Archivo mensual: diciembre 2016

El rito en la antigua Grecia

En la Grecia arcaica, como en otras muchas civilizaciones antiguas, los ritos eran muy importantes, ya que en una época en la que todavía jugaban un papel muy destacado los elementos mágicos y religiosos, se creía en la eficacia de la ceremonia para propiciar  las fuerzas naturales y sobrenaturales. Por lo tanto, no nos debe extrañar que hubiese especialistas en estas cuestiones y que su rango fuese elevado y muy considerado.

El rito era una parte vital y sumamente importante pero además, se consideraba una señal de jerarquía, de poder. La conservación de estos antiguos ritos, por otra parte,  tenía que ver con los valores morales de una sociedad que mostraba respeto a los dioses y a la naturaleza.

Los ritos son un método de autodisciplina, de dominio de uno mismo y de la naturaleza, ya que el individuo se ve a obligado a hacer las cosas de una manera precisa y determinada. Igualmente, tenían la responsabilidad de la ritualización de la sociedad y del Estado garantizando un perfecto funcionamiento de los mismos.

Sintetizando, el ritual sirve para organizar el espacio y el tiempo, para definir las relaciones entre los hombres y los dioses, los hombres con la naturaleza y los hombres con los hombres. El rito no está construido en base a unas doctrinas ni es fiel a un dogma o a una creencia, sino más bien la continuidad de una tradición y una conexión de la comunidad que es la observancia. Pero, por otra parte, esto no excluye un pensamiento religioso o unas creencias, ya que se basan en un sistema de organización que conecta la sociedad humana con el universo que la rodea, incluyendo a los dioses.

Degollamiento de víctima sacrificial.

Degollamiento de víctima sacrificial

La vida pública y privada de un ciudadano griego estaba organizada en torno a un conjunto de ritos de todas clases, desde su nacimiento hasta su muerte, por lo que la religión se mezcla, de manera natural y orgánica, en todos los momentos y todas las etapas de la vida del ciudadano griego. Cualquier falta de cumplimiento en la práctica incitaba la ira divina, y cualquier cambio y alteración debía ser sancionada. En la antigüedad, uno de los fines de los oráculos, portadores de la palabra divina, por ejemplo, el oráculo de Delfos, era castigar o sancionar a aquellas personas que podían reformar la práctica del ritual.

La observancia de los ritos ya se encuentra codificada en época muy temprana por medio de unas leyes escritas. La multiplicación y la publicación de estas «leyes sagradas», grabadas en piedra y colocadas a las puertas de los templos y en los lugares públicos, es uno de los fenómenos que acompañan al nacimiento de la ciudad-estado al comienzo del siglo VIII a.C.

Para concluir, destacaremos un texto muy ilustrativo donde  refleja lo cotidiano que era realizar un ritual, siendo la libación y la plegaria fundamental en dicho rito:

«ELECTRA.— Heraldo supremo de cuantos viven sobre la tierra o debajo de ella, dame tu ayuda, Hermes, Hermes subterráneo; llévame el mensaje, para que los dioses de bajo la tierra, deidades tutelares de la morada de mi padre, presten oído a mis plegarias, y también la tierra, la que todo lo pare y, después de haberlo criado, lo recibe de nuevo en su seno.

Yo, al derramar estas libaciones en honor del muerto, digo, invocando a mi padre: «Ten compasión de mí y de mi amado Orestes y enciende de nuevo la luz en palacio, porque, en cierto modo, ahora andamos nosotros errantes, vendidos por la misma que nos parió, mientras que ella ha tomado, en tu lugar, por marido a Egisto, precisamente el que fue cómplice de tu asesinato. Yo ocupo el lugar de una esclava, y, lejos de tus riquezas, Orestes, está desterrado, en tanto que ellos, con arrogancia, se refocilan en grande con lo que ganaste Con tus fatigas. ¡Qué venga aquí Orestes —te ruego— por una fortuna feliz! Y escúchame, padre, concédeme que llegue yo a ser mucho más casta de lo que es mi madre y más piadosa con mi mano.

Éstas son mis plegarias en nuestro favor. Para los culpables, yo digo, padre, que se presente un vengador tuyo y que, con justicia, a los que mataron, se lo haga pagar con la muerte. Esto lo coloco en el centro de mi plegaria, diciendo, en perjuicio de aquellos, esta imprecación. Para nosotros, en cambio, envía aquí arriba bienes con ayuda de las deidades, la tierra y la justicia vengadora»

Con tales plegarias hago la ofrenda de estas libaciones. Exige el rito que vosotras lo coronéis con gritos de duelo, entonando el peán por el muerto.» (Esquilo, Las Coéforas, vv. 123-150.)

Obra de referencia:
El origen salvaje: Ritos de sacrificio y mito entre los griegos (Acantilado (edición digital))

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