Archivo mensual: septiembre 2013

El destino de Sísifo

Sisyphus by Titian, 1549

Sisyphus by Titian, 1549 (Photo credit: Wikipedia)

¿Debemos imaginar a Sísifo feliz? Sísifo era hijo de Éolo y Enareta. Se le consideró uno de los fundadores de Corinto. Cada episodio de su leyenda es la historia de una de sus artimañas.

Cuenta la leyenda que Sísifo fue testigo casual del rapto de Egina, la hija del dios fluvial Asopo, y reveló al desconsolado padre la identidad del raptor (que no era otro que Zeus) a cambio de que este hiciese brotar un manantial en Corinto. La delación atrajo sobre Sísifo la cólera del señor del Olimpo, que le impuso un castigo ejemplar y eterno: arrojado al Tártaro, fue condenado a empujar un enorme bloque de piedra hasta lo alto de la colina, desde donde caía nuevamente hasta la base, viéndose obligado Sísifo  a empezar una y otra vez, un esfuerzo eternamente frustrado.

Una tradición diferente explica el tormento de Sísifo como castigo a otra de sus supercherías. Zeus, para vengarse de la delación de Sísifo envió a Tánato, la Muerte, para que se apoderase de él, pero fue el astuto mortal quien consiguió hacerlo prisionero y lo retuvo cargado de cadenas, librando así a los mortales por un tiempo del funesto genio alado. Tánato, liberado finalmente por Ares, reemprendió la persecución de su víctima y le dio muerte. Esta vez, Sísifo, antes de morir, rogó a su esposa que no le tributase honras fúnebres. Al llegar al Tártaro, Sísifo pudo así pedir a Hades que le permitiera regresar al mundo de los vivos con el pretexto de castigar la impiedad de su esposa. Sísifo regresó por tanto a Corinto y sus días transcurrieron dichosos hasta edad muy avanzada, pero cuando finalmente murió, los escarmentados dioses del Olimpo le impusieron el suplicio de la roca para mantenerlo ocupado sin descanso y que no pudiera así urdir nuevas tretas.

El castigo de Sísifo aparece en la Odisea (Canto XI) cuando Ulises baja al Tártaro y relata lo siguiente:

Y vi a Sísifo, que soportaba pesados dolores, llevando una enorme piedra entre sus brazos. Hacía fuerza apoyándose con manos y pies y empujaba la piedra hacia arriba, hacia la cumbre, pero cuando iba a trasponer la cresta, una poderosa fuerza le hacía volver una y otra vez y rodaba hacia la llanura la desvergonzada piedra. Sin embargo, él la empujaba de nuevo con los músculos en tensión y el sudor se deslizaba por sus miembros y el polvo caía de su cabeza.

¿Qué representa este mito?

Su castigo puede aparecer como símbolo del alma incapaz de elevarse sobre la materialidad de las cosas. Este castigo nos recuerda que no debemos quebrantar las leyes del universo y si en nuestra vida las acciones se repiten, una y otra vez, y volvemos al mismo punto, sin poder salir de una espiral negativa y fatalista, con un continuo subir para volver a caer, no debemos aceptar ese destino y transformar un castigo eterno condenado por los dioses en un afán de superación . En la vida no se vive celebrando victorias sino superando derrotas.

¿Debemos imaginar a Sísifo feliz?

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Perséfone

Perséfone

Perséfone

Hija de Zeus y Deméter, recibió primero el nombre de Core (en griego «doncella»). Después de ser raptada por  Hades se convirtió en su esposa y reina del Tártaro, cambiando entonces su nombre por el de Perséfone (la que lleva la muerte). El relato detallado de esta aventura forma parte del mito de Deméter. Zeus, como reparación, estableció que Perséfone regresaría en primavera junto a su madre y volvería a descender al mundo de las tinieblas al llegar la época de la siembra. Su unión con Hades no tuvo hijos. Homero la muestra como «la terrible Perséfone», sentada en un trono al lado de su esposo, pero puede también mostrarse benévola, como por ejemplo con Orfeo. El temerario Piritoo, acompañado de Perseo, tuvo la osadía de querer raptarla, siendo condenado por ello a permanecer por toda la eternidad en el Hades soldado a «la silla del olvido». Perséfone experimentó una única pasión extramatrimonial por el bello Adonis, a quien Afrodita había pedido que raptara y del que luego ya no quiso separarse. Él también tuvo que repartir su tiempo entre la Tierra y el Tártaro.

En los mitos órficos, Perséfone se une a Zeus, que la sedujo metamorfoseado en serpiente. De su unión nació Zagreo que, perseguido por los implacables celos de Hera, fue despedazado por los titanes y más tarde resucitado con el nombre de Yaco.

XXIX. HIMNO A PERSÉFONE

Perséfone, hija del gran Zeus, ven, afortunada, unigé­nita diosa, acepta estas agradables ofrendas , veneran­da esposa de Plutón, diligente, vivificadora, que posees las puertas del Hades en las profundidades de la tierra , Praxídice, de agradables trenzas, sagrado retoño de Deo , madre de las Euménides; soberana del mundo sub­terráneo, muchacha a la que, en procreación secreta, engendró Zeus, madre del atronador y multiforme Eubuleo , compañera de juegos de las Estaciones, lúcida, de espléndida belleza, venerable, todopoderosa, muchacha re­bosante de frutos, luminosa, cornuda. Tú sola eres grata a los mortales, que disfrutas en primavera con las brisas que recorren los prados, manifestando tu sagrada figura a los vástagos de verdes frutos, llevada a la fuerza al lecho como esposa en el otoño. Tú sola, Perséfone, eres vida y muerte para los muy sufridos mortales, porque constan­temente todo lo alimentas y aniquilas. Escúchame, biena­venturada diosa, y envíanos los frutos de la tierra, tú, que prosperas en paz, en deliciosa salud y en existencia dichosa que aporta una próspera vejez, soberana, a tu reino y al poderoso Plutón.­

En Roma, Perséfone fue asimilada a Proserpina.

Para ampliar más información: Hécate

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Los misterios de Eleusis

Eleusis (actualmente Elefsina) fue una pequeña población a unos 30 kilómetros al noroeste de Atenas. Era una pequeña ciudad agrícola productora de trigo y cebada. Albergaba un santuario, dedicado a la diosa Deméter y su hija Perséfone, en ella los misterios habrían empezado en torno al 1500 a.C., durante la época micénica.
Se celebraron anualmente durante unos dos mil años. El templo llegó a adquirir gran importancia por ser la sede de uno de los mayores cultos de la Grecia antigua, en ella los peregrinos acudían en gran número de toda Grecia y más allá para participar en ellos.

Yacimiento arqueológico de Eleusis

En el siglo VIII a. C. el santuario adquirió su máximo esplendor y su festejo llegó a ser uno de los más importantes de Atenas. A partir del año 300 a.C., el Estado tomó el control de los misterios, esto provocó un vasto incremento en el número de iniciados. Los únicos requisitos para participar en los misterios era carecer de «culpas de sangre», lo que significaba no haber cometido asesinato alguno, y no ser un bárbaro (es decir, saber hablar griego). Se permitía iniciar a hombres, mujeres e incluso esclavos. Pero la expansión del cristianismo y la invasión de los ostrogodos condujeron al total abandono del santuario. El emperador romano Teodosio I cerró los santuarios por decreto en el 392, en un esfuerzo por destruir la resistencia pagana a la imposición del cristianismo como religión estatal. Los últimos vestigios de los misterios fueron aniquilados en 396, cuando Alarico I, rey de los godos, realizó una invasión acompañado por cristianos, trayendo con él el cristianismo arriano y profanando los antiguos ritos sagrados.

El fin de los misterios eleusinos en el S. IV fue narrado por Eunapio, un historiador y biógrafo de los filósofos griegos, quien había sido iniciado por el último hierofante legítimo.

EL MITO

Los misterios de Eleusis tienen su origen en la diosa maternal de la Tierra, hija de Crono y Rea, diosa del grano, la diosa Deméter. Ella originó estos misterios como agradecimiento por haber vuelto a encontrar a su hija Perséfone. Ésta había sido secuestrada por Hades, el dios de la muerte y el inframundo, y como muestra de agradecimiento la diosa del grano regaló a la humanidad los cereales, así como los Misterios de Eleusis. Mientras Deméter buscaba a su hija, habiendo tomado la forma de una mujer anciana llamada Doso, recibió la hospitalaria bienvenida de Céleo, el rey de Eleusis en Ática. Céleo le pidió que cuidase a Demofonte y Triptólemo, los dos hijos que había tenido con Metanira. Como regalo, Deméter planeó convertir a Demofonte en un dios, pero no pudo completar el ritual porque Metanira gritó asustada al ver a su hijo sobre el fuego. En otras versiones es Eleusis o Eleusino el héroe epónimo de la ciudad de Eleusis y sería él quien descubriría a su hijo Triptólemo sobre el fuego. Deméter lamentó que los mortales no entendiesen el concepto de ritual y decidió enseñar a Triptólemo el arte de la agricultura y, a través de él, el resto de Grecia aprendió a plantar y segar cultivos. Cruzó el país volando en un carro alado mientras Deméter y Perséfone cuidaban de él.

Deméter era la diosa de la vida, la agricultura y la fertilidad. Descuidó sus deberes con la humanidad mientras buscaba a su hija, por lo que la tierra se heló y la gente pasó hambre: el primer invierno. Durante este tiempo Deméter enseñó los secretos de la agricultura a Triptólemo. Finalmente Deméter se reunió con su hija y la tierra volvió a la vida: la primera primavera. Perséfone no podía permanecer perennemente en la tierra de los vivos, pues había comido unas pocas semillas de una granada que Hades le había dado, y aquellos que prueban la comida de los muertos, ya no pueden volver. Se llegó a un acuerdo por el que Perséfone permanecía con Hades durante un tercio del año, el invierno, puesto que los griegos sólo tenían tres estaciones, omitiendo el otoño, y con su madre los restantes ocho meses.

Los misterios eleusinos celebraban el regreso de Perséfone, pues éste era también el regreso de las plantas y la vida a la tierra. Perséfone había comido semillas (símbolos de la vida) mientras estuvo en el inframundo (el subsuelo, como las semillas en invierno) y su renacimiento es un símbolo del renacimiento de toda la vida vegetal durante la primavera y de toda la vida sobre la tierra.

Deméter, Perséfone y Triptólemo, relieve votive, ca. 440-430 a. C., Museo Arqueológico de Atenas.

A lo largo de milenios, Eleusis fue el centro espiritual más importante de la antigüedad Griega. En los misterios eleusinos se enseñaban una serie de reflexiones sobre la vida y la muerte; se servían como ejemplo del mismo grano del centeno; el grano del centeno es plantado en la tierra y muere allí para dar pie a nueva vida.

LOS RITOS

El ritual comprendía dos grupos de ceremonias: los «Misterios menores» celebrados en primavera (consistentes en ayunos, purificaciones y sacrificios, acompañados por explicaciones a los peregrinos), y los «Misterios mayores» celebrados en otoño, cuyo momento culminante consistía en la ceremonia iniciática nocturna, donde los peregrinos eran conducidos a la cámara más profunda (Telesterion) y recibían una pócima (el kykeón), de la cual sólo se sabe que contenía agua «con harina» y menta. Esta era la parte más reservada de los misterios y aquellos que eran iniciados tenían prohibido hablar de los sucesos que allí tenían lugar. Nada ha podido llegar a saberse de lo que acontecía en esa ceremonia nocturna.

Se sabía que los adeptos que peregrinaban a Eleusis después de largas preparaciones, al final de su viaje recibían una bebida sagrada; esta bebida era la que les proporcionaba la iluminación. En toda la cuenca mediterránea crece entre la hierba salvaje un cornezuelo de centeno muy especial con ergot. Los sacerdotes de Eleusis recogían este cornezuelo de centeno, lo trituraban y lo mezclaban en la bebida para convertirla en una bebida sagrada.

La procesión comenzaba en el Cerámico (el cementerio ateniense) y la gente caminaba hasta Eleusis, siguiendo el llamado «Camino Sagrado», balanceando ramas (bakchoi) por el camino. Mientras caminaban gritaban obscenidades en conmemoración de Yambe (o Baubo, una vieja que, contando chistes impúdicos, había hecho sonreír a Deméter cuando ésta lloraba la pérdida de su hija).
Tras llegar a Eleusis, había un día de ayuno en conmemoración al que guardó Deméter mientras buscaba a Perséfone. El ayuno se rompía para tomar una bebida especial de cebada y menta-poleo llamada kykeon. Posteriormente los iniciantes entraban en una gran sala llamada Telesterion donde les eran mostradas las sagradas reliquias de Deméter. Esta era la parte más reservada de los misterios y aquellos que eran iniciados tenían prohibido hablar jamás de los sucesos que allí tenían lugar.

Los sacerdotes eran los que revelaban las visiones de la sagrada noche, consistentes en un fuego que representaba la posibilidad de la vida tras la muerte, y varios objetos sagrados. Otros afirman que esta explicación resulta corta para explicar el poder y la longevidad de los misterios, y que las experiencias debían haber sido internas y provocadas por un ingrediente fuertemente psicoactivo contenido en el kykeon.

Dioses eleusinos, ca. 335-325 a. C., Hermitage Museum, San Petersburgo

Como hemos leído anteriormente, los aspirantes a iniciación juraban por su vida guardar en absoluto secreto el detalle de la experiencia, y así lo hicieron. La celosa custodia del secreto, y la falta de cualesquiera testimonios de decepción, cobra su auténtico relieve recordando que acudieron en calidad de peregrinos a Eleusis hombres como Platón, Aristóteles, Pausanias, Píndaro, Esquilo, Sófocles, Cicerón, Adriano o Marco Aurelio. Aunque es probable que el número de aspirantes a iniciación fuese aumentando con el transcurso del tiempo, hasta llegar a cifras de millares cada año desde el siglo IV a. C. Lo allí impartido se ofrecía una única vez en la vida de cada persona, y los peregrinos esperaban varios lustros y décadas para incorporarse al grupo que sería iniciado cada año. Los sacerdotes permanecían en el santuario, sin mantener ningún tipo de relación posterior con los iniciados. No había credo ni dogma alguno. No había organización administrativa del culto fuera de las ceremonias bianuales; nadie era invitado u obligado a iniciarse. Aún así durante un milenio y medio acudieron reyes y cortesanas, comerciantes y poetas, esclavos y gentes de toda posición y procedencia. En la base del rito había una promesa de inmortalidad dentro de un marco que apunta más bien a una modalidad de muerte y renacimiento místico.
Cicerón cuenta que «los Misterios nos dieron la vida, el alimento; enseñaron a las sociedades las costumbres y las leyes, enseñaron a los hombres a vivir como tales». Todo apunta a una experiencia tan breve como intensa, donde el aspirante a iniciación era introducido al «término» y al «comienzo» de la vida, a morir y renacer, purificando así su concepto de lo real. Y lo ofrecido por los sacerdotes constituía una «visión trascendental» e «iluminación». Autora: Helena María Martínez Mesa

Para profundizar más sobre el tema, os recomiendo visitar: «Eleusis: un culto de dos mil años»

Obra de referencia: La sabiduría griega I: Diónisos, Apolo, Eleusis, Orfeo, Museo, Hiperbóreos, Enigma (Estructuras y Procesos. Filosofía)

Enlaces sobre la misma temática:

  1. La iniciación al culto
  2. La percepción del más allá
  3. Los misterios en la antigua Grecia

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Noûs: el alma del mundo

Zeus

Zeus (Photo credit: crafterm)

El Noûs es un término griego que etimológicamente remite a significados relacionados con la visión, el pensamiento y la reflexión, derivado de noéin (tener un pensamiento en la mente, en el espíritu) y que suele traducirse por inteligencia, intelecto o espíritu.

Por lo tanto, el noûs es exclusivo del ser inteligente, de aquel que se conduce según un objetivo anteriormente fijado, por lo que la comprensión de la realidad está dotada de sentido. Así, el noûs se presenta como una visión intelectual opuesta a la visión sensorial, aunque en la literatura arcaica, en ocasiones, su sentido está más próximo a esta última. En este término los atributos más destacados son la facultad de pensar, la capacidad reflexiva y la meditación con la comprensión, la percepción e incluso con la memoria. Estos atributos son puestos en conexión con un pensamiento objetivo, con una forma de inteligencia divina. De ahí que en el griego posterior, sobre todo en escritos filosóficos, el noûs se utilizara para designar la Inteligencia Suprema, el principio ordenador del universo.

También, los griegos denominaban a la Mente noûs porque contiene las formas originales de las cosas – las cuales reciben el nombre de ideas (idéai)- y ha nacido y proviene del dios supremo. Por esta razón, el dios supremo y la Inteligencia Suprema (denominada Alma del Mundo) son las fuentes de todas las almas, por lo que se entiende que existen las realidades celestes que llegan hasta nosotros. De acuerdo con este pensamiento, se descubre que desde el dios supremo hasta el último eslabón de la cadena existe una relación única e ininterrumpida de vínculos recíprocos: ésta es la cadena áurea de Homero, quien recuerda que el dios ordenó que colgara desde el cielo hasta la Tierra. Añadiremos un ejemplo:

Zeus reunió a la junta de dioses en el Olimpo. Y así les habló, mientras ellos atentamente le escuchaban.

¡Oídme todos, dioses y diosas, para que os manifieste lo que en el pecho mi corazón me dicta! Ninguno de vosotros, sea varón o hembra, se atreva a transgredir mi mandato, antes bien, asentid todos, a fin de que cuanto antes lleve al cabo lo que me propongo. El dios que intente separarse de los demás y socorrer a los teucros o a los dánaos, como yo le vea, volverá afrentosamente golpeado al Olimpo; o cogiéndole, lo arrojaré al tenebroso Tártaro, muy lejos en lo más profundo del báratro debajo de la tierra —sus puertas son de hierro y el umbral, de bronce, y su profundidad desde el Hades como del cielo a la tierra— y conocerá en seguida cuánto aventaja mi poder al de las demás deidades. Y si queréis, haced esta prueba, oh dioses, para que os convenzáis. Suspended del cielo áurea cadena, asíos todos, dioses y diosas, de la misma, y no os será posible arrastrar del cielo a la tierra a Zeus, árbitro supremo, por mucho que os fatiguéis, mas si yo me resolviese a tirar de aquella os levantaría con la tierra y el mar, ataría un cabo de la cadena en la cumbre del Olimpo, y todo quedaría en el aire. Tan superior soy a los dioses y a los hombres. (La Iliada, Canto VIII).

También, según Homero, el nous de Zeus es siempre más poderoso que el de los hombres. El nous, pues, también implica cierta visión de largo alcance porque no solo penetra más profundamente, sino que también ve más lejos que nuestros ojos tanto en el espacio como en el tiempo.

Por otra parte, Anaxágoras lo introduce en su filosofía con un significado similar al de «inteligencia ordenadora», para explicar el movimiento de las «semillas» que da lugar a la constitución del cosmos. Sin embargo, el papel de la inteligencia queda reducido al de causa inicial del movimiento que, una vez producido, sigue actuando por sí mismo sometido a causas exclusivamente mecánicas.

Por último, el noûs se localiza siempre en el pecho, pero nunca se considera algo material y tampoco se contempla en su origen como un órgano del cuerpo. En La Odisea, Canto XI, Circe da a beber la droga a Odiseo con la intención de convertirlo en cerdo y fracasa en el intento, le dice al héroe:

Estoy sobrecogida de admiración, porque no has quedado hechizado a pesar de haber bebido estos brebajes. Nadie, ningún otro hombre ha podido soportarlos una vez que los ha bebido y ha pasado el cerco de sus dientes. Pero tú tienes en el pecho un corazón imposible de hechizar.

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El Hades

Statue of Hades with Cerberus

Statue of Hades with Cerberus (Photo credit: Wikipedia)

Para los antiguos, los infiernos eran la morada de los muertos, de todos los muertos, y no, como el infierno de los cristianos, un lugar de castigo reservado a los malvados. Los griegos lo designaban con el nombre de «el Hades» es decir, el reino de Hades (el Invisible), que reinaba en sus dominios junto a su esposa Perséfone.

El término latino inferi designa «los espacios inferiores» o «situados abajo», los infiernos mitológicos no son forzosamente un espacio subterráneo. Por ejemplo, en el canto XI de la Odisea, Ulises accede por mar al país de los muertos por el extremo septentrional del mundo, más allá del río Océano, que rodea la tierra separando el mundo de los vivos del de los muertos. A menudo, también se le sitúa hacia el Occidente, lugar donde se oculta el sol, dando a entender que descendía al reino de los muertos durante la noche. punto contrario a Oriente, que pertenece a la Aurora y al que se asocia todo renacer. Estas representaciones, basadas en un eje horizontal, coexisten con la de un mundo de los muertos situado bajo tierra, representación ligada sin duda a los ritos de inhumación, pero también a las imágenes de muerte seguida de retorno a la tierra que ofrece el ciclo vegetal. Esta concepción vertical está también presente en Homero, así como en Hesíodo, quien distingue un Hades subterráneo y un Tártaro.

La morada de los muertos está poblada de almas o «sombras». Estas sombras llevan en el Hades una existencia larvaria en un mundo lleno de oscuridad, víctimas del recuerdo obsesivo de su vida terrestre. «Preferiría ser esclavo de un humilde granjero que reinar sobre todos estos muertos..» declara a Ulises la sombra del glorioso Aquiles.

Diversos mitos antiguos nos muestran a mortales que van al Hades y regresan vivos: Heracles, Teseo, Orfeo, Eneas…Su victoria sobre la muerte después de las pruebas que han tenido que superar, y que les han conducido hasta el secreto de las cosas ocultas, confirma su identidad heroica. Este modelo de búsqueda iniciática volverá a aparecer en otros muchos relatos posteriores de diversas culturas. Bajo esta perspectiva, toda prueba dolorosa, toda exploración de los límites humanos, toda aproximación a la muerte, deja paso a una representación metafórica del descenso al Hades que emprendieron los grandes héroes mitológicos.

Os recomiendo los siguientes enlaces para ampliar más información:

1. El símbolo de Cerbero

2. Caronte

3. Los ritos funerarios y el alma

4. El alma como «sombra»

5. Hécate, la otra cara del Hades

6. Cerbero

 

Obra de referencia recomendada
Iliada y odisea (estuche) (Historia (la Esfera))

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