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EL CULTO A DIONYSOS

Fuente: melmothlibros02

Dionisio. Fuente: Wiki Mitología

Para que se revele benéfica, esta Potencia del desconcierto, cuya irreprimible exuberancia y dinamismo invasor parecen amenazar el equilibrio de la religión cívica, es necesario que la ciudad acoja a Dionysos, lo reconozca como suyo y le asegure un lugar en el culto público, al lado de los otros dioses.

Celebrar solemnemente con la comunidad entera las fiestas de Dionysos; organizar para las mujeres una forma de trance controlado, dominado, ritualizado, en el marco de thiases o thiasos (*) oficializadas y promovidas a instituciones públicas; desarrollar para los hombres -a través de la alegría provocada por el vino y la embriaguez, el juego y la fiesta, la mascarada y el disfraz- la experiencia de un extrañamiento del curso normal de las cosas; fundar, finalmente, el teatro en cuya escena se corporiza y se anima la ilusión, y lo ficticio se presenta como si fuera realidad. 

En todos los casos se trata, integrando a Dionysos en la ciudad y en su religión, de instalar al Otro, con todos sus honores, en el centro del dispositivo social.

Plenitud del éxtasis (literalmente, «estar fuera de sí»), del entusiasmo (palabra que significa tener a la divinidad en nuestro interior), de la verdadera pasión (pathos: sensibilidad), ciertamente, pero también bienestar del vino, de la fiesta, del teatro; placeres del amor, exaltación de la vida en lo que implica de alumbramiento y de imprevisto, alegría de las máscaras y del disfraz, felicidad de lo cotidiano.

Dionysos puede aportar todo esto si los hombres y las ciudades aceptan reconocerlo. Pero en ningún caso llega para anunciar una suerte mejor en el más allá. No preconiza la huida del mundo, no predica el renunciamiento ni pretende preservar las almas con un género de vida ascético para el acceso a la inmortalidad. 

Actúa para hacer surgir, desde la vida de este mundo, alrededor de nosotros y en nosotros, las múltiples figuras de lo Otro. Nos abre, en esta tierra y en el mismo marco de la ciudad, el camino de una evasión hacia una desconcertante extranjería. Dionysos nos enseña y nos fuerza a convertirnos en otro distinto del que somos de ordinario. 

Sin duda, es esta necesidad de evasión, esta nostalgia de una unión completa con lo divino lo que, más todavía que el descenso de Dionysos al mundo infernal para buscar a su madre Semele, explica que el dios haya podido encontrarse asociado, a veces muy estrechamente, a los misterios de las dos diosas eleusinas. 

Cuando la esposa del arconte-rey parte a celebrar sus bodas con Dionysos, es asistida por el heraldo sagrado de Eleusis, y en las Leneas, posiblemente las fiestas áticas más antiguas dedicadas a Dionysos, el portador de la antorcha de Eleusis eleva la invocación, coreada por el público: «Iacchos, hijo de Semele». 

El dios está presente en Eleusis desde el siglo V.   Presencia discreta y papel menor en unos lugares donde no tiene templo ni sacerdote. Interviene en la forma de Iacchos, al que está asimilado y cuya función es presidir la procesión de Atenas a Eleusis durante los Grandes Misterios.

Iacchos es la personificación del jubiloso grito ritual, lanzado por el cortejo de las mystes (místicas o iniciadas en el culto), en un ambiente de esperanza y de fiesta. Y en las representaciones de un más allá, del cual los fieles del dios de la manía (locura divina) apenas parecen preocuparse en esta época (excepción hecha, tal vez, del sur de Italia), se ha podido imaginar a Iacchos conduciendo bajo tierra el coro de iniciados, como Dionysos capitanea en el mundo la thiasos de sus bacantes.


(*) En la mitología griega, el thíasos (θίασος) designaba a una comitiva extática que seguía a Dionysos y descrita frecuentemente como un grupo de juerguistas borrachos. ​ En los vasos cerámicos y en los bajorrelieves se observan como miembros de un thíasos a solitarias mujeres agitando el tirso (vara adornada con hojas de hiedra y parra, rematada con una piña en la punta).

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Aquiles

Estatua de Aquiles en Corfú, Grecia.

La lucha del hombre con el tiempo aparece de manera evidente en todas las manifestaciones del arte, de la literatura y de la religión en el mundo clásico. Pero es el mito la forma más eficaz de combatir la fugacidad y la caducidad de lo humano, pues el mito de por sí ya es una herramienta para no caer en el olvido.

Aquiles, por ejemplo, combate la fugacidad y la caducidad del hombre eligiendo la gloria eterna, imperecedera, pero pereciendo joven en el campo de batalla para permanecer con nosotros gracias a Mnemósine, la memoria. Tras la muerte de un héroe, por tradición, este recibía un culto exclusivo, pero no está en modo alguno a la altura de una divinidad. Tampoco es un ser humano pues ha sido capaz de romper las ligaduras que atan al ser humano con la esfera terrenal. En otras palabras, ha dejado de ser un hombre para convertirse en un héroe. La muerte le ha elevado a un estatus de figura religiosa que aún sigue activa en el mundo intangible. La polis puede solicitar su ayuda, se dirige a él, le invoca, cantando sus heroicidades, pero también recuerda sus sufrimientos. Posiblemente, dentro de la tradición católica, nos lleva a relacionar la figura del héroe con sus santos tras ser conferidos mártires y protectores locales, patronos de una ciudad, es decir, siendo figuras mediadoras entre el hombre y la divinidad. Sin embargo, hay diferencias entre ambos. Los santos, por un lado, aceptan el plan divino en buena parte por su sumisión a los designios de Dios, y hacen de puente para aquellos mortales que no han alcanzado la vida eterna. Ellos son los ungidos de Dios, paladines de virtudes morales e inquebrantable fe; por otro lado, los héroes incurren en horribles desmesuras (hybris), haciendo el bien y el mal, no se cuestionan la idea de la virtud y desde luego, se oponen a los designios de una divinidad, representada como caprichosa, hostil, envidiosa y que la mayoría de las veces son las grandes amenazas de muerte. Precisamente con la muerte que provoca la divinidad, el héroe finaliza su vida pero su heroicidad continúa eternamente y termina integrándose en el orden divino del mundo: estable, inmutable, sin ningún tipo de caos al que se había enfrentado a lo largo de su periplo como guerrero. De este modo, Aquiles se convierte en un legado lleno de relatos míticos y también en una figura de culto. Luego, los poetas de la antigüedad se encargan de inmortalizar sus hazañas post mortem.

Finalmente, el héroe pasa a tener un culto público con la participación activa de la ciudadanía, transformándose en un héroe cívico. La polis cristaliza el espíritu de dicho héroe, profundiza en sus hazañas conectándolo con los aspectos divinos y sensibles del mundo celeste. De esta manera, la ciudadanía se identificaba con sus dioses y con sus héroes, así también reconocía unos códigos cargados de valores que enraizaban el complejo mundo de su sociedad.

Aquiles, faro de inspiración para su pueblo Ftía (Tesalia) tuvo que elegir, según el oráculo, entre vivir una vida longeva, en familia pero anónima o bien ser Aquiles tal como lo conocemos hoy día. Aquiles comienza su leyenda justo cuando quiere formar parte de la gran lucha entre Occidente y Oriente, la Guerra de Troya, como lo fue en su días también las Guerras Médicas entre los griegos y los persas. Esta balanza entre Occidente y Oriente ha seguido después en la Era de Cristo con sus interminables guerras y continúa haciéndolo. Observar estos ciclos que se repiten nos lleva a recordar las historias y leyendas de los héroes de cualquier época (Aquiles, Ulises, Eneas, o no tan lejanas como el Cid, Pelayo, el Gran Capitán…).

Quizás tengamos que resaltar un mundo entero que tiene que ser revelado, un mundo que tiene que abrirse a la gloria de los grandes héroes y que forma parte de una historia que nos pertenece, en el sentido de una herencia que no podemos perder y mucho menos dejarnos pisotear y manipular.

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El orfismo, entre religión y filosofía

Los ritos mistéricos surgieron en la Grecia antigua como respuesta a las aspiraciones individuales que la religión olímpica no abarcaba. Estos tenían un carácter secreto, iniciático, voluntario, soteriológico y giraban más en torno al sujeto que a la divinidad. El orfismo contaba como profeta mítico a Orfeo, un héroe que habría vivido en torno al 1.200 a. C., y cuyo dominio prodigioso de la música, su participación en el viaje de los Argonautas y su incursión en el Más Allá en busca de Eurídice, hicieron de él la encarnación más acertada del mediador entre lo humano y lo divino. El profesor emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, Alberto Berbabé, analiza los preceptos del culto órfico y refiere a las enseñanzas y mitos de su guía, presentándolos a través de fuentes textuales y artísticas de la época.

Os recomiendo la conferencia de Alberto Bernabé (Fundación March)

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Viaje a Grecia: Atenas, luces y sombras

 La actual Atenas, al igual que algunos países de Europa, está en una situación muy delicada y de emergencia. Su posición está muy lejos de aquella polis que vislumbró al mundo entero. Atenas ha tocado fondo, es una sombra estremecida por un mar en penumbra, sumergida en una terrible pesadilla de los tiempos modernos, la New Age y la globalización; su brillo glorioso se ha corroído definitivamente.

La Acrópolis se aúpa sobre tres colinas: la primera de ella se la conoce como el Museión, dedicada a las musas; la segunda colina es la denominada Fix, el lugar sagrado de la Asamblea del Pueblo, cuna de la democracia; y la tercera colina se le llama las Musas.

La Acrópolis vista desde el Ágora

La Acrópolis está esquelética, pero su halito es de nobleza, poder, supremacía y de espíritu indemne. Atenas y la Acrópolis, dos realidades, como dos burbujas que flotan en un mismo plano, que se tocan, pero no se mezclan: Modernidad versus Tradición.

Desde el ático del hotel observaba dos mundos desiguales, dos realidades opuestas y me preguntaba: ¿qué ocurre cuando dos mundos chocan? ¿qué es real? Si digo que la Acrópolis, no lo es; si me inclino por la actual Atenas, me equivoco. Lo que si es cierto es que hay un solo mundo y el mundo es en cada instante lo que no puede dejar de serlo. ¿Son dos realidades en un mismo mundo? Quizá,  pasado y presente unidos por un hilo histórico. Me imaginaba a la temida y severa Átropos cortando el hilo con sus afiladas tijeras, escindiendo nuestro “cordón umbilical” de nuestra civilización…

El Partenón

Desde lo más alto de la planta del hotel ya uno contemplaba que bajo sus pies se asentaba las ruinas de la humanidad. Mi Atenas, pasado y presente, me abrió los ojos, me despertó repentinamente del sueño para concebir la realidad tal como es y no tal como pensamos que es. De esta manera, uno llega a la conclusión que el cosmos es la única realidad que nos incumbe a todos.

Cosmos, κόσμος, (kósmos) significa “Orden», es una totalidad lo mismo que tú y yo. Todos estamos integrados como células en el organismo que están conectadas a todas las demás, por medio de la sangre, la cual se liga con los demás órganos con sus respectivos sistemas, y así como una máquina perfecta todo está unido y en orden.

¿Está la Acrópolis ligada con la sociedad moderna ateniense? ¿Atenas está conectada con la Acrópolis? ¿La acrópolis es imagen de la actual Atenas? ¿Quién es esclava de quién? La Acrópolis es testigo mudo de la enfermiza Atenas. La Acrópolis es una observadora hierática, testigo mudo de la extenuación de Atenas, del agotamiento de sus ciudadanos, de su debilitamiento económico, de su fragilidad social y de su carencia identitaria. La nueva Atenas es una puerta hacia al abismo, ese abismo llegará al resto de ciudades europea de manera silenciosa y paulatinamente.

Contemplando la Acrópolis desde la terraza del hotel, situada en la última planta, percibía la esencia profunda de lo que es la vida. La realidad es la que es, tal como la contemplaba, no a vista de un turista, evidentemente. La Acrópolis revelaba por sí solo la esencia. No hacía falta abordarla con el pensamiento, tampoco puedes sondearla con el conocimiento, pues si sometemos a la Acrópolis a partir de una conciencia egocéntrica estamos ya en los niveles del dualismo. Por eso, la Acrópolis es infinita y nosotros somos finitos con nuestras múltiples capas que nos impiden conectar con nuestra primigenia naturaleza espiritual porque estamos influidos por referencias culturales, sociales, políticas, familiares y esas capas han de eliminarse de nuestra mente para entrar en un mundo interior desconocido antes de acceder a otro nivel de ser y de conciencia.

Me sentía pequeño desde la terraza del hotel. Tenía a mis pies Atenas. Nuestro hogar es el universo entero, así querían reflejarlo los griegos a través del arte, por medio del lenguaje mítico y del lenguaje conceptual. Pero era inevitable pensar que la Acrópolis tiene un corsé en la falda de su ladera: la actual Atenas. Al bajar la mirada y ver Atenas la vida no es tan bella y alegre como pensamos. Es un contraste ver esa panorámica. Ensamblar la Acrópolis con la actual Atenas, una ciudad demacrada, avejentada y deslucida,  se antojaba difícil.  Desde arriba se veía una óptica arrolladora de sus calles, un núcleo urbano caótico, con un tráfico intenso y descontrolado. Los edificios parecen una estampa antigua de una guerra, en blanco y negro, con esas azoteas de los edificios cargadas de placas solares; o mejor dicho,  una marea de placas solares que arropan las terrazas y tejados haciendo un efecto luminoso artificial horrible. El panorama era negro ahí arriba: se vislumbraba la verdadera dimensión del caos, del desorden, de una ciudad que está en coma profundo sostenida por la respiración artificial de los bancos europeos. Atenas está muerta. Pero no es solamente el canon económico el que ha llevado a Atenas al coma. Recorrer las calles atenienses por los barrios (Plaka, Monastiraki, Kolonaki…) y por los alrededores del mercado central es una experiencia estremecedora, porque sabes, en primera línea, que la crisis jamás va a remitir, sino que es una nueva forma de vivir, otro palpitar, donde el pluriculturismo y las diferentes étnias  tampoco ayudan a reorganizar el caos ateniense. Edificios clásicos abandonados, un viejo teatro esquelético que en su día tuvo que ser un foco cultural y que ahora  está para realizar una película de zombis, calles levantadas, un casco urbano antiguo, viejo y demacrado que me recordaba a las capitales de la vieja  Europa del Este. Esta es la Atenas que vi.

Cuando uno pasea por Atenas se da cuenta que forma parte de una tela-araña que empieza a expandirse por todas partes, abigarrada, caótica, con un tráfico intenso y desordenado. Atenas está colapsada, agotada, paralizada…No hay salida para encontrar un remanso de paz, de tranquilidad, de serenidad. Oler las especias, la comida, oír la música, el jaleo de los comerciantes del zoco, ver los rostros multirraciales de las personas, la manera de vivir sus vidas cotidianas… uno llega a la conclusión de que está en Oriente próximo (Palestina, Siria, Turquía…) en lugar de Occidente. Yo me quedé abrumado paseando por mi Atenas, esa ciudad donde nació el arte, la ciencia, la filosofía, la literatura, el teatro.. Sin embargo, hoy día, es una ciudad sin alma, sin luz, sin brillo, donde se modela la nueva sociedad moderna, bajo la triste y tenue melodía de un acordeonista que perdía su mirada, precisamente, hacia la Acrópolis.

A esto hay que añadir los años de crisis que han paralizado Atenas convirtiéndola en una urbe decadente que sobrevive, por un lado, del surtidor económico de la UE y, por otro lado, del turismo que ansía un selfie en la cotizada Acrópolis y, gracias a estos turistas, por las calles brotan un caudal de personas que llenan los bares, los restaurantes y las pequeñas tiendas de regalos contrastando su alegría con los datos económicos tan paupérrimos y deprimentes  que tienen asfixiado al país. Porque Atenas, en definitiva, sobrevive de la ventilación asistida del el banco central europeo y de los turistas que visitan sus ruinas.

Atenas es un espejo de nuestra sociedad moderna. ¿Qué sería Atenas sin la Acrópolis?

La Atenas moderna es el fiel reflejo de un país que ha enterrado su legado histórico-cultural para sucumbir a la nueva ola de la modernidad. Tan solo hay que recorrer sus arterias principales para darse cuenta que su pulso está débil y que el ritmo frenético que presenta es asistido artificialmente. Atenas es un  alma en pena que vaga en una realidad de luz y de oscuridad, que se aferra a las ruinas de edificios antiguos y lugares míticos que se alzan con debilidad por sus calles y plazas. Atenas vive de la sombra de su pasado, del turismo que busca la luz nostálgica de su historia clásica que dejó de brillar hace muchos siglos. Pero lo más sorprendente es que a pesar de que la mayoría de los yacimientos arqueológicos presentan un estado de debilitamiento, han continuado inspirando al hombre durante siglos, de las más distintas culturas y de todo tipo de corrientes literarias, filosóficas y artísticas. Grecia ha sido y es fuente original de la liberación del hombre que intenta sacudirse las bajezas de su condición, aunque sea mirando muy atrás, al pasado, a una civilización desaparecida, porque mirar a la Atenas de hoy es como mirar la sombra de una vela  que va consumiéndose lentamente.

Templo de Zeus

Templo de Zeus (Atenas)

Viajar a nuestra civilización occidental ha supuesto para mi hacer un peregrinaje hasta al pico más alto de la cultura occidental, un bálsamo espiritual para poder entender lo que fuimos y en lo que nos hemos convertido hasta llegar a nuestra era moderna y progresista, en un mundo actual que ha traído consigo la confusión, la violencia, la depresión y la caída del hombre hacia lo banal.

La otra cara de la moneda, sin embargo, es la marca del hombre griego antiguo que está impregnada en cada resto arqueológico, como si se tratara de una huella particular, genuina y única. Los antiguos sabios de Grecia expresaron que el movimiento, las transformaciones de los seres y de los fenómenos que siempre han rodeado al hombre son siempre de carácter circular. El punto final coincide exactamente con el inicio del proceso. Así lo reflexionaban los filósofos: las cosas, a través de los diferentes procesos de cambio, vuelven al final a su estado original. El retorno al origen tiene que ser, como principal premisa, un retorno al reposo, a la quietud, a la serenidad. En cada rincón de Grecia, en cada paisaje, su entorno natural está lleno de dioses que nos hacen recordar que fuimos una cultura y una raza humana inteligente que procede de una luz perenne que se aloja en nuestro interior y que nos hace descubrir, en cada paso, que somos parte del universo, de ese Orden. La sabiduría, precisamente, no es una patente exclusiva de Oriente, pues con el nacimiento de la sabiduría de occidente el hombre ha construido en su interior un puente para alcanzar lo sublime. Occidente (el mundo griego, el espíritu indoeuropeo) representa la base de nuestra civilización. En mi anteriores escritos sobre Grecia he querido persistir en la idea de nuestras raíces, pues las considero fundamentales como hilo conductor para llegar a alcanzar nuestro estado original. Este estado original debe manifestarse en nuestra sociedad, pero no sin antes conocer cuál es nuestra verdadera naturaleza, aquella naturaleza divina que defendía Sócrates, Platón y Aristóteles en sus diferentes suposiciones.

Mi periplo por Grecia coincidió con los 50 años del aniversario de la llegada del hombre a la luna. Precisamente mi viaje a Grecia me hizo descubrir que el verdadero sentido del hombre no es conquistar la luna, sino alcanzar la cima más alta de la espiritualidad, fuente original de luz perenne y solar (apolínea) que se halla dentro de nosotros y que solamente se descubre cuando olvidamos pensar en pisar la luna. Esto viene al hilo de que el hombre sigue en su egoísmo en creerse superior a la naturaleza, que somos el rey Midas y que nuestro deber es saciarnos a través del materialismo, en anhelar el poder terrenal, en dominar y explotar al prójimo para beneficio nuestro. Existe en nuestros tiempos una cultura dominante, manipuladora y extorsionista sobre nuestros orígenes. Nos quieren lanzar al abismo de la nada, al caos de la inconsciencia.  Nada que ver con la sabiduría que exhalaban los griegos en la que su principal tarea consistía en conocernos a nosotros mismos como lo que realmente somos y no como quieren que seamos en nuestra actual y demacrada sociedad. Por esta razón, debemos mirar hacia el Cosmos, a nuestro origen, a la fuente primigenia de nuestro verdadero Ser, antes que escudriñar la Luna.

A través del nacimiento de la antigua civilización griega, y desde diferentes ramas del conocimiento, como el teatro, la literatura, la filosofía, el arte, nuestro principal enfoque consiste en pulir nuestro propio espejo para que se pueda reflejar el cosmos entero en toda su plenitud, pues somos luz perenne que ilumina y lo unifica todo. Pero nuestra sociedad va a contra corriente y no nos extrañe, por ejemplo, que las materias de humanidades, como el griego, el latín o la filosofía quieran ser eliminadas de la educación académica, borrarlas de nuestra educación y así debilitar nuestra cultura. La sociedad actual va cambiando de un día para otro, no hay control, no hay una brújula interior que nos guíe, una estrella que marque nuestra ruta…El mundo de ahora es esclavo de la materia, de la exaltación de la vanidad, del egoísmo y de las alucinaciones mentales más perversas.

La antigua sociedad ateniense viene a recordarnos que la cultura consiste, ante todo, en el cultivo de la naturaleza interior y en alcanzar la sabiduría con un propósito elevado por el cual el hombre va perfeccionándose a sí mismo, esculpiendo su alma en cada instante de su vida, manifestando su parte divina en los momentos más loables de su vida. Por esta razón, el arte era para ellos un canal de expresión de su alma. El arte griego nos enseña la perfección humana siendo la armonía y la belleza sus principales basamentos. El arte nos conmina a unificar con nuestro ser más íntimo y personal superando barreras y dicotomías. Contemplar esculturas, cerámicas, orfebrerías de los periodos más representativos que expresan un estilo de vida, unas creencias religiosas, me hace reflexionar de cómo el hombre ha ido buscando la excelencia a través del arte.

Atenas, germen de sabiduría, es un tesaurus de sabiduría occidental que muchos han olvidado o quieren lapidar el brillo y el esplendor de su sello originario tan genuino. Sin embargo, Atenas  se resiste a morir porque  los millones de visitas que recibe cada año sirve para sostener los latidos de una cultura que no deja de asombrarnos.

Imagen: Twitter

El viaje a Grecia ha sido para mí un aliento de los dioses para encontrar dentro de mí una perla que late con el mismo retumbo que el primer día que Grecia abrió su alma al resto del mundo.

¿Qué seríamos nosotros sin la antigua civilización griega? ¿Es hora de renovar una estructura política-social acorde con los recientes tiempos? ¿Volvemos la mirada al pasado y recuperamos nuestras raíces? ¿Qué es un árbol sin sus raíces? Atenas es como un árbol sin raíces. Depende de nosotros recuperar nuestras raíces. Esta es la reflexión que me traigo de mi Atenas.

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Viaje a Grecia: el santuario de Delfos (Parte III)

En la antigua Grecia, el culto se celebra en lugares concretos llamados santuarios, a los que la presencia de la divinidad convierte en lugares sagrados e inviolables. Algunas prohibiciones eran, por destacar las más llamativas: entrar de manera impura, morirse en ellos o cortar ramas (olivo, sobre todo). Otro aspecto a tener en cuenta es la imposibilidad de cambiarlos de lugar o modificarlos  sin haber tomado las precauciones pertinentes. Estos lugares presentan unas características comunes determinadas por las necesidades naturales del ritual: fuentes, bosques, rocas;así como las necesidades arquitectónicas:  un muro de piedra o una valla vegetal podían delimitar su perímetro y diferenciarlos de la tierra profana. Los santuarios podían estar localizados en el centro urbano o en el campo. Pero todos tienen un elemento común: el altar. Diríamos que es el elemento principal e indispensable para la vida religiosa que transforma cualquier espacio en un lugar sagrado.

Maqueta del Santuario de Delfos

El santuario de Delfos puede tomarse como ejemplo para entender las características particulares de la religión griega que se han mencionado en el párrafo anterior. Lógicamente, Delfos se convirtió no sólo en un lugar de culto, sino también un lugar de referencia para la realización de otras prácticas no menos importante, como es el deporte y la música. La música, el deporte y la religión eran los basamentos que definían a Delfos.

El funcionamiento del oráculo empezó en el siglo VIII a.C., un poco antes de la época de Homero. Los restos no nos permite hacer una lectura anterior debido a su complejidad. Anterior al siglo VIII a.C., o sea, en el periodo micénico rendían culto de algún modo a una fuerza natural relacionada con Gea. Gea tuvo como icono a la serpiente pitón y una adivina (Temis, la diosa de la Justicia). Pero poco más se puede decir sobre el santuario.

Como referencia a mi visita a Delfos, Pausanias nos marca la ruta que se ha de seguir.  A continuación, detallo una breve descripción de mi visita al santuario oracular por excelencia:

  1. Atenea Pronaia: edificio redondo, reconstrucción de una obra muy importante (siglo IV a.C.) por Teodoro de Fódice. El acceso se realizaba desde la parte baja de la ciudad, conocida como Marmaria, donde se observa el tholos o templo circular de Atenea Pronaia. El templo antiguo estaba dedicado a Atenea y era uno de los más antiguos templos griegos, sobre el 650 a.C. El Tholos es un edificio circular poco frecuente en otros santuarios. Su finalidad sigue siendo objeto de controversia. Nos los podemos encontrar también en Epidauro. Son los dos únicos santuarios con Tholos.   

     

    Vista panorámica de el Gimnasio (Wikipedia).

    2. Gimnasio: Pausanias no le da importancia, solo menciona que Ulises fue herido en el pie por un jabalí. Es el gimnasio más antiguo que nos encontramos (S.IV a.C.). Al lado hay otra pista que servía para entrenarse cuando no llovía. Delfos tenía unas instalaciones cubiertas y no cubiertas para paliar las necesidades durante todo el año. También, contaba con una piscina (cisterna), su finalidad era exclusivamente para refrescarse. Era circular de 1o metros de diámetros. También se contaba con una palestra, una zona de entrenamiento para los atletas. Subiendo del gimnasio por el camino que conduce al santuario nos encontramos:

    1. Fuentes Castalia: es la inspiración de la poesía pues los poetas bebían mentalmente de sus aguas cristalinas que le ofrecía Apolo. Antes de entrar en el santuario, los peregrinos tenían que purificarse en dicha Fuente. Píndaro afirmó: “suprema es el agua”. La fuente aún es hermosa, pues el paraje natural, como podéis imaginar, la embellece mucho más.

    Fuentes Castalia

    Vía Sacra

  2. Entrada del Santuario de Apolo: Plutarco es otro guía para entender Delfos, sus escritos narran muy bien el trazado de todo el recinto. De hecho, fue Sacerdote de Delfos (95 d. C. ) y sus apuntes hacen mucho más interesantes la visita a Delfos. (Para ampliar más información: Plutarco). Digamos que la entrada principal del santuario de Apolo comenzaría  desde la Vía Sacra (véase imagen de arriba). Cuando uno entra al recinto sagrado no tenemos que perder de vista todos los ángulos, porque según avancemos tenemos que recrear las imágenes sucesivas que las obras de arte nos ofrecen. Impresiona contemplar tantas obras de arte originales en un ambiente natural, un museo al aire libre. El santuario acoge otros edificios directamente relacionado con el culto, los llamados tesoros, o con las necesidades comunes para los visitantes, como por ejemplo, el teatro, el gimnasio o el estadio. Para todas las ofrendas y tesoros expuestos hay siempre detrás un mito o una historia de guerra vinculada con el santuario, en agradecimiento o bien como una demostración de poder y riqueza de las diferentes ciudades estados. Como me es imposible mencionar todas, citaré aquellas que más me han gustado:El tesoro de los atenienses: es uno de los ex votos más conocidos y el que tiene una distinción especial sobre los demás. Las principales escenas que presenta son: la Amazonomaquía, las heroicidades de Teseo y los trabajos de Hércules. Dentro se guardaban los ex votos que donaba la ciudad. El tesoro de los Atenienses se erigió para conmemorar una victoria ateniense, un acontecimiento histórico de la polis o bien, como otros autores atestiguan, para manifestar en el sagrado recinto de Delfos, la devoción y la riqueza de la ciudad que lo donaba. Otros monumentos del mismo calado serían: el tesoro de los Beocios, el de los Megarenses, el de los Sifnios, el de los Etolios, el de los Corintios, entre otros. Todos ellos con la misma finalidad que el Tesoro de los Atenienses. El ónfalos (reconstrucción) está situado en la parte lateral de la Vía Sacra, al lado del Tesoro de los Atenienses.

    El ónfalo, en primer plano.

    Me encuentro en la plaza, frente al Templo de Apolo, justamente en la rampa de entrada al pronao (reconstruida), ¡¡Qué maravilla!!

En la pronao estaban las dos frases lacónicas y cargadas de sabiduría: “Conócete a ti mismo” y “Nada en exceso”. Sabios principios. Sin embargo, había otra inscripción, muy curiosa y que ha sido fruto de debate durante siglos y siglos: la «E», la que dio más controversia a los sabios griegos. Concretamente, Plutarco escribió un tratado titulado «Sobre la E». La «E» es la quinta letra del alfabeto griego (epsylon). Sin embargo, fue Amonio, el maestro-filosófico de Plutarco, quien expuso que la “E”  significa “Eres” , en una palabra, la divinidad Apolo “Es” mientras que el hombre se mueve en el devenir de los tiempos. Esta reflexión nos recuerda a la formulación bíblica de quién es Dios y la respuesta es rotunda: Dios es el que es. El planteamiento de Plutarco resulta muy interesante y reflexivo para abrir un hilo de debate sobre  la «E».

 

El templo de Apolo, visto desde la parte superior del santuario.

El teatro tenía una capacidad para 5.000 espectadores. Las representaciones eran dramáticas y líricas. Como dato curioso, al ser un lugar muy frecuentado, sobre sus muros tenían grabados diferentes actas y decretos que necesitaban divulgación.

El Estadio

La primera construcción del estadio se remonta al s. V a.C, así lo confirma la inscripción grabada en la parte externa del muro sur del estadio. Como era normal, al principio no había asientos; los asientos de piedra del Parnaso fueron construidos gracias a la portación de Herodes Ático en los tiempos del emperador Adriano. Este estadio (178, 35m) es un poco más pequeño que el de Olimpia (212, 54 m) pues la pista de Olimpia se midió con los pies de Hércules (697,3 pies), como cita el mito.

Ahora se entiende que Delfos  se le conoce como “ómfalos”, el “centro” u “ombligo” del mundo durante más de mil años. Ciudadanos de todo el mundo y reyes de todas las patrias acudían desde los lugares más remotos para consultar a la sacerdotisa del oráculo, para construir monumentos a los dioses en oro, mármol, bronce y piedra y para participar en competiciones atléticas o musicales. A partir de hoy, espero que Delfos sea una visita obligada para los amantes de la cultura griega, para aquellos que quieran descubrir algo nuevo y diferente y, sobre todo, sentir esa fuerza que había allí presente, sin igual, y que pululaba alrededor del santuario.

Delfos me conquistó, me desbordó y me abrió un nuevo horizonte para entender el pensamiento griego.

Tomo prestadas las palabras de la autora literaria Aurora Luque para concluir mi viaje   a Delfos:

Cómo podría desintoxicarme. Dependo de por vida de una droga. De Grecia.

 

Bibliografía:

  • Petsas F. M. Delfos. Sus monumentos y su museo. Ediciones CRINI, 2004.
  • Kaplan M. El mundo griego. Universidad de Granada.

Me ha sido de gran utilidad para ampliar más información sobre Delfos:

  • Conferencia sobre Delfos realizada por Miguel Ángel Elvira Barba (Canal Youtube Fundación Juan March)

 

 

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Viaje a Grecia: Tirinto

Murallas de Tirinto

Tirinto es la cuna de Heracles, un yacimiento arqueológico enclavado en el Peloponeso. Era una fortaleza descomunal situada sobre una colina hace más de siete mil años, conocida como la de las grandes murallas. Tuvo su máximo esplendor entre el 1200 y el 1400 a.C. Al contemplar el palacio, las murallas y las escaleras, me recordaba mucho a los castillos medievales.

Vista genérica de Tirinto. (Wikipedia)

Tirinto, al igual que Micenas, destaca por sus murallas elevadas y compactas, que facilitaban la creación de un Estado poderoso,  centralizado y con una jerarquía definida. Era muy común los enfrentamientos entre los distintos Estados para controlar y dominar Grecia central y el Peloponeso, pero también se aliaban en grandes Ligas para llevar a cabo las batallas bélicas en el exterior, como es el caso de la guerra de Troya. De este modo, la maquinaria griega desplegaba todo su potencial a nivel terrestre y con una gran actividad marítima para controlar el tráfico comercial y someter a otros pueblos.

Los “micénicos” eran aqueos que compartían la misma lengua, cultura y fisionomía indoeuropea que había ocupado la península helénica a principios del segundo milenio a.C. procedente de la Europa central. Los aqueos, de manera gradual y progresiva, aparecen como la casta aristocrática y dominante que Homero describe y que tuvo que imponer su idiosincrasia a otras etnias del tronco griego y, sobre todo, a las poblaciones pre-helénicas que se asentaban en las costas que bañaban el Peloponeso, con anterioridad a su llegada y las islas mediterráneas.

Un ejemplo fue cuando los aqueos invadieron y conquistaron Creta hacia el 1450 a.C. De esta manera, fueron absorbiendo la civilización cretense y desarrollando  la cultura micénica tal como la conocemos. Aunque la cultura micénica tenga estratos minoicos, también impusieron su fuerte personalidad, propia de un pueblo belicoso y conquistador.

En general, la sociedad micénica estaba fuertemente jerarquizada, con un rey-dios que cumplía las funciones religiosas, un jefe del ejército, la élite sacerdotal, los escribas, funcionarios y supervisores que coordinaban las actividades económicas dirigidas desde el palacio. Este tipo de jerarquía nos recuerda a las monarquías orientales no semíticas, concretamente, a las monarquías indoeuropea, como es el caso de los hititas. Aunque realmente, como aclara Eduard Alcántara: la casta sacerdotal no era propia de los pueblos indoeuropeos, en los cuales la función sacra y la regio-dirigente estaban unidas de la mano de la casta sacro-aristocrática, por lo que la existencia de dicho estamento sacerdotal en Tirinto sería consecuencia de la absorción de modos sociales propios de esos pueblos prehelénicos con los que se encontraron los aqueos en su descenso al Peloponeso.

Para ampliar más información sobre Tradición y Jerarquía os remito al siguiente enlace: septentrionis.

Si nos remitimos a Pausanias,  se refiere a Tirinto de la siguiente manera:

La muralla es lo único que de las ruinas queda. Es obra de los cíclopes y esta hecha de piedras sin labrar, de un tamaño tal que  se podría remover de su sitio, ni la mas pequeña, una pareja de mulos. Entonces  intercalaron pequeñas piedras para encajar entre si las piedras grandes.

En el imaginario griego, se creía que las murallas de las ciudades micénicas fueron construidas por los gigantes llamados Cíclopes. A finales de la cultura micénica, alrededor del siglo XIII a.C., debido a diferentes motivos, aún por determinar, el objetivo principal era el de reforzar las murallas y por ello adquiere estas características ciclópeas, como factor determinante para defender la fortaleza.

El megarón o la “sala grande” principal del palacio Tirinto dará origen después al núcleo principal de los templos griegos posteriores. El palacio, según detallan los expertos, tenía un vasto vestíbulo, una habitación principal que albergaba el trono y una chimenea central rodeada de cuatro columnas de madera sobre bases de piedra que soportaban el techo. Las paredes estaban decoradas con pinturas al estilo cretense.

Heracles, el héroe mítico de Grecia. 

El hombre originario de Heracles era Alcides, un apelativo que le viene de su abuelo Alceo. Heracles es un nombre místico que le fue impuesto por Apolo justo en el momento en que pasó a ser servidor de Hera y se vio sometido a los doce trabajos que la diosa ordenó que se le impusiera. Así pues, Heracles significa “la gloria de Hera”, en honor a los trabajos que tendría que llevar a cabo para la gloria de la diosa.

El origen de Heracles nos conecta a la familia de los perseidas, cuyo fundador fue Perseo. Su madre, Alcmena y su padre mortal, Anfitrión, eran oriundos de Tirinto. Sin embargo, Anfitrión asesinó a Electrión, padre de Alcmena, y se vieron obligados a huir de Tirinto, siendo acogidos por Creonte, rey de Tebas. En Tebas, Anfitrión tuvo que ausentarse y Zeus aprovechó para hacerse pasar por el propio Anfitrión y engendró a Heracles; al regreso , Anfitrión también engendraría a otro hijo, Ificles sin que Alcmena se percatara de la doble inseminación y de un embarazo de gemelos.

La discordia apareció cuando Zeus dijo que el próximo nacido de la estirpe de Perseo gobernaría sobre Argos, pensando que sería Heracles. Sin embargo, Hera urdió un plan para que Heracles no fuera el rey de Argos: alargó el embarazo de Alcmena e hizo que Nicipe, esposa de Esténelo (otro hijo de Perseo), pariera un niño sietemesino. De esta manera, el pequeño Euristeo se convirtió en el dueño y señor de Tirinto y, con ello, de Argos y de las zonas colindantes, mientras que Heracles tuvo que ponerse a ser su servidor por haber nacido después, saltando con ello el juramento de Zeus. Sin embargo, para nosotros, la figura herculina siempre ha destacado sobre Eurísteo, llegando a nuestros días como el héroe griego más reconocido a nivel mundial. Para ello,  y a modo de conclusión, recordemos las palabras de Heródoto sobre el héroe griego:

Mis averiguaciones, pues, demuestran palpablemente que Heracles es un dios antiguo; y en mi opinión, obran muy acertadamente los griegos que han erigido, a título personal, templos a dos Heracles; a uno le ofrecen sacrificios como a un inmortal bajo la advocación de Olímpico, mientras que al otro le tributan honores como a un héroe [Hdt. II 44, 5].

Para ampliar más información:

Alvar Ezquerra,J. (2000), Diccionario Espasa. Mitología universal, Barcelona.

Elvira Barba, M.A. (2008), Arte y mito: manual de iconografía clásica, Madrid.

Bruit Zaidman, L & Schmitt Pantel, P. (2002), La religión griega en las polis de la época clásica. Madrid.

 

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Viaje a Grecia: Epidauro

Asclepio era hijo de Apolo y de la mortal Coronis. Cuando estaba en estado, se casó con Ischis. Apolo, obviamente, se sintió agraviado por la infidelidad y mató a Ischis; y, por otra parte, Artemisa, hermana de Apolo, mató a Coronis. Pero antes de que Coronis ardiera en la pira funeraria, Apolo sacó de su vientre a Asclepio y se lo entregó al centauro Quirón, quien le enseñó todo lo relacionado con las artes curativas y plantas medicinales. Además, Asclepio tenía un don especial: el poder de devolver la vida a los muertos. Zeus, que velaba por el orden del universo, no veía con buen agrado que se alterara el orden natural de la vida. Así que tuvo que matar a Asclepio con un rayo y lo ascendió a los cielos convirtiéndose en la constelación serpentina conocida con el nombre de Ofiuco. Asclepio está en el cielo rodeado de la serpiente, símbolo de la vida. La serpiente juega un papel destacado con múltiples significados e interpretaciones, por ejemplo, la serpiente se despoja de la vejez renaciendo, la relación con la sanación y la capacidad para devolver la vida, su relación con el falo masculino y la fertilidad femenina, con la eternidad y su configuración tardía como símbolo del tiempo que retorna sobre sí mismo, su papel de custodia de las fuentes de la vida y la inmortalidad; las creencias acerca de su androginia, omnisciencia, agresividad, insomnio, vigilia, así como su unión con las fuerzas oscuras y la consideración como ser que realiza, facilita o dificulta la transición entre niveles, rompiendo así el propio espacio de la realidad presente. En definitiva, la creencia en una fuerza especial, residente, emanada, inherente o simbolizada en la serpiente, una energía alineada con el lado de lo primordial, la fuerza pura y sola. En suma, la vida, con todas sus paradojas y complejidades.

Asclepio  puede verse en ambos hemisferios entre los meses de abril y octubre por estar situada sobre el ecuador celeste.

 

Asclepio sentado sobre un ónfalos (piedra sagrada), S. V a. C.(Museo Acrópolis de Atenas)

Asclepio, por lo tanto, es el dios griego de la medicina, el que sana y cura. Le hicieron un santuario en el lugar donde nació: en Epidauro, en la Argólida (Peloponeso). El santuario (Imagen 1) descansa en una llanura rodeada de montañas; este valle es aún llamado Hierón (Sagrado). En el templo de Asclepio destacaba la estatua criselefantina del dios sentado en un trono, obra de Trasímenes de Paros. En un costado del templo estaban las salas para los que iban a consultar al dios. Detrás del templo había un pequeño edificio para recibir a los moribundos y mujeres embarazadas, pues en el propio templo de Asclepio había una máxima que se debía respetar: nadie podía morir ni nacer allí.

Imagen 1

En el santuario también destacaba el Tholos, una planta circular de mármol blanco de doble columnata, en cuyo interior se hallaba la fuente sagrada, un manantial con propiedades curativas.

Como es habitual en los recintos sagrados, cada cuatro años se celebraba un festival, en este caso en honor de Asclepio, con música y eventos deportivos. En la figura 2, vemos el estadio olímpico del santuario de Asclepio.

Imagen 2

 

Enfermos de toda la Hélade acudían especialmente a este santuario, aunque tenían otros repartidos por distintas ciudades de Grecia, implorando su ayuda para curar sus enfermedades. Se solían encerrar durante toda la noche cerca de una cámara donde se custodiaba la estatua del dios. Luego manifestaban que Asclepio se les había aparecido en sueños y, como consecuencia de ello, quedaban curados: una especie de milagro. Como la gente acudía en masa a este lugar, era lógico que apareciesen otros edificios, e incluso otros negocios para aprovechar esta corriente milagrosa.

La peculiaridad del santuario con respecto a otros es el edificio, denominado “enkoimetérion”, el lugar de la incubación en el cual los peregrinos aguardaban a que el dios les curase milagrosamente en su sueño, tal como atestiguan las numerosas inscripciones de agradecimiento que han sido halladas y están expuestas en el museo. La zona más interesante es el interior del sagrado témenos de Asclepio. La importancia de la vida onírica en la Grecia antigua era ya atestiguada por Homero (El mundo onírico en Homero). No obstante, se pueden encontrar antecedentes de la incubatio tanto en el Imperio Hitita como en Babilonia desde el segundo milenio a. C.

Dios Asclepio Museo Arqueológico de Atenas. (Siglo V a.C.)

¿Por qué Asclepio sanaba a través del sueño?

En mi opinión más íntima y personal, a la mente, que es básicamente pura por naturaleza, la saturamos de apariencias y todas las apariencias son ilusorias. La mente materializa a su vez las formas, levanta todo tipo de prejuicios, de formas externas, es un caldo de cultivo donde crecen las ilusiones que nacen directamente de la mente ordinaria. La mente tiene tanto poder sobre nosotros que llega a inocular nuestras enfermedades, nuestro sufrimiento y nuestro dolor. A través del sueño el lenguaje no tiene expresión, pero sí tienen gran importancia los símbolos, pues es la propia alma, que es intrínsicamente pura y sin ningún tipo de mácula, la que no necesita precisamente expresarse con palabras.

El hombre es esclavo de su mente y es en la fase del sueño el momento de la sanación, pues la energía del dios Asclepio, su energía, conecta con el alma del paciente y ésta hace la función reparadora de su cuerpo, limpiando las impurezas que hay dentro de sí. Por otra parte, el cuerpo debe ser un espejo del alma, pero el hombre no puede conectar su Yo superior, del mismo modo que no puede enlazar el principio con el fin, esto es realizar el movimiento circular completo, pues dentro del ideario griego creían en la idea de la perfección como círculo y no conciben la idea de manera lineal, de creación. El hombre, de esta manera, acaba sucumbiendo al desgaste de su propia materia de manera enfermiza.

Desde mi perspectiva, para armonizar cuerpo, alma y mente, el dios realizaría una canalización de energías al cuerpo del paciente, conectando con su alma. No es de extrañarnos que, durante el tránsito de la noche, al dormir, no controlemos la conciencia, pero los sueños, las pesadillas, las imágenes o cualquier objeto que provoque malestar, procede de la mente y no de otro sitio. Después del tormento de las pesadillas, se cae en un sueño más profundo, emerge una luz más brillante que el sol. Entonces,  los apegos, las incomodidades, empiezan a cesar repentinamente para después revelarse la naturaleza primigenia del alma. Es lo más parecido a ver un nuevo amanecer diferente a los que se hayan visto antes, pero, al parecer, es una sensación que solamente sabe el paciente y es difícil de explicar, pues la mayoría de los enfermos, al despertar, olvidan esa experiencia directa y sublime, pero su mente queda limpia y su cuerpo comienza a sanar. Pueden recordar una luz tenue, otros pueden recordar un lugar tranquilo y sosegado; otros ven la alternancia de las noches en días o viceversa.

Por lo tanto, para el alma, la Vía del sueño es una herramienta que repara los daños causados en la materia, en este caso, en el cuerpo humano. Cuando el paciente duerme, el alma está despierta, activa, administra su propia autoridad y puede llevar a cabo todas las actividades porque el cuerpo está pasivo. El alma irradia una luz inherente y conoce todas las cosas, tiene poder, es visible y tangible en el mundo sensible cumpliendo perfectamente todas sus funciones, entre ellas, la de sanar el cuerpo durante el sueño.

Durante el sueño, hay que destacar que no sólo el alma tiene relación directa con el dios Asclepio para llevar a cabo el proceso de sanación, también puede acceder a conocimientos superiores que le están cotados durante la vigilia y gracias a la sensibilidad propia del alma, puede captar, entre otras cosas, las premoniciones, pues el alma está receptiva y preparada para ello. Hay que subrayar que el ensueño es un camino abierto para llegar al verdadero ser de las cosas, aunque no todos los conocimientos son accesibles, pues hay algunos conocimientos que llegan con la muerte.

Sin embargo,  no todas las personas que acudían al santuario de Asclepio se curaban pues sus almas habían entrado en una absoluta obscuridad y tenebrosidad cortando el “cordón umbilical” entre su cuerpo y su alma, o lo que es lo mismo, entra en la fase que yo denomino, la “ceguera del alma”.

No se pone en duda que se producían curaciones, sólo hay que ver la gran popularidad que tuvieron los santuarios durante mucho tiempo y la gran cantidad de exvotos. Los exvotos eran obsequios de las personas que se curaban en recuerdo de un beneficio, en este caso, de la sanación de cualquier tipo de enfermedad. (Imagen 3)

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Imagen 3 (Fuente: adevaherranz)

En el santuario se construyeron, por un lado, edificios para las necesidades de los enfermos y pacientes y, por otro lado, otros de carácter recreativo y deportivo como baños, una palestra, un gimnasio, un Odeón, un estadio (Imagen 2) y el teatro famoso de Epidauro (Imagen 4)

La importancia del culto a Asclepio fue un fenómeno excepcional y de suma importancia, pues continuó con una repercusión mediática incluso después del decreto de prohibición de las prácticas de religiones paganas de Teodosio I (391 d.C.) y de Teodosio II (423 d.C.), y sólo con la destrucción provocada por el terremoto del 551 d.C,  el santuario fue definitivamente destruido y abandonado.

Lo que más me ha sorprendido de Epidauro es su teatro, el más conocido del mundo griego: por su tamaño, por su belleza y en la actualidad por su buena conservación. Enclavado en medio de un paisaje natural espectacular, rodeado de montañas bajo el manto del cielo azul.  La sede tuvo su mayor esplendor desde finales del siglo V a.C. y durante toda la época romana.

Imagen 4

 

El famosísimo y magnífico teatro de Epidauro  se yergue en el seno de un frondoso bosque sobre una colina, como si la propia naturaleza lo hubiera dado a luz  pues, dicho teatro, armoniza con la naturaleza y con el cielo.

El teatro occidental nace con la civilización griega hacia finales del siglo VI a.C. La esencia del teatro griego no es solamente la representación visual, sonora y gestual que propone el autor para su público. El teatro griego exhala una fuerza espiritual que hacía crujir los cimientos del alma del público allí presente. La mente del dramaturgo y la acción del actor conjugan la espiritualidad griega en sus picos más altos alcanzando una identidad distinta, un destino distinto, una extensión más allá de las dimensiones descriptivas y representativas. “Teatro” para el griego no es igual que para el hombre moderno de ahora. No es observación, no es contemplar, no es “representación” de la vida cotidiana, de las grandes gestas épicas,  leyendas o mitos, sino “acción”, “cumplimiento de los hechos” “realización de los hechos”, no en función de una diversión o de una tragedia, pues para el griego era una implicación colectiva ética, moral, espiritual, política, psicológica, filosófica, es decir, un crisol de creencias y de fe que vibraban en sintonía, ya que  la línea de la vida real y del teatro era tan cercana y real que elevaban el mensaje hacia lo más alto, pues la vida es como un teatro donde se ponía a prueba el alma y, en la vida, al igual que en el teatro, se halla el auténtico espectáculo trágico o cómico de la condición humana sobre la cual interrogarse.

Los principales nombres de los grandes poetas trágicos: Esquilo, Sófocles, Eurípides; y los grandes comediógrafos: Aristófanes y Menandro.

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El teatro en Epidauro, en el corazón de la Argólida, donde se encuentra el santuario de Asclepio, dios de la medicina, destaca por sus armoniosas proporciones y su buena acústica. Si se deja caer una moneda sobre la piedra en el centro de la “orchestra”, el tintineo se oye perfectamente en cualquier punto de la vertiginosa cávea adosada a la pequeña colina, capaz de acoger a 15.000 espectadores. Esa sorprendente acústica, capaz de transmitir fielmente cualquier sonido de manera intensa, era un signo más del ideal de mímesis (imitación) acorde con la concepción griega del teatro. El teatro está perfectamente integrado en el paisaje, aprovechando la inclinación de la colina para construir su graderío, que forma un enorme semicírculo de 120 metros de diámetro y 24 de desnivel, dividido en dos zonas, alta y baja, por una galería central.

En definitiva, el teatro griego era el lugar de encuentro para miles de ciudadanos que compartían, al unísono, un espacio de recreo y de reflexión colectiva sobre política, acontecimientos históricos, mitos, religión, moral, convirtiéndose en un sello característico del sentimiento griego.

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Imagen: Wikipedia

Para ampliar más información sobre el teatro griego os remito a los siguientes links de Animasmundi:

Las tragedias griegas

Catarsis

Diccionario

Para ampliar más información:

El teatro de Epidauro

Epidauro

 

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Viaje a Grecia: origen de nuestra civilización

El Templo de Apolo en Corinto

Cuando uno viaja a Grecia para ver in situ algunos de los yacimientos arqueológicos más representativos y hermosos de la Grecia antigua resulta desconsolador comprobar como enclaves tan simbólicos y significativos de nuestra civilización han quedado debilitados y esqueléticos por la invasión de otras culturas y de otras religiones. También, hay que añadir la dejadez humana y las heridas del tiempo que merman algunos restos arqueológicos imposibles de restaurar, como es el caso de Esparta.

En esta introducción, sin embargo, quiero expresar a los lectores que, a pesar de los distintos estados de los yacimientos, he disfrutado descubriendo la belleza más allá de los contornos físicos, contemplando los paisajes naturales más espectaculares, soberbios y melancólicos del mundo griego. Más allá de los vetustos y deteriorados yacimientos nunca tenemos que olvidar nuestros orígenes a pesar  del mundo materialista y decadente actual. Tenemos, pues, la tarea ardua de buscar dentro de nosotros el espíritu primigenio, la semilla de una civilización donde la unidad y la profundidad de su cultura se lo debemos a los griegos que, precisamente,  sentaron las bases espirituales, ideológicas y formales de toda la civilización occidental. Como bien dijo Gabriele D´Annunzio: “para todo pueblo de noble origen la cultura es la más luminosa de las armas de largo alcance, la cultura es más que un arma: es una fuerza indomable, como el derecho y la fe”.

Cuando uno recorre los enclaves más importantes de Grecia, en cada uno de sus santuarios, en cada expresión artística, no deja de asombrarse con todas y en cada una de sus manifestaciones, pues el pueblo griego ha marcado una huella tan profunda que hoy día sigue maravillando, pues lo original es lo más real, auténtico y cercano que podemos encontrar de nosotros mismos.

La búsqueda de la esencia del universo, las leyes del cosmos, la voluntad de representar no sólo la forma exterior de la realidad, sino de expresar los valores filosóficos, éticos, morales, espirituales, incluso, llegando al misticismo,  eran los pilares que sustentaban la sociedad griega. A todo esto hay que añadir los conocimientos exhaustivos que tenían sobre matemáticas, geometría, astrología,  teatro, literatura, resaltando en cada área el nacimiento, el devenir y el destino del hombre. Grecia es nuestra cuna, no lo olvidemos jamás, son nuestras raíces y nuestra cultura matriz.

Más allá de los espacios temporales , el arte cumple con una máxima sublime: la elaboración de un lenguaje artístico perfectamente relacionado con su mundo interior y que expresa las formas y el ideal pertenecientes al Ser, marcando un nivel no sólo de primera clase sino también universal.  Pongamos el ejemplo del arte “geométrico” (siglos X-VIII a.C.) que nace, precisamente, de una nueva mentalidad y de una nueva actitud del hombre frente a la naturaleza, ya no vista como un universo a representar, sino como una realidad infinita y compleja en la cual el hombre griego reconoce la esencia y las leyes ordenadoras internas, sin dejarse enmarañar por las formas aparentes, variables y circunstanciales del mundo externo.

Viajar por el Peloponeso es sinónimo de esencia, raíz, alma inagotable, fuente, origen, nacimiento, esplendor, belleza… La antigua civilización griega nos mantiene en un estado hipnótico y tiene un poder mágico-sacro que todavía aún ejerce de manera intacta sobre las generaciones actuales. Sólo hay que ver la demanda turística que tiene el país heleno que cada día visitan para ver los antiguos vestigios y los museos arqueológicos que hay en cada yacimiento.  Viajar, en definitiva, a Grecia, es viajar a nuestra cuna, con una añoranza del esplendor, de la plenitud, de la belleza y del mundo Tradicional. Para mí,  recorrer las más hermosas ciudades y santuarios de antaño ha sido sentir en mi interior una luz perenne que hoy día, en los tiempos modernos en el que vivimos, jamás brotaría con tanta fuerza y sensibilidad.

Atenas, Eleusis, Corinto, Micenas, Epidauro, Nauplia, Tirinto, Esparta, Mesenia, Bassae, Olimpia, Delfos y el paso de las Termópilas han sido mi estaciones de penitencia espiritual. Y tal como dijo Tales de Mileto: «todo está lleno de dioses». Ahora, más que nunca, entiendo sus palabras, pues a pesar de la estética de los yacimientos aún hay vida, esplendor, belleza e inmortalidad en todos ellos.

En los próximos posts haré una lectura íntima y fuera de los contornos físicos de cada yacimiento arqueológico destacando los valores que en este blog llevo varios años ensalzando: la religiosidad griega, la filosofía, la ética, la moral y los mitos. No obstante, haré otras lecturas que considero interesantes de comentar, como pueden ser algún monumento, una escultura en particular o una cerámica conmemorativa sobre una escena de la vida cotidiana.

BIENVENIDOS AL MUNDO GRIEGO: PRÓXIMA ESTACIÓN, ELEUISIS

 

 

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El mito de Medusa

Medusa, de Caravaggio.

Medusa significa “sabiduría femenina soberana”, en sánscrito es Medha, Metis en griego y en egipcio Met o Maat. Medusa fue importada a Grecia desde Libia, donde era adorada por las amazonas de la región como su diosa serpiente. Medusa (Metis) fue el aspecto destructor de la Gran Diosa Triple, también llamada Neith, Anat, Atenea o Ath-enna en el norte de África, y Athana en 1400 a.C., en la Creta minoica.

En las imágenes, el cabello de Medusa se asemeja en ocasiones a las trenzas cerradas, lo que muestra sus orígenes en África, donde tenía un rostro oculto y peligroso. Fue inscrito que nadie podía levantar su velo, y que al que miraba a la cara le permitía ver su propia muerte y su futuro.

El arquetipo

Históricamente, Medusa ha sido considerada el arquetipo de la madre mala; sin embargo, es mucho más compleja, pues simboliza lo siguiente:

  1. Soberana de la sabiduría femenina. Los misterios femeninos. Todas las fuerzas primordiales de la Gran Diosa: los ciclos del tiempo como pasado, presente y futuro. Los ciclos de la naturaleza como la vida, la muerte y el renacimiento. Es la creatividad y la destrucción universales en la transformación eterna. Es la guardiana de los umbrales y la mediadora entre los reinos del cielo, la tierra y el inframundo. Es la señora de las bestias. La energía latente y la energía activa.
  2. Es la conexión a la tierra. La unión del cielo y la tierra. Destruye para recrear el balance. Ella purifica.
  3. Es la verdad última de la realidad, la totalidad más allá de la dualidad. Ella rompe nuestras ilusiones mortales.
  4. Es la sabiduría prohibida pero liberadora. Las fuerzas indomeñables de la naturaleza. Como mujer joven y hermosa es la fertilidad y la vida. Como bruja, consume devorando todo en el plano terrestre. A través de la muerte tenemos que volver a la fuente, al abismo de la transformación, al reino eterno. Debemos someternos a ella y a sus términos de mortalidad. Ella refleja una cultura en armonía con la naturaleza.

 Constelación de imágenes

En su imagen podemos encontrar esta constelación de significado arquetípico. A lo largo de la historia arqueológica se han producido los patrones de correspondencia de su impronta en todo el mundo, como los antiguos poderes traducidos del mundo natural en una imagen orgánica que era accesible, práctica, ceremonial, mística y potente. Al principio su iconografía representa una poderosa fuerza natural que es adorada y venerada por las culturas como algo sagrado y santo, como símbolo de la potencia total de la Gran Diosa Triple.

Las imágenes de la medusa en la antigua Europa comenzaron varios miles de años antes de su reinvención en la mitología griega clásica. En el paleolítico superior su poder está representado en el laberinto, en la vagina, en lo uterino y en otros designios femeninos. A lo largo del neolítico, su fuerza es simbolizada por la figura femenina colocada en posturas y gestos sagrados de empoderamiento, con la presencia de animales, principalmente aves y serpientes a las que ella está íntimamente conectada. Esas imágenes aparecen en el área mediterránea y continúan extendiéndose hasta finales de la edad de bronce de la Creta minoica, (1600 a.C.), donde es representada como la diosa-serpiente.

Las aves que aparecen en su cabeza u hombro significan su generación, así como los poderes de la muerte en su aspecto oscuro, de bruja. También representan el firmamento.

Las serpientes enrolladas sus brazos, piernas o entrelazadas en su cabello son representadas susurrando en su oído. La serpiente es un tótem de los ciclos de la vida, la muerte y renacimiento, y de las estaciones. Es la conexión con la tierra fértil y el inframundo. También simbolizan la inmortalidad, ya que la serpiente cambia de piel constantemente.

Asimismo, la serpiente era relacionada con las mujeres en la antigüedad por su correspondencia con las propiedades inmortales de la sangre de la menstruación. En aquel entonces las mujeres en su periodo de menstruación eran temidas con reverencia por los hombres, debido a que sangraban inexplicablemente sin herida, y por su sincronización con los ciclos de la luna.

La serpiente era también un emblema del océano, cuando el mar era representado como una serpiente que rodea a la tierra. Siglos más tarde, los mitos de la Grecia clásica categorizaron a la serpiente como un mal, engañosa, como un personaje repugnante asociado con las “brujas” y las sabias.

En el año 750 a.C., la imagen de cuerpo completo de Medusa en Grecia es una pieza central de uno de los antiguos templos sobrevivientes, el de Artemisa, una de sus diosas ancestrales. Ella es la Señora de las Bestias, quien resguarda los recuerdos de Creta y Angolia. Al igual que Medusa, mata de una manera sagrada para que la vida pueda continuar. En esta imagen de Medusa las serpientes están atadas alrededor de la cintura en un nudo sagrado de curación, ya que esos reptiles eran utilizados con fines medicinales. Está representada con el cabello ensortijado, grandes alas de ave en la espalda e incluso sus pies en ocasiones aparecen con garras. Las alas simbolizan la libertad y el movimiento dinámico entre los mundos. Incluso hay imágenes sobrevivientes de Artemisa usando la máscara de Medusa, llamada también la máscara de la Gorgona o Hécate.

 La máscara

El símbolo ampliamente reconocido de la sabiduría femenina de las antiguas medusas era su atemorizante máscara ceremonial. Tenía grandes ojos que reflejaban su inmensa sabiduría. Representaban todo lo que se conocía, los ojos que ven a través de nosotros, hurgando en nuestras ilusiones y mirando hacia el abismo de la verdad. Su boca es mortal y semeja a una calavera. Devora toda la vida, devolviéndonos a la fuente. En ocasiones muestra amenazantes colmillos de jabalí, que significan que están destinados a asustar a los hombres, aunque aquellos más bien se remiten a los cerdos, un antiguo símbolo de la matriz del renacimiento. Su lengua sobresale como la de una serpiente y su rostro está rodeado por un halo de pelo en espiral, serpentinas que simbolizan los grandes ciclos y la sabiduría de la serpiente.

La máscara se utilizaba para guardar y proteger a las mujeres y el conocimiento secreto de la divinidad femenina. Literalmente advertía a los hombres “Aléjate de los misterios femeninos”. Fue erigida en piedra (correspondiente a su mirada de piedra), en cuevas y puertas de enlace a los lugares sagrados dedicados a la diosa. También aparecía en pilares de piedra levantados en honor de sus amantes muertos. Incluso tras la degradación de la cultura de la Medusa ateniense después del VII d.C. Antes de esa fecha, su imagen se siguió utilizando hasta el reinado de la cristiandad.

Su contaminación comenzó en Grecia en los siglos VII y VI a.C. Sin embargo, para ese entonces aún existían imágenes que veneraban a Medusa en su plena potencia. Se encontró una de la Gorgona Medusa como las de Creta en un carro de guerra flanqueado por leones. Se parece mucho a Cibeles, la Gran Diosa Madre, deidad de las fieras y de la fertilidad de la naturaleza. Al mismo tiempo fue hallado un relieve de una mujer con la máscara de Gorgona en una posición erótica o de alumbramiento, una representación de poder en las imágenes de las mujeres del neolítico. Pero su rostro y la máscara se siguieron utilizando en los templos y santuarios, y ser colocada comúnmente en columnas, puertas y corredores, reafirma su papel como guardiana de los umbrales y mediadora entre los senderos.

 La Grecia patriarcal

El patriarcado comenzó en las edades de bronce y hierro del primer milenio griego. Bajo esta concepción del mundo, Medusa ya no nació de una madre sagrada, sino de un padre supremo. Tierra y el cielo se dividen eternamente. En el mito, héroes y dioses son creados para dominar y subyugar a las fuerzas femeninas y naturales una y otra vez en diversas formas, la más común de ellas en forma de monstruosas serpientes gigantes. Un ejemplo de lo anterior es la serpiente-dragón llamada Eurinaes, quien es dominada por Apolo.

El dios Apolo representa el ascenso del patriarcado y de los intereses masculinos contemporáneos. La Eurinaes es una fuerza dinámica femenina que representa lo antiguo, las civilizaciones matrifocales y los valores femeninos anteriores a los dioses del Olimpo. Eurinaes es subordinada, dominada y domada por Apolo cuando se ve forzada a abandonar su santuario para establecerse en el templo de Delfos. A través de la dominación el héroe constantemente conquista el patrón cíclico de la naturaleza y trata de hacerlo lineal. Amansa las fuerzas femeninas salvajes y hace que las mujeres se ajusten a los roles de servicio del género masculino.

Pronto, la santa imagen de la Gorgona Medusa como símbolo antiguo de poder y sabiduría femeninos se volvió totalmente inaceptable. Para el VI a.C. sus ritos fueron interrumpidos, sus santuarios invadidos, los bosques sagrados fueron talados, sus sacerdotisas violadas y su imagen manchada. Su iconografía –al igual que las mujeres—fue dominada y domesticada. Su máscara se utilizó en elaborar linternas y estufas etruscas, probablemente por su relación con el fuego alquímico. Aunque la máscara fue ampliamente usada por la gente del campo, su sabiduría femenina, su fuerza natural, sus poderes creativos, de destrucción y regeneración fueron demonizados y se la consideró maligna. Medusa se convirtió en un monstruo horrible, (la mayoría de los monstruos eran mujeres o habían nacido de la Tierra). Su imagen más popular fue la de su derrota en el mito ateniense de Perseo.

En el arte arcaico, el momento en la historia representado más frecuentemente es la persecución después de la decapitación, cuando Perseo huye con la cabeza cortada, perseguido por las hermanas gorgonas de Medusa. En 550-450 a.C., pintada principalmente en jarrones, aparecía la imagen del héroe acechando a su víctima mientras esta duerme o cortando su garganta, mientras los dioses observan. En esas vasijas, Medusa es representada como una serpiente, un monstruo horrible. En esa época, los pocos rituales a Medusa se reservaban exclusivamente para el aspecto militar, y su imagen aparecía en armaduras o escudos.

En el curso del siglo V emergerá nuevamente como una mujer hermosa en su aspecto de doncella. Pero cuando los persas introdujeron la serpiente emplumada, sus poderes se transformaron otra vez en un dragón, el cual es fálicamente empalado por la boca, una imagen que fue muy popular en la Edad Media.

 Atenea, diosa patrona

El mito ateniense fragmentó y redujo el original libio de la triple diosa Atene a Atenea, Metis, Medusa y sus hermanas gorgonas. Gorgo, Gorgona o Gorgopis era la del “Rostro horrible y además Medusa (Metis) era el título de Atenea como diosa de la muerte. La hermana mayor era Medusa, quien representaba la sabiduría femenina; sus hermanas menores eran Esteno (la fuerza) y Euríale (la universalidad). Todas eran hijas de Ceto y Forcis, pero Medusa era la única mortal. Originalmente eran hermosas. Como Medusa, tenían alas en la espalda y en los tobillos, y llevaban la máscara de Hécate, la máscara de la Gorgona.

En el siglo VII a.C. los atenienses adoptaron a Atenea como su diosa patrona. A través del mito, los griegos cortaron las raíces de la antigua cultura de las mujeres, separándola de los aspectos oscuros de Medusa y Metis. Al separar a Atenea de Medusa, las dos se superponen: Metis se convirtió en su madre y Medusa en su enemiga.

Su madre, Metis, la cambiante de forma, se dice que es la madre original y la más sabia y grandiosa de todos los dioses. Para los atenienses, ella fue violada y devorada por Zeus. Así, Zeus obtuvo el poder sobre los demás dioses, consumiendo el antiguo linaje de Metis junto con su inmensa sabiduría. [Zeus utilizó su capacidad de cambiar de forma sobre todo para seducir y violar mujeres]. La sabiduría de Metis era tan grande que impregnó la cabeza de Zeus y de ella surgió la nueva Atenea.

Al traicionar su antiguo linaje, Atenea se convirtió en la hija obediente que conservó su aspecto virginal, fértil. Ella era la diosa municipal de la inteligencia de Zeus, al servicio del ego masculino-solar, haciendo a los hombres héroes que dominan a las mujeres y a la naturaleza, y que representan los valores patriarcales, los roles e ideales de Atenea. Ella ofrece a las mujeres un nuevo papel bendito, ausente de la esfera pública y al servicio del hombre. Las mujeres son prescritas en los roles de la virgen, esposa y madre. Como virgen, la prueba de su paternidad está confirmada. Como madre, ella es la nodriza de sus hijos. Y como esposa es devota de su hombre.

En 458 a.C. rechaza descaradamente a su madre Metis en la Orestíada de Esquilo, cuando justifica la prioridad de los hombres sobre las mujeres: “Es mi obligación dictar un fallo final aquí… No hay madre en algún lugar que me haya dado a luz… Yo estoy siempre para el hombre con todo mi corazón, y fuertemente al lado de mi padre. Por lo tanto, en los casos donde la mujer ha asesinado a su esposo, al señor de la casa, la muerte de ella no significará nada para mí”.

Sin embargo, el personaje de Atenea contiene muchas contradicciones que muestran la lucha del hombre para manejar su potente pasado. Un ejemplo de lo anterior es que el animal favorito de la diosa es la lechuza, un antiguo símbolo del ave de la muerte y de su regeneración, así como de sabiduría femenina, oscuridad, noche, luna y misterio.

La nueva enemiga de Atenea, Medusa, rivalizaba con ella en belleza y poder. Incluso Perseo acepta que admiró la belleza de Medusa cuando ella estaba muerta, por lo que llevó la cabeza con él para mostrarla a los griegos. Cuando Medusa se convirtió en un monstruo mitológico, fue la propia Atenea quien la hizo fea. De acuerdo con la Metamorfosis de Ovidio, cuando Medusa era virgen fue violada por Poseidón en el templo de Atenea. Ésta culpó a Medusa por el acto sacrílego y la castigó, transformando el elemento más bello de su persona, su cabello, en serpientes (en ese entonces las serpientes eran consideradas repugnantes). Pero incluso el monstruo Medusa responde al abuso con rabia, con una vitalidad de fuego para proteger la vida. A partir de entonces ella siempre usa su poderosa mirada para convertir a sus enemigos hombres en piedra; entre otros, Atlas fue convertido en una montaña de piedra.

Perseo con la cabeza de Medusa, por Benvenuto Cellini

El asesinato

En el mito ateniense del héroe griego Perseo, la sabiduría femenina de Medusa, junto con las potencialidades de las mujeres en general, es silenciada y las fuerzas de la naturaleza son conquistadas en un último acto de dominación y venganza.

Perseo es enviado en una misión por Polidectes, rey de Sérifos, y la propia Atenea, para recuperar la cabeza de la Gorgona, un hecho que exige las máximas heroicidad y habilidades masculinas. Se le proporcionan sandalias mágicas aladas, una capa y una bolsa de Hermes. Guiado por Atenea todo el tiempo, vuela sobre el océano hasta el lago Tritonis en Libia, donde continúa su camino a través de bosques de gran espesor. En la ruta al palacio de Medusa ve varias estatuas de hombres y bestias. También hay columnas de piedra erigidas en honor a los amantes muertos del monstruo. Perseo se encuentra a las gorgonas durmiendo. Mientras que Atenea sostiene un escudo a manera de espejo, Perseo decapita a Medusa con su espada. Enfurecidas, las hermanas gorgonas corren tras él, pero es en vano, ya que el casco lo hace invisible.

Perseo no pudo haber completado esa tarea sin la ayuda de la traidora diosa guerrera Atenea. Es ella la que lo guía e instruye a lo largo de su viaje y asesinato. Ya que el mito simboliza la usurpación de sus poderosas raíces en una cultura donde ella y Medusa eran una, fue muy útil que sólo Atenea conociera los secretos para encontrar y derrotar a Medusa.

 El poder de la sangre

Incluso muerta, la sangre de Medusa conserva sus poderes. Da vida a Pegaso, el militante corcel alado de Zeus que crea serpientes en la tierra con el toque de su pezuña, y que también introdujo el culto dionisíaco a Atenas. También Crisaor, el gigante de la espada de oro, nace de su cuello sangrante. La sangre de Medusa es drenada de su cuerpo y luego se utiliza para resucitar a los muertos (haciendo de Asclepio un gran sanador). Extraída de su vena derecha sana y alimenta la vida; de su serpiente izquierda, mata.

Las serpientes, el rostro terrible, su mirada de piedra y su sangre mágica se correlacionan con el antiguo tabú menstrual. El folklore primitivo creía que la mirada de una mujer que está menstruando podía convertir a un hombre en piedra. También se creía que la sangre menstrual era la fuente de toda vida mortal y también de la muerte, ya que ambas son indisolubles.

 Ritual militar

Perseo colocó la cabeza de Medusa en su bolsa. Utilizó la extremidad como arma en otro enfrentamiento y, cuando llega a casa, se la devuelve a Atenea. La cabeza de Medusa es entonces forjada en el centro de la égida de Atenea y en el escudo de Zeus, el cual es dado a Atenea. Incluso después de su derrota, el rostro de Medusa conserva su poder de Gorgona para proteger a la diosa de los enemigos, convirtiéndolos en piedra. Es la imagen llamativa, central de las representaciones de Atenea. El rostro de Medusa  continúa como símbolo de su fuerza en el ritual militar y en la armadura de los guerreros en la batalla.

La decapitación mitológica de Medusa simboliza el silencio final de la sabiduría y de expresión femeninas. Es el acto que se detiene su crecimiento, que limita su potencial, su movimiento y sus contribuciones culturales. Ella es eliminada y su cabeza cortada es ostentada en la Acrópolis y en obras de arte como orgullo del sometimiento de ella y de todas las mujeres en manos de los hombres violentos. Ella es rota y su cuerpo esclavizado. Su espíritu, mente, sus poderes espirituales son asesinados. Sus fuerzas de creatividad femenina y de destrucción alguna vez honradas se detienen. Su papel como mediadora dinámica es degradado. Las fuerzas salvajes de la naturaleza son controladas, domesticadas y caen bajo el yugo del orden masculino. Los ciclos de la vida y de la naturaleza se arreglan para cumplir con la perspectiva lineal de ellos.

 Detrás de las raíces libias

El mito de Perseo se inventó para explicar la aparición del rostro de la gorgona Medusa, o la máscara, en el escudo y en la égida de Atenea. No resulta sorprendente que las primeras imágenes de Atenea tuvieran un parecido asombroso con la venerada diosa-serpiente cretense. En el arte, los cambios de Atenea están asociados de manera consistente con las serpientes, tal y como aparecen en los hombros y sobre su armadura, junto con el rostro de Medusa como imagen central.

El mito de Perseo fue también un intento de ocultar las raíces libias de Atenea en la trinidad amazona-serpiente-diosa. En los mitos prehelénicos se decía que Atenea provenía del útero del lago Tritonis (que significa Tres Reinas), el mismo lugar en el que se decía que Medusa había gobernado, cazado y dirigido las tropas en el mito ateniense. Los mitos más antiguos son a su vez más específicos, y dicen que Atenea nació de las Tres Reinas de Libia, con Metis-Medusa como su aspecto destructor.

Fuente: operamundi

Enlace de interés: el simbolismo serpentino

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ÍTACA

Desde Animasmundi quiero dar apoyo al pueblo griego que está atravesando la peor crisis económica de su historia. Cuando se mira atrás no vemos nada más que una Grecia que creó una brillante cultura que aún está latente en nosotros. Esta gran civilización ahora está en la cuerda floja y entre todos, de una manera u otra, tenemos que extender nuestros corazones hacia ella. Por eso, he recurrido al poeta griego Constantino Petrou Cavafis, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna. Con su poema «Viaje a Ítaca»  nos recuerda que lo más importante es el camino y lo que aprendemos mientras lo recorremos en cada paso que damos. En este maravilloso «viaje» llamado vida, destaco lo importante que es el viaje interior que realizamos, lo que aprendemos de él y de que manera crecemos interiormente, obteniendo sabiduría y experiencia. Sensibilizarnos con el pueblo griego es para mi algo muy importante y especial  porque nuestras raíces se vinculan estrechamente con su cultura, en general, es decir: filosofía, literatura, historia, matemáticas, astronomía, teatro, medicina, poesía…En definitiva, todos deseamos que Grecia encuentre su «Ítaca» porque todos somos Grecia.

Cuando salgas en el viaje, hacia Itaca

desea que el camino sea largo,

pleno de aventuras, pleno de conocimientos.

A los Lestrigones y a los Cíclopes,

al irritado Poseidón no temas,

tales cosas en tu ruta nunca hallarás,

si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta

emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.

A los Lestrigones y a los Cíclopes,

y al feroz Poseidón no encontrarás,

si dentro de tu alma no los llevas,

si tu alma no los yergue delante de ti.

Desea que el camino sea largo.

Que sean muchas las mañanas estivales

en que con cuánta dicha, con cuánta alegría

entres a puertos nunca vistos:

detente en mercados fenicios,

y adquiere las bellas mercancías,

ámbares y ébanos, marfiles y corales,

y perfumes voluptuosos de toda clase,

cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;

anda a muchas ciudades Egipcias

a aprender y aprender de los sabios.

Siempre en tu pensamiento ten a Itaca.

Llegar hasta allí es tu destino.

Pero no apures tu viaje en absoluto.

Mejor que muchos años dure:

y viejo ya ancles en la isla,

rico con cuanto ganaste en el camino,

sin esperar que riquezas te dé Itaca.

Itaca te dio el bello viaje.

Sin ella no hubieras salido al camino.

Otras cosas no tiene ya que darte.

Y si pobre la encuentras, Itaca no te ha engañado.

Sabio así como llegaste a ser, con experiencia tanta,

ya habrás comprendido las Itacas qué es lo que significan.

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