etapa sería la totémica, o sea, la tribu familiar tenía un vínculo con un tótem en particular relacionado con un animal o una planta que se consideraba protector del pueblo o de un clan que sentía, por tanto, una unión de parentesco con dicho tótem, un símbolo sagrado-religioso más allá del carácter biológico. Por ejemplo, el toro estaba muy presente en la civilización minoica. En Sicilia, encontramos al perro-lobo asociado a los mitos y leyendas de la isla. Recordemos el mito de Crimiso, por ejemplo. El tótem iría adherido al mito, llave maestra para acercar al pueblo algún componente de la vida. Indudablemente, el mito sería a su vez un arma muy poderosa para combinar las nuevas tradiciones griegas con el antiguo ideario nativo, justificando así las pretensiones políticas, las colonizaciones de primera generación, etc.

Otro mito con arraigo indígena y que resume muy bien lo expuesto en líneas anteriores fue el mito de Adrano[3]. Este es el nombre de un dios sículo, venerado en torno al Etna. Precisamente el culto a Adrano nacería como la personificación del monte Etna, símbolo de toda la isla. El antiguo santuario de Adrano estaba defendido por mil perros para proteger las riquezas del santuario. Los griegos convirtieron a este dios sículo en el dios Hefesto, levantando una nueva ciudad en las proximidades del antiguo templo de Adrano[4] con el fin de apropiarse de las tradiciones religiosas y sagradas de los indígenas para utilizarlas en su propio beneficio y debilitando a la vez a los sículos y borrando sus símbolos identitarios.

Moneda con el rostro del dios Adrano en el anverso y uno de sus perros en el reverso

También, los sículos rendían culto a los Pálicos, dos hermanos gemelos que estaban relacionados con dos geiseres, hoy día ya desaparecidos, y están influenciado por el mito griego en la versión que ha sobrevivido, en la que la ninfa local, Talia, da a luz a Adrano, el dios volcánico, el cual los griegos identificaban con Hefesto o bien con Zeus y con la ninfa Etna o Talía[5].

A los hermanos gemelos los conocían por haber «nacido dos veces». Cuenta la leyenda que nacieron primero de su ninfa madre y luego de la tierra, debido a los «celos» de Hera, que comprometió a la Madre Tierra, Gaia, a tragarse a la ninfa. Entonces la tierra se abrió, dando a luz a los gemelos, que fueron venerados en Sicilia como patronos de la navegación y de la agricultura.

Al pisar el Etna te hace ver el mundo mitológico desde otra perspectiva.

En definitiva, los mitos nativos fueron la base de una estructura original de la que los griegos se apoderaron más tarde para adaptarla a su religión. Por eso, no nos extrañe que el mito de Deméter y Perséfone también surgiera, lo más probable, de una tradición original e insólita entre los pueblos nativos de Sicilia. El nacimiento y la muerte, el ciclo de la agricultura y todo lo que rodeaba a la naturaleza fueron los conectores principales para que los griegos y los nativos asentaran el rapto de Perséfone para explicar el misterio de la vida y la muerte.

Es por ello que tenemos que partir de que Sicilia es como un gran puzle de pueblos que han ido construyendo la isla, un hermoso tapiz que conforma la Sicilia actual. De hecho, ya se establecieron rutas comerciales a Sicilia desde Creta, a mediados del segundo milencio a.C., y también se han reconocido símbolos de escrituras Lineal A y Lineal B en restos arqueológicos encontrados[6].

Después, el flujo comercial de los fenicios en su paso por la isla dejó también una huella rica en productos e influencias. Obviamente, la venta de esclavos también supondría una influencia exótica, procedentes de Egipto y de la parte más oriental.

Homero nos habla de Sicilia, nos la nombra como Sicaníe. Tucídides[7] es más preciso y denomina a los habitantes de la isla sikeloí destacando su origen itálico y nombrando pues a estos pueblos itálicos responsables del cambio de nombre de la isla a Sikelia. Así pues, tenemos varias capas, la primera originaria y luego otra suplantada. Cada una de ellas va ligada a su propia religión con sus respectivas mitologías. Esas vetas mitológicas han ido enraizándose con otros pueblos, con otras culturas, no tan dispares como se podía pensar inicialmente porque el trasfondo de esos mitos tenía el mismo propósito divino y trascendental. No nos extrañe que Eneas, tras amarrar su nave en la costa siciliana, reconoció el templo de Afrodita Ericina, erigido por los élimos. Y aunque era conocido por la prostitución sagrada que allí se realizaba, también se realizaron otras prácticas relacionadas con el sincretismo de la diosa griega con la púnica Astarté que estaba vinculada con la migración de las palomas que en cierta época del año eran enviadas hacia Líbia (al santuario de Sicca Veneria) representando a la diosa[8].

En definitiva, investigando el tapiz cultural de Sicilia, también se podría poner en duda si las bases originales pertenecían exclusivamente a los élimos, a los sicanos o los sículos, o fueron también otros colonos anteriores, pues la ramificación histórica nos conecta con el descubrimiento de pinturas rupestres en Sicilia[9]. Sin ninguna duda, estamos de acuerdo que Sicilia es una tierra fértil de mitos y leyendas que te impregna de una sabiduría ancestral y de unos símbolos sagrados que bien se merecen recuperarlos y activarlos en los tiempos de hoy día tan necesitados de esta visión espiritual.


[1] En el mundo mediterráneo antiguo la muerte suponía el tránsito de la persona fallecida al otro lado de la vida más o menos desconocido y temible, transición que había de ser facilitada y su vez celebrada mediante los ritos apropiados. La muerte era un viaje y los rituales se cuidaban hasta el mínimo detalles para que el difunto pasaba a formar parte del inframundo.

[2] Ángela Sardá y Marc García. Mitos hititas y sus vínculos con otras tradiciones. Revista internacional de Arte – Cultura – Gnosis. Recuperado de: https://symbolos.com/n59invierno2020/10.mitos-hititas/0.mitos-hititas.htm

[3] https://www.lasiciliainrete.it/es/culti-miti-e-leggende-dellantica-sicilia/culti-di-origine-indigena/culto-di-adrano/

[4] Hay discrepancias arqueológicas para identificar con certeza el sitio de este santuario, pero al parecer está próximo a la actual ciudad de Adrano.

[5] https://www.tesaurohistoriaymitologia.com/es/50518-palicos

[6] Berta González Saavedra. Sicilia en la Antigüedad. El surgimiento de un mito (p.8). PDF.

[7] La obra de Tucídides (6.2.5) detalla la expedición ateniense a Sicilia.

[8] https://www.lasiciliainrete.it/es/culti-miti-e-leggende-dellantica-sicilia/principali-culti-elleni/afrodite-venere/

[9] https://www.labrujulaverde.com/2020/09/los-extranos-grabados-paleoliticos-de-las-cuevas-del-addaura-en-sicilia-con-figuras-humanas-que-parecen-realizar-acrobacias

Datos de interés:

El mito de Crimiso, comentado en el texto está en el siguiente enlace: Crimiso.

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Sicilia, paseando entre los dioses (Parte V): Agrigento, el valle de los dioses.

Templo de la Concordia.

Una de las metas que más me ha alegrado alcanzar en este viaje es haber visitado el Valle de los Templos[1], en Agrigento. Es un lugar único y exclusivo dentro del panorama arqueológico del mundo griego. Te sumerges de lleno en el mundo de los dioses y de los héroes y puedes comprender, a su vez, el poderío de una de las ciudades más importante del mundo mediterráneo. Su supremacía la revela su potente herencia arqueológica tan rica y bien conservada. Hoy día, el trabajo arqueológico es imparable y el esfuerzo se ve recompensado por los grandes hallazgos que van desvelándose continuamente. Son impresionantes las respuestas que arrojan los últimos descubrimientos sobre esta ciudad que va “despertando” lentamente de un letargo sueño. De manera gradual, el tapiz de Agrigento se destapa para conocer la ciudad helenística que fue, la otra ciudad romana, así como las prácticas funerarias de la época paleocristiana.

Indudablemente, hablamos de capas históricas que van levantándose en cada excavación. De hecho, los últimos hallazgos fueron, una semana antes de mi visita, el descubrimiento de una valiosa colección de ofrendas votivas para pedir la protección de la ciudad después de su destrucción y saqueo a manos de los cartagineses, en el año 406 a.C[2].

La opulenta Agrigento queda atestiguada por sus imponentes templos que hacen de ella el yacimiento arqueológico más impresionante de Sicilia y de la Grecia antigua. No hay otro igual. Tenemos que saber que su ciudad alcanzó los 300. 000 habitantes y que estaba rodeada por más de doce kilómetros de murallas con acceso a nueve puertas.  Ciertamente, Agrigento[3] fue una polis descomunal que tuvo que impresionar al enemigo.

Imagen de la muralla de la ciudad de Akragas, la antigua Agrigento.

La ciudad-estado fue fundada hacia el año 580 a.C. por colonos de Rodas y Creta[4]. Un siglo después de su fundación, Agrigento brilló por su esplendor arquitectónico, gracias a sus grandes templos dóricos. Tanto es así que Píndaro escribió: «Akragas, la ciudad más hermosa que los mortales habían construido». Diodoro describió la ciudad como una de las más ricas del mundo griego y el célebre filósofo presocrático Empédocles (c. 492-432 a.C.), que nació precisamente en Agrigento, dijo célebremente de los habitantes de la ciudad y de su vida fácil “festejan como si fueran a morir mañana, y construyen como si fueran a vivir eternamente».

En Agrigento, el componente cretense de los colonizadores se plasmaba a su vez en la relación con Minos, rey cretense que había llegado a Sicilia persiguiendo al fugitivo Dédalo, para encontrar, precisamente, la muerte por una artimaña de Dédalo[5].

Así que, desde el punto de vista mitológico, Agrigento fue fundada por Dédalo[6]. No nos extrañe que descubramos la escultura de “la caída de Ícaro” en el Valle de los Templos.

Imagen: Pinterest. Se observa la colosal imagen de Ícaro, representando la hybris (desmesura) del orgullo y la arrogancia del hombre. La escultura fue realizada en el año 2011 por el escultor polaco nacido en Alemania Igor Mitoraj.
”Dejemos al hombre moderno con sus verdades y preocupémonos solamente de una cosa: de mantenernos en pie en medio de un mundo en ruinas”. J. Evola.

El Valle de los Templos es un conjunto arqueológico que gracias a los dioses pudimos visitar y detallaré cada uno de sus templos. Cuando uno pasea por la Vía Sacra, se observan los primeros restos de los templos. Hay que destacar que en Sicilia no había mármol, como en las ciudades griegas, y que los templos se levantaron con materiales propios de la zona, como la piedra caliza que se caracteriza por su porosidad y ligereza, algo más rústico y sencillo, pero con una gran belleza y perfección. Es precisamente el entorno natural de Agrigento el que realza la belleza de sus templos. Este escaparate natural rodeado de jardines y árboles, las vistas panorámicas que se tiene desde sus balconadas hacia el mar, hacen del lugar el hogar perfecto para los dioses.

  1. Templo de la Concordia

Recibe su nombre por una inscripción en latín encontrada cerca del templo en la que figuraba la palabra latina «concordia». Sin embargo, se considera que pudo consagrarse en realidad a los Dioscuros[7].

Construido aproximadamente en el 430 A.C, es uno de los mejor conservados de la Antigüedad griega, junto con el Hefestión (Teseión) de Atenas y el templo de Poseidón en Paestum.

 Se conserva con tanto esplendor porque en el siglo VI después de Cristo este templo fue convertido en templo cristiano por voluntad del obispo Gregorio de Agrigento. El obispo la consagró a los apóstoles Pedro y Pablo.  La iglesia se usó hasta el año 1748, fecha en que se restauró el templo a su estado inicial.

La necrópolis paleocristiana se encuentra junto al Templo de la Concordia, pues la zona alrededor del templo fue más tarde reutilizada por los primeros cristianos como una catacumba.

2.- Templo de Cástor y Pólux

En Agrigento se honraba a Cástor y Pólux, pero las investigaciones tienden más bien a vincular a los gemelos al llamado tradicionalmente «templo de la Concordia».

 Data de mediados del siglo V A.C

Se relata que en este templo se celebraba la fiesta de las Teoxonias, que consistía en un banquete público en que los sacerdotes hacían de dioses (en algunos casos unas efigies simulando a los dioses) y participaban como invitados o xénoi[8].

3.- Templo de Zeus

Pretendían que fuese el templo más grande de todo el mundo griego, pero lamentablemente nunca fue terminado debido a la invasión de los cartagineses del año 406 a. C.

Una de las características de este templo eran los «Telamones» que son enormes figuras humanas gigantes ubicadas entre cada columna para soportar el edificio. Estas estatuas tenían alrededor de 8 m de alto y soportaban el peso de la cubierta. Tenían rasgos cartagineses y simbolizaban a los bárbaros vencidos, reducidos a la esclavitud por los griegos.

El colosal Telamón

Entre sus columnas se encontraban los 38 telamones, un ejemplo de los cuales se encuentra junto a las ruinas. No es el original, que está conservado en el Museo Arqueológico Regional Pietro Griffo de Agrigento.

No queda mucho de este templo, pues sus bloques fueron utilizados para construir otros edificios en la zona de Agrigento y Sicilia en general, como templos cristianos[9].

4.- Templo de Hera

El Templo de Hera fue construido aproximadamente en los años 460-450 a.C. dedicado a la diosa del matrimonio y de los niños. Se encuentra ubicado en el punto más alto de todo el Valle de los Templos, en la parte más a sureste del complejo. Inicialmente contenía 34 columnas de las cuales 30 permanecen aún en pie.

El templo fue incendiado en el año 406 a. C. por los cartagineses, y luego los romanos lo repararon en el siglo I a. C.

5.- Templo de Hércules (Heraklés, «la Gloria de Hera»)

El templo de Heraklés es el templo más antiguo de todo el valle de los Templos, se piensa que su construcción terminó a finales del siglo VI A.C. dedicado a Hércules, el famoso héroe mitológico. Hoy solo 8 de las originales 38 columnas permanecen en pie.

El templo fue destruido por uno de los habituales terremotos de la isla.

Heraklés recibía un culto especial en Agrigento, como dios y como héroe. De hecho, había una estatua de bronce del héroe en el ágora de la ciudad.


[1] El término Valle de los Templos es erróneo, dado que sus templos se asientan en una crestería en las montañas que rodeaban la ciudad, llamada antiguamente Akragas.

[2] Enlace: ofrendas votivas.

[3] Agrigento está catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

[4] Un siglo antes había fundado la vecina ciudad de Gela. Estamos por lo tanto en la segunda generación de colonizadores griegos.

[5] En la ciudad de Heraclea Minoa, muy cerca de Agrigento, se encontraba la tumba de Minos., bajo un templo de Afrodita, donde ambos, recibían culto. A principio del S.V a.C., Terón, tirano de Agrigento, abrió la tumba, la purificó y recuperó los restos de Minos, que terminó en Creta.

[6] Para ampliar más información sobre la figura de Dédalo: enlace.

[7] Para ampliar más información sobre los Dioscuros, os emplazo: Dioscuros.

[8] Xenos puede usarse para referirse a amigos invitados cuya relación se construye bajo el ritual de xenia («amistad hospitalaria»). En este uso se traduce comúnmente como «amigo invitado» para distinguirlo de la palabra griega philos, que se usaba para referirse a amigos locales y parientes no estrictamente vinculados por xenia . Los griegos usaban esta ambigüedad porque pensaban que los extraños podían ser dioses o diosas disfrazados, por lo que siempre eran amables y respetuosos con los extraños, porque si era un dios, podían ser bendecidos por ese dios o diosa.

[9] Para ampliar más información sobre el Templo de Zeus: enlace.

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Sicilia, paseando entre los dioses (Parte IV): Neápolis

Teatro griego. Siracusa. Parque Arqueológico de Neápolis. Imagen de Z. H. (Twiter)

Siracusa tiene un brillo que la hace ser especial. Bañada por su mar cristalino y con un clima mediterráneo, se la considera una de las perlas de Sicilia. Ciudad con un potente reservorio de civilizaciones que han dejado sus huellas en cada uno de sus rincones, fue considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2005. Destacan dos lugares: por un lado, la necrópolis rupestre de Pantálica; y, por otro, el centro histórico. En ambos se establecieron las antiguas civilizaciones y se desarrollaron progresivamente. No nos extraña que Cicerón la definiera como  “la más bella ciudad de la Magna Grecia”. Solamente hay que observar el lienzo tan natural que conserva desde la época griega hasta el período del Renacimiento y del Barroco. Este mosaico histórico y cultural ha hecho de Siracusa un lugar de peregrinaje para los amantes de la historia.

Siracusa tuvo al tirano Dionisio I como gran protagonista porque transformó la ciudad en una sede cultural y filosófica por la que pasaron el dramaturgo griego Esquilo, Píndaro (el más célebre poeta lírico de la Grecia clásica) y el filósofo Platón, entre otros. No es difícil imaginar la selección de intelectuales de la Gran Hélade paseando por el distrito de Neapolis de la ciudad siracusana y disfrutando de su ambiente. Era otro mundo diferente al de hoy. La literatura, la filosofía, el teatro y la poesía estaban muy presentes en la vida cotidiana del griego de Siracusa. Digamos, en otras palabras, que fueron los basamentos de la educación griega. Pongamos algunos ejemplos que nos ayudarán a caminar en nuestros difíciles días. Esquilo es una luz que nos puede ayudar, tuvo éxito en sus obras y dejo un gran conocimiento sobre el destino, la verdad y la naturaleza del hombre pero , sin embargo, también tuvo éxito en el campo de batalla con la victoria cosechada en Salamina o Maratón frente a los persas. Hoy la guerra sigue implacable devorando a inocentes. Esquilo dijo: «la verdad es la primera víctima de la guerra». Los intereses políticos y económicos, desgraciadamente, prevalecen aunque tengan que perecer miles de almas inocentes.

Platón viajó a Siracusa donde Dioniso I le pedió su ayuda y consejo. La finalidad era articular unas leyes, una constitución justa y equitativa. Pero hubo dos choques de mentalidades entre el tirano Dioniso I y Platón, dos formas de gobernar opuestas. Así que la experiencia de Platón en Siracusa terminó tan mal que tuvo que volverse a Atenas no sin antes ser apresado por unos piratas, esclavizado y finalmente puesto en libertad gracias a un rescate económico. Después en Atenas fundaría su Academia de filosofía (387 a.C.), y así pudo cristalizar todo su amor por la filosofía. Sin embargo, Platón tropezó dos veces en la misma piedra y volvió a Siracusa, esta vez para tener otra experiencia amarga con Dionisio II, pues el tirano le gustaba mucho la riqueza, el juego y el placer, por encima de la justicia y la sabiduría que Platón deseaba implantar en Siracusa. Lógicamente, harto de la política y de ver que no podía imponer la educación tradicional griega (la Paideia) el filósofo ateniense desistió de sus objetivos. Su reflexión sobre ambas experiencias políticas en Siracusa la reflejó de manera contundente: la experiencia general de la inutilidad de los filósofos en este mundo equivale, en realidad, a una declaración de que el mundo está en quiebra, y no dice nada en contra de la propia filosofía.

El parque arqueológico de Neápolis dista unos cinco kilómetros del actual centro histórico de Siracusa en la isla de Ortigia. Neápolis fue uno de los distritos más populares de Siracusa. Hagamos un breve recorrido y recordemos a Platón, Esquilo y a Píndaro paseando por Neápolis.

  1. El teatro griego

El Teatro Griego se erigió sobre las laderas de un montículo natural para ser edificado. Dicho monumento se construyó a finales del siglo v a. C. Fue uno de los epicentros culturales más importantes donde se representaban las tragedias y comedias clásicas más reclamadas por el público. Todavía se pueden apreciar intactas las 46 de las 67 filas de gradas originales. En las paredes se aprecian las inscripciones para cada uno de los sectores con nombres de divinidades y de la familia real. Tiene una capacidad para dieciséis mil personas.

2. Anfiteatro griego

El anfiteatro de Siracusa perteneciente a la edad imperial, muy probablemente al tercer siglo D.C., es considerado uno de los anfiteatros más significativos de su género. Se trata del tercer anfiteatro más importante del mundo, después del Coliseo de Roma y del anfiteatro de Verona.

3. La oreja de Dioniso

Recorriendo los senderos (llamados la Latomia del Paraíso o cantera de piedra) se llega a la Oreja de Dionisio, nombre que le dio Caravaggio por su forma de gran pabellón auricular y porque, según cuenta la leyenda, el tirano de Siracusa, Dionisio I, aprovechaba las extraordinarias características acústicas de este lugar para escuchar los discursos de los prisioneros atenienses que tenía encerrados aquí, para obligarlos a trabajar la piedra.

Las “latomías” (que en griego significa corte de piedra) son grandes oquedades naturales en la pared de la roca caliza que fueron ensanchadas y habilitadas por antiguos habitantes de Siracusa. En esta famosa cava calcárea se abre una gruta de 65 de largo, de 23 metros de alto y aproximadamente entre 5 y 11 metros de ancho. Recorrimos su interior para comprobar cómo tuvo que ser de horrible trabajar la piedra y la verdad es que llama mucho la atención la acústica tan potente que tiene.

Para ampliar información sobre la Oreja de Dioniso, os recomiendo el siguiente artículo: Oreja de Dioniso.

4. El altar de Hierón

Se trata de un descomunal complejo monumental construido por el tirano Hierón II en el año 466 a.C., un templo dedicado a Zeus el Libertador. Sólo ha quedado intacto el altar de los sacrificios, al que se accedía por dos rampas situadas en el lateral del edificio. Las grandes puertas de entrada estaban custodiadas por dos enormes estatuas que representaban a Talamones, de las que se conservan pocos restos.

En este colosal altar se llevaban a cabo los sacrificios, y ya se conoce que en la época clásica este tipo de celebraciones eran muy importantes y muy común de ver tras una victoria militar. En este altar se llegaron a sacrificar a 450 toros.

Para ampliar más información sobre el altar, os emplazo al siguiente enlace: el altar.

En definitiva, Neapolis junto con Ortigia, Acradina, Epipoli e Tiche, fue uno de los cinco distritos de Siracusa, Por este motivo a la ciudad se la conocía en la antigüedad como Pentápolis. El barrio de Neápolis se desarrollo a partir del siglo III a.C. por voluntad del tirano Hierón que quiso dejar testimonio con imponentes construcciones de su poder y el de Siracusa después de las guerras púnicas.

Pasear por Neápolis ha supuesto sumergimos en el pasado para descubrir la belleza de Siracusa, un lugar especial para los historiadores grecorromanos que pueden disfrutar de un largo paseo recorriendo los restos de esta antigua civilización, pues el Parque Arqueológico de Neápolis ocupa 24.000 metros cuadrados en una zona naturalista. El paraje natural que te rodea es espectacular, aunque, indudablemente, nada comparable con la antigua Neápolis que brillaría junto al mar como una perla junto a sus templos y edificios clásicos.

Sobre la tumba de Arquímedes, que nació en Siracusa, se cuenta que está en este paraje natural, aunque a día de hoy se desconoce el lugar exacto. Os emplazo al siguiente artículo para seguir investigando sobre la tumba del matemático siracusano: Arquímedes.

Siracusa tuvo varios siglos de guerras contra Cartago, y en la primera guerra púnica se alió con Roma, bajo el mandato de Hierón II. Tras las muerte de Hierón II , y ya entrado en la segunda guerra púnica, Siracusa cambió la manija de su destino y apoyó a Cartago. Este apoyo supuso el fin de Siracusa porque, finalmente, las fuerzas romanas se impusieron tras un largo asedio y la ciudad cayó en 212 a.C. Curiosamente, Arquímedes defendió su ciudad orgulloso de su origen.

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