Archivo mensual: abril 2016

Las maldiciones en la antigua Grecia

Una tumba con los restos incinerados de una joven que vivió en Atenas hace 2.400 años llamó la atención de los arqueólogos. Hallada en el año 2003, en la sepultura había cuatro tablillas de plomo con inscripciones que demuestran que en la antigua Grecia era muy importante llevarse bien con la gente y no granjearse enemigos.

Un reciente estudio de las tablillas demostró que fueron creadas para enviar mala suerte o energía destructiva a cuatro matrimonios de taberneros que podrían haber enfurecido a sus rivales comerciales.

Es posible que la difunta no tuviera nada que ver con las maldiciones, escribe el portal Live Science. Jessica Lamont, profesora de la Universidad John Hopkins de Baltimore, EE.UU. explica que “las tablillas de maldiciones funcionan de la siguiente manera: se supone que han de depositarse en algún lugar bajo tierra, como una tumba o un pozo. Se creía que estas localizaciones subterráneas ofrecían un canal a través del cual las maldiciones alcanzaban el inframundo”.

De manera que la muerte de la joven habría proporcionado un fácil acceso a los dioses a los que iban dirigidas las órdenes escritas en la maldición. Hécate, Artemisa y Hermes, las deidades invocadas en la tablilla, estaban relacionadas con el inframundo, el lugar al que iban a parar las almas de los muertos. En la antigüedad a menudo se asociaba a estos dioses con rituales de sacrificio.

Lamont destaca que “los taberneros eran conocidos a menudo por su tendencia a las trampas y a las maquinaciones”, por lo que supone que los autores de la maldición estaban motivados por “una rivalidad comercial”. Fuente original: RT

sarcofago-griego

Sarcófago griego

En los relatos míticos nos podemos encontrar un tema que siempre me ha llamado la atención: las maldiciones. A través de estas lecturas, descubrimos que la conciencia y el alma también se transmiten de generación en generación. Si el sistema familiar tiene alguna parte desequilibrada, todas las partes quedan afectadas. Pongamos como ejemplos las muertes inexplicables, las normas transgredidas de la familia, la homosexualidad rechazada, los miedos profundos, los acosos sexuales sufridos, en definitiva, los lazos de los progenitores se trasladan y se transmiten a los descendientes hasta que desaparece la totalidad de la estirpe familiar. Es decir, a través del inconsciente estamos ligados a nuestros padres y ellos a los suyos, hasta llegar a la raíz de un problema que conecta con una realidad que pasa desapercibida, pero que nunca se resuelve el conflicto porque no hay una aceptación de su existencia y, por lo tanto, la liberación de la persona nunca pasa por el reconocimiento de sus lazos ancestrales porque no son conscientes. Así pues, las almas de la misma familia sufren una maldición cuyas consecuencias son irreversibles. En la mitología griega hay varios ejemplos sobre este discurso tan interesante y peculiar.

CementerioLas maldiciones en Grecia y Roma seguían un protocolo muy formalizado. Llamadas katadesmoi (ataduras) por los griegos y tabulae (defixiones) por los romanos, se escribían en tablillas de plomo u otros materiales. Generalmente, invocaban la ayuda de un espíritu (una deidad, un demonio o un muerto prematuro) para cumplir con su objetivo y eran colocadas en algún lugar considerado eficaz para su activación, como en una tumba, cementerio, pozo o manantial sagrado.

En el texto de la maldición, el peticionario expresaba su deseo de que el enemigo sufriese daño de alguna forma específica. Con frecuencia se añadía la falta que había cometido la persona maldita: un robo, una infidelidad, no haber correspondido al amor del malediciente, haberle faltado al respeto, haberle robado el amor de su vida, etc.

Los griegos practicaban con frecuencia este tipo de maldiciones. De hecho, los griegos tenían en la edad heroica unos sacerdotes especiales llamados areteos, o sea, ‘maldecidores’.

Conservamos un corpus importante de este tipo de textos que nos permite saber cómo lo hacían. Abundan en la Ilíada estas imprecaciones, como la de Crises contra Agamenón y los griegos en el canto I. También abundan en las tragedias de Sófocles. Cuando Alcibíades fue desterrado después de la mutilación de Hermes, todos los sacerdotes del Ática excepto uno lanzaron contra él las más terribles imprecaciones. Fuente original: Animasmundi-Maldiciones

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Religión en tiempos de cólera

Las portadas satíricas de Charlie Hebdo que desataron la polémica con el yihadismo, con más de una decena de fallecidos en un tiroteo en París;  la polémica versión sexual del “Padre Nuestro” en la ceremonia de entrega de los Premios Ciutat de Barcelona y el artista que formó la palabra “Pederastia” con ostias consagradas, han desatado una fuerte polémica para defender lo que es la denominada libertad de expresión. Las consecuencias que acarrean para la sociedad estos tipos de conductas son difíciles de evaluar porque cada uno vive su verdad de manera diferente.  Sin entrar en provocaciones y buscando un punto en común que nos permita entendernos  sin faltarnos al respeto, vamos a preguntarnos cómo serían estos actos si sucedieran en la vida de los atenienses de la antigua Grecia.

Partenón

Partenón, símbolo de Atenas

Para empezar,  la civilización griega no conocía ni “Iglesia” ni dogma alguno, y, en consecuencia, las conductas religiosas, la piedad o la impiedad, no tienen ese carácter definido que pueden tener en otras religiones. Por ejemplo, los términos herejía y persecución por razones religiosas son, en principio, imposibles en el sistema griego. Sin embargo, la sociedad griega condenó a determinados individuos por impiedad y a su vez, estableció en qué consistía el respeto a los dioses. Para los griegos, la impiedad es la falta de respeto a las creencias y los rituales. Por lo tanto, la comunidad cívica puede considerar la impiedad como un delito, llevar ante los tribunales a los convictos y condenarlos. Algunos ejemplos de comportamientos incívicos que podían acarrear una acusación de impiedad son:

  • Atentar contra la propiedad de los dioses, contra los rituales o las representaciones figuradas. Un ejemplo claro y sencillo sería cortar las ramas a un olivo consagrado a Atenea; otro ejemplo, profanar los misterios de Eleusis parodiándolos. En ambos casos se castigaba con la condena a muerte.
  • Introducir nuevos dioses o nuevos cultos se consideraba también un acto de impiedad (a menos que los hubieran aceptado oficialmente, como fue el caso de Atenas a final del siglo V en relación con Asclepio, Bendis, Amón y Adonis).
  • Vituperar a los dioses públicamente podía, igualmente, considerarse como impiedad. El ejemplo más célebre es el de Sócrates, acusado porque corrompía a la juventud, porque destruía la fe en los dioses de la ciudad y porque daba a conocer divinidades nuevas. Fue condenado a muerte por la ciudad de Atenas.
  • Profanar templos y robar objetos sagrados incluían pena de muerte.

En suma, los procesos de impiedad tienen, por tanto, causas muy distintas y parecen las reacciones violentas de una comunidad cívica que se siente amenazada en su unidad, siendo como era la religión, una parte indisociable de su identidad. Pero, aparte de estos casos, tanto más espectaculares cuanto más raros, la sociedad ateniense acogía en su seno, sin problemas, la incredulidad, quizá con la única condición de que no diera lugar a gestos de impiedad.

En cuanto a las representaciones con tintes satíricos, por ejemplo, la comedia de Aristófanes Las Ranas o  Eurípides con la obra Cíclope , se trata generalmente de caricaturas deformantes que tienen su origen en celebraciones populares afines al carnaval. Los griegos no consideraban impiedad el divertirse de ese modo a costa de los dioses. De hecho, Platón hace referencia  al gusto de los dioses por las bromas (Crátilo, 406c)

Como hemos detallado en líneas anteriores, las acusaciones de impiedad trazaban la línea que no se podía atravesar si se quería permanecer en el sistema social. Pero es aún más difícil de concretar qué era lo que se escondía, para los griegos, bajo la noción de piedad; qué era para ellos un hombre piadoso y una comunidad cívica respetuosa con los dioses. En líneas generales, la piedad parece haber sido el sentimiento que tenía el grupo o el individuo en relación con ciertas obligaciones. Las obligaciones de la comunidad afectaban, principalmente, al respeto por la tradición ancestral; algunos rituales muy antiguos se realizaban sin que los ciudadanos comprendieran exactamente su sentido, como puede suceder hoy día en nuestra sociedad; otros rituales más recientes, con frecuencia estaban desacreditados por ser considerados menos venerables y se daba, por ejemplo, una gran importancia a los banquetes que seguían a los sacrificios. De hecho, era muy común y necesario destinar a los dioses la parte que les era debida:  una parte material  y una parte de honores de culto, para lo que era necesario llamar a los exegetas, una especie de hombres-memoria de la ciudad que lo sabían todo en materia de rituales. En resumen,  Atenas se considera a sí misma no como una divinidad, sino —en palabras de L. Gernet—: «como un ser concreto y vivo al que los dioses seguramente protegían y al que nunca abandonarían, si ella no los abandonaba» (Le Génie grec, p. 295).

 

Deméter

¿Cuáles eran las obligaciones religiosas de un ciudadano ateniense? Sus obligaciones eran variadas: la participación en los cultos de la ciudad, la abundancia de  ofrendas en los santuarios, la devoción prodigada a los muertos de su linaje y a las divinidades protectoras de su familia, participación en los rituales con las mejores condiciones (la organización de los juegos, las múltiples liturgias, las costas de los sacrificios y de los banquetes públicos, etc…), son todos ellos ejemplos de prácticas que los griegos reconocían como manifestaciones de la piedad. Podemos citar a Hipólito, al que Eurípides presenta «como aquel que vive en la sociedad de los dioses, el ser virtuoso limpio de todo mal» o incluso a Ion, hijo de Creúsa y Apolo, que, en el atrio del templo de Delfos, declara: «Hermoso en verdad es el trabajo, oh Febo, con que te sirvo en tu casa honrando la sede de tu oráculo. Ilustre es el trabajo de mantener mis manos esclavas de los dioses, señores no mortales, sino imperecederos. No me canso de ejercer este honroso trabajo.» Como se puede comprobar, en la sociedad ateniense era patente y muy común un sentimiento de proximidad y conexión entre hombre y dios.

En cuanto al pensamiento arcaico griego, la Ilíada, como obra literaria, es el libro más importante para los griegos y, aunque no sea un libro religioso en el sentido habitual de la expresión, pone de manifiesto actitudes religiosas que eran importantes para los griegos y que contribuyeron en gran medida a su condición de explicarnos el modo de vivir su religiosidad y su sentir como espíritu griego.

La llíada y la Odisea de Homero están llenos de datos sobre los dioses, los rituales y los mitos  y,  además, constituyen el intento más antiguo de organización del mundo religioso. Aprendida de memoria, la obra de Homero era la base de la educación de los griegos y la visión del mundo de los dioses que proponía se convirtió en el saber común del conjunto de los griegos de todas las épocas. Ambos poemas épicos  son una referencia de la época para conocer el grado de concienciación que tenían los griegos sobre la religión y la relación que tenían intrínsecamente con los dioses, cuya idea principal  es que a los dioses se  les tenía que respetar,  ya que eran impredecibles y, a la vez, nos hacen entender que el ser humano se hallaba en un mundo hecho de fuerzas extrañas, que nos afectaban para bien y para mal. De hecho,  La Ilíada comienza con un desplazamiento del hombre al dios y sus consecuencias nefastas:

¿Qué dios sembró entre ellos la discordia? El hijo de Zeus y Leto (Ilíada, 8-9)

En dicho pasaje, Agamenón había ofendido al sacerdote de Apolo y como consecuencia de las oraciones del sacerdote, Apolo mandó una plaga contra el ejército de Agamenón. Cuando se produce una ofensa a un dios, alguien profanaba un templo, se burlaba de un dios o violaba a una sacerdotisa protegida por el dios, entonces, se producía una catástrofe: una plaga, una hambruna, un maremoto, entre otras calamidades. Por eso, para preservar la armonía y la paz de la comunidad social de las iras de los dioses, se disponían de diferentes y múltiples rituales para alejar el trance con los dioses. Por ejemplo, el pueblo consultaba a un oráculo o a otra fuente de sabiduría divina y descubría qué ritual era preciso realizar y a qué dios debía consagrarse.

Reflexión personal

Hoy día, con la globalización tan arraigada que hay en nuestra sociedad, tenemos que aunar los valores suficientes para respetar las creencias religiosas del prójimo. Convivimos en una sociedad donde el islám y el cristianismo deben respetarse mutuamente. Debemos saber que muchas personas llevan consigo una relación íntima con su dios, con una fuerte vinculación de transformación interior; también, hay que respetar los símbolos y las tradiciones, sin destacar unas más que otras  y mucho menos, burlarse de las sagradas escrituras y de sus profetas. Hay que tolerar  el sistema poli-religiones que se está dando actualmente en nuestro mundo, con diferentes creencias y no creencias, con variadas formas de crecimiento interior y  de nuevas tendencias religiosas que están emergiendo en nuestra sociedad. Detrás de esta enorme ola, están llegando otros dioses, otros sistemas políticos, otras formas de convivencia. En definitiva, tenemos que potenciar las relaciones entre la pluralidad de religiones desde el respeto, la diversidad y cooperar en un sistema social que es múltiple y variado de la manera más pacífica y respetuosa posible, careciendo de sentido que una religión triunfe sobre las demás. Pero en cualquier caso, y fuera del contexto religioso, entender y mejorar el mundo sigue dependiendo de nosotros.

Obras de referencias:

  1. La religión griega en la polis de la época clásica (Universitaria)
  2. Religion Griega Arcaica Y Clasica (LECTURAS DE HISTORIA)
  3. La Religión Griega. Dioses Y Hombres: Santuarios, Rituales Y Mitos (Mundo griego)
  4. El imaginario griego: Los Contextos De Mitologia (Religiones y mitos)

Enlaces de interés:

 

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