Viaje a Grecia: origen de nuestra civilización

El Templo de Apolo en Corinto

Cuando uno viaja a Grecia para ver in situ algunos de los yacimientos arqueológicos más representativos y hermosos de la Grecia antigua resulta desconsolador comprobar como enclaves tan simbólicos y significativos de nuestra civilización han quedado debilitados y esqueléticos por la invasión de otras culturas y de otras religiones. También, hay que añadir la dejadez humana y las heridas del tiempo que merman algunos restos arqueológicos imposibles de restaurar, como es el caso de Esparta.

En esta introducción, sin embargo, quiero expresar a los lectores que, a pesar de los distintos estados de los yacimientos, he disfrutado descubriendo la belleza más allá de los contornos físicos, contemplando los paisajes naturales más espectaculares, soberbios y melancólicos del mundo griego. Más allá de los vetustos y deteriorados yacimientos nunca tenemos que olvidar nuestros orígenes a pesar  del mundo materialista y decadente actual. Tenemos, pues, la tarea ardua de buscar dentro de nosotros el espíritu primigenio, la semilla de una civilización donde la unidad y la profundidad de su cultura se lo debemos a los griegos que, precisamente,  sentaron las bases espirituales, ideológicas y formales de toda la civilización occidental. Como bien dijo Gabriele D´Annunzio: “para todo pueblo de noble origen la cultura es la más luminosa de las armas de largo alcance, la cultura es más que un arma: es una fuerza indomable, como el derecho y la fe”.

Cuando uno recorre los enclaves más importantes de Grecia, en cada uno de sus santuarios, en cada expresión artística, no deja de asombrarse con todas y en cada una de sus manifestaciones, pues el pueblo griego ha marcado una huella tan profunda que hoy día sigue maravillando, pues lo original es lo más real, auténtico y cercano que podemos encontrar de nosotros mismos.

La búsqueda de la esencia del universo, las leyes del cosmos, la voluntad de representar no sólo la forma exterior de la realidad, sino de expresar los valores filosóficos, éticos, morales, espirituales, incluso, llegando al misticismo,  eran los pilares que sustentaban la sociedad griega. A todo esto hay que añadir los conocimientos exhaustivos que tenían sobre matemáticas, geometría, astrología,  teatro, literatura, resaltando en cada área el nacimiento, el devenir y el destino del hombre. Grecia es nuestra cuna, no lo olvidemos jamás, son nuestras raíces y nuestra cultura matriz.

Más allá de los espacios temporales , el arte cumple con una máxima sublime: la elaboración de un lenguaje artístico perfectamente relacionado con su mundo interior y que expresa las formas y el ideal pertenecientes al Ser, marcando un nivel no sólo de primera clase sino también universal.  Pongamos el ejemplo del arte “geométrico” (siglos X-VIII a.C.) que nace, precisamente, de una nueva mentalidad y de una nueva actitud del hombre frente a la naturaleza, ya no vista como un universo a representar, sino como una realidad infinita y compleja en la cual el hombre griego reconoce la esencia y las leyes ordenadoras internas, sin dejarse enmarañar por las formas aparentes, variables y circunstanciales del mundo externo.

Viajar por el Peloponeso es sinónimo de esencia, raíz, alma inagotable, fuente, origen, nacimiento, esplendor, belleza… La antigua civilización griega nos mantiene en un estado hipnótico y tiene un poder mágico-sacro que todavía aún ejerce de manera intacta sobre las generaciones actuales. Sólo hay que ver la demanda turística que tiene el país heleno que cada día visitan para ver los antiguos vestigios y los museos arqueológicos que hay en cada yacimiento.  Viajar, en definitiva, a Grecia, es viajar a nuestra cuna, con una añoranza del esplendor, de la plenitud, de la belleza y del mundo Tradicional. Para mí,  recorrer las más hermosas ciudades y santuarios de antaño ha sido sentir en mi interior una luz perenne que hoy día, en los tiempos modernos en el que vivimos, jamás brotaría con tanta fuerza y sensibilidad.

Atenas, Eleusis, Corinto, Micenas, Epidauro, Nauplia, Tirinto, Esparta, Mesenia, Bassae, Olimpia, Delfos y el paso de las Termópilas han sido mi estaciones de penitencia espiritual. Y tal como dijo Tales de Mileto: «todo está lleno de dioses». Ahora, más que nunca, entiendo sus palabras, pues a pesar de la estética de los yacimientos aún hay vida, esplendor, belleza e inmortalidad en todos ellos.

En los próximos posts haré una lectura íntima y fuera de los contornos físicos de cada yacimiento arqueológico destacando los valores que en este blog llevo varios años ensalzando: la religiosidad griega, la filosofía, la ética, la moral y los mitos. No obstante, haré otras lecturas que considero interesantes de comentar, como pueden ser algún monumento, una escultura en particular o una cerámica conmemorativa sobre una escena de la vida cotidiana.

BIENVENIDOS AL MUNDO GRIEGO: PRÓXIMA ESTACIÓN, ELEUISIS

 

 

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2 comentarios

Archivado bajo Antigua Grecia

2 Respuestas a “Viaje a Grecia: origen de nuestra civilización

  1. Saludos. Considera usted positivo para la humanidad, el cambio llevado a cabo por el paso del pensamiento matriarcal al patriarcal demostrado por ejemplo en los textos de Sófocles en Antígona o de los filósofos Platón o Arísitoteles, donde el mundo matriarcal queda reducido, dominado, desdibujado o malinterpretado. Todo esto a la luz del desarrollo de la civilización occidental y del estado de las cosas actual? Gracias.

    • En la antigüedad, no ha habido ninguna sociedad o periodo que se haya tildado de “matriarcal”. Entonces, no ha habido ese paso del pensamiento matriarcal al patriarcal tan evidentes. Los términos “matriarcal” representa una confusión si queremos comparar nuestro mundo moderno con el antiguo. En el mundo antiguo no creo que tuviera esas limitaciones tan divididas entre hombres y mujeres. Se me viene a la mente un ejemplo claro donde no existe dominación de ningún género, sino en valores donde el hombre y la mujer orientaban sus relaciones en pro de la comunidad, de la familia, de su patria. Es el caso, por ejemplo, el de Ulises y de Penélope. Ulises parte a la guerra de Troya, mientras su esposa cuida y protege Ítaca, la patria de ambos. Es la que regenta Ítaca (a nivel económico, social, político..) mientras Ulises va a combatir. Aquí se refleja unos lazos de igualdad complementaria, para mujeres y hombres por igual y no existe una dominación del hombre hacia la mujer. Ambos se necesitan para el bien de su patria. El valor maternal era fundamental, por ejemplo, para la crianza de los hijos. La madre era el basamento, el faro y el equilibrio. Aprovechando mi viaje a Esparta y descubrir cómo era la sociedad espartana, la mujer desempeñaba un papel primordial para la estabilidad de los hijos. Aprovecho estas líneas para decirte que Leónidas se casó con Gorgo, pues la descendencia de un varón era un compromiso obligatorio dentro del ejército con el fin de garantizar una élite de soldados espartanos. Las mujeres espartanas estaban entrenadas desde muy jóvenes para dar robustos guerreros, su objetivo principal. Gorgo fue la única en ser hija de un rey de Esparta, esposa de un rey de Esparta y madre de un rey de Esparta. Según cuenta Plutarco (Vida de Licurgo, xix.8) narra la importancia del papel de las mujeres en Esparta:
      «Habiendo sido interrogada por una mujer del Ática: «¿Por qué sois las únicas, vosotras las laconias, que mandáis a los hombres?», «Es porque, contestó, somos las únicas que damos a luz a verdaderos hombres». Leónidas y Gorgo tuvieron un hijo, Plistarco, el que fuera sucesor de Leónidas.
      Gorgo y Leónidas tuvieron un papel fundamental sin que nadie prevaleciera uno encima del otro, no había dominación, o una imagen femenina secundaria. Tenían unas libertades dentro y fuera del hogar muy importantes, y conocían cuáles eran sus roles, sin pensar si eran inferiores al hombre.
      Los arqueólogos o antropólogos no ven evidencias algunas que permitan afirmar que hubo mujeres que dominaran y explotaran a los hombres. Es cierto, por ejemplo, en la sociedad micénica o minoica que aparecieran diosas, como ejes principales de la sociedad religiosa-política, pero no evidencia una dominación femenina, ni tampoco masculina. Existían roles en las mujeres como el papel de las sacerdotisas, las pitias, compartiendo con el hombre el poder, aunque si es cierto que las mujeres nunca llegaron a controlar todos los aspectos de las vidas y actividades de los hombres y de la sociedad. Cada uno tenían su sitio, eran dos piezas del mismo puzle que se complementaban entre sí.
      No obstante, el debate es muy difícil de cerrarse de manera rotunda en torno a la distribución del poder en las sociedades del pasado.
      Saludos y gracias por seguir a Animasmundi.

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