Archivo mensual: agosto 2021

Edipo: el héroe trágico en tiempos de pandemia

He tenido el honor de disfrutar de la versión onírica del mito griego que gira en torno a Edipo, de la mano de Paco Bezerra y Luís Luque, dos de los profesionales del teatro más reputados del panorama español. La representación fue en el histórico santuario sagrado levantado por la Antigua Roma en la colonia Augusta Emerita, actual Mérida (España).

A pesar de ser una versión onírica ajustada a los tiempos de ahora, la fuerte carga filosófica y el mensaje principal de Sófocles estuvieron siempre presente en el escenario. La condición del héroe siempre ha de acompañarse de sacrificio, todo lo contrario, a los tiempos modernos donde el modelo a seguir es alcanzar la fama sin mérito y sin sacrificios. En un mundo de valores invertidos, en una sociedad vacía de ética y de educación que se dirige hacia el abismo, me pareció la obra un faro de luz radiante en medio de esta oscuridad que nos ciega por completo. La obra atiza con fuerza en la idea de que la verdad siempre ha de estar por encima del engaño y la mentira, aunque esa verdad acabe siendo nuestra perdición. ¿Quién es Edipo hoy día? ¿Quién es el valiente capaz de descubrir su verdadera naturaleza en medio del caos y de tanta decadencia?

Queremos el éxito rápido, deseamos dinero con rapidez, anhelamos la fama a cualquier costo, pero nadie se pregunta quiénes somos, para qué estamos aquí, por qué estamos atravesando un momento histórico de bajeza y de sufrimiento, de muerte y de carencia de identidad. Edipo somos todos y algún día tendremos que despertar del terrible sueño que estamos viviendo, pero para ello tenemos que taparnos los ojos físicos y empezar a aprender a contemplar el mundo desde una óptica más elevada y trascendental. La obra se encamina perfectamente a este ideario y nos impulsa a reflexionar sobre que a veces, en la vida, toca cambiar de rumbo, por muy doloroso que sean nuestras pérdidas. La verdadera naturaleza es maestra de la verdad y nosotros debemos seguir la senda que está grabada en el cosmos, esa fuerza que escapa fuera de nuestro control y de nuestro entendimiento, que es incomprensible en nuestro sistema actual, de ahí que estemos atravesando por un periodo de frustración, de pérdidas de seres queridos y de levantarnos cada día con la incertidumbre en nuestras mentes. Edipo destapó la verdad para reestablecer un orden microcósmico (su mundo), fiel reflejo del macrocosmos (el universo).

En líneas generales la obra estuvo cimentada en estos pilares trascendentales que conectan el mundo antiguo griego y el mundo moderno. La fuerza del destino, la travesía de la muerte, la verdad y la ética se conjugaron sobre el majestuoso teatro de Mérida, desde Sófocles hasta la eternidad, el papel del héroe va ligado a la tragedia, al sacrificio, al esfuerzo de superar barreras físicas-mentales para lograr el verdadero despertar y Alejo Sauras interpreta magníficamente a ese héroe , Edipo,  que con su monólogo final,  puso al auditorio en pie.

Marco Tulio Cicerón subrayó: La naturaleza ha puesto en nuestras mentes un insaciable deseo de ver la verdad.

Tuve el honor de ver la obra en la orchestra, un espacio semicircular destinado al coro y pavimentado con losas rectangulares de mármoles blancos.​ A esta zona se accede por los parodoi (imagen 1), galerías situadas en los laterales y que se abren bajo las gradas. Al salir por los parodoi,  sentí que la inmortalidad reinaba en ese entorno tan mágico y con una fuerza descomunal proyectada por todo el teatro. Me emocioné muchísimo cuando alcé la mirada hacia las cáveas (gradas) rebosante de gente esperando expectante que empezara la obra. En ese momento me sentí pequeño e insignificante.

Imagen 1
La Orchestra, al fondo, un espacio semicircular. Ahí presencié a «Edipo en llamas».

Para cerrar mi experiencia, tengo que destacar que el mito aún sigue con fuerza y frescura como otrora y observar este fenómeno en primera línea me hizo vibrar mi interior con alegría y fuerza. Me orgullece ver que el mito tiene vigencia, que el mito prevalece aún activo y cobra gran relevancia a pesar de movernos en un mundo caótico e imprevisible.

Augusta Emerita

Mi visita concluyó por Augusta Emérita, descubriendo sus rincones históricos más representativos. La ciudad es una “pequeña Roma” donde podemos contemplar los siguientes edificios:

  1. El circo

El circo en el mundo romano era un edificio lleno de símbolos. El poder del emperador y el cosmos eran una misma cosa y ambos tenían su representación en los elementos de dicho edificio. Podría decirse que el circo es un universo en miniatura: por un lado, la arena simboliza la tierra y su forma un año completo; por otro lado, los aurigas deben correr siete veces el circuito. El circo romano estaba consagrado al Sol, circus Soli principaliter consecratur y era un edificio cargado de simbología solar. (Tertuliano De spectaculis , 8-9).

Como dato de interés, tenemos que recordar al mejor deportista y mejor pagado de todos los tiempos: el auriga Cayo Apuleyo Diocles que nació en Lamecum, provincia romana de Lusitania (hoy Lamego, Portugal) en el año 104 de nuestra era. Su trayectoria fue heroica y recordada eternamente.

2. El anfiteatro romano.

Para los espectáculos de luchas de gladiadores y de fieras. La construcción del anfiteatro se planificó junto con la del teatro.

3. El acueducto de los Milagros

Para transportar el agua del embalse de Proserpina. El acueducto recorre un hermoso parque público. La cañería serpenteaba por toda la ciudad romana abasteciéndola de agua.

4. El Templo de Diana

Se construyó en el foro municipal (con características clásicas), pero realmente estaba dedicado al culto imperial. Los hallazgos arqueológicos fueron varias imágenes de gran interés que han permitido aclarar el verdadero sentido de su culto. Esculturas de un emperador de la dinastía Julio-Claudia (probablemente Tiberio o Claudio), o la del “Genius Augusti”, símbolo de la divinización del emperador, por destacar algunos hallazgos representativos. Lo más importante es saber que se le daba una representación de carácter divino a los emperadores, como también al senado romano. Todos los restos arqueológicos, así como los hallazgos más importantes están en el Museo Nacional de Arte Romano, en Mérida, visita obligada para deleitarse de su riqueza. En el museo podemos disfrutar de sus pinturas y mosaicos, inscripciones (cabe destacar las funerarias), utensilios, numismática, esculturas, arquitectura.

El concepto de Imperium viene muy bien desarrollado en el pequeño ensayo titulado: Imperium, Eurasia, Hispanidad y Tradición

Uno de los autores sobre dicho ensayo, Eduard Alcántara subraya:

Para la Tradición la noción de Imperium representa la aspiración de trasladar el Orden cósmico (el Ordo del que se hablaba en el Medievo o el Ritá védico) a las construcciones político-sociales pergeñadas por el hombre. Se trata de hacer del microcosmos un reflejo del macrocosmos. Hablamos de la pretensión de consumar lo que reza el adagio hermético-alquímico cuando expresa que «lo que es arriba es abajo». La armonía que rige en los dominios celestiales y que tiene su correlato en la música de las esferas de la que ya hablaba (Pitágoras) debe regir también en los dominios terrenales. Las fuerzas sutiles (numina) constituyen el nervio del entramado cósmico y al igual que se compenetran de tal modo que armonizan las dinámicas del macrocosmos el hombre debe, mediante el rito sagrado, activarlas para que con su operatividad posibiliten que la armonía que rige en lo Alto rija también aquí abajo en la forma del Imperium o del Regnum, ambos, pues, de carácter sagrado.

En cuanto a la figura del emperador, el autor destaca que alrededor de la figura del Emperador como eje vertebrador, pues éste está revestido de esa aura sacra que desprende un prestigio, una dignidad superior y una majestas que no requieren, por su naturaleza, de ninguna fuerza coercitiva para mantener la cohesión de los diversos cuerpos sociales, administrativos y territoriales que forman parte de ese Imperium. El emperador, en la Tradición, asume el papel de Pontifex, o hacedor de puentes, entre el mundo Metafísico y el mundo físico. Es clave, pues, en la sacralización de las sociedades de las que es rector y guía. Actúa como catalizador y ejemplo para aquellos que por voluntad y potencial espiritual se aventuran a transitar por el riguroso, metódico y arduo camino de la metanoia, de la transustanciación o remotio interior, de la realización espiritual. Asimismo, a los carentes de dicha voluntad y potencial les hace posible la aproximación, por participación en su proyecto, a las Verdades Trascendentes.

He leído el libro y os recomiendo su lectura para entender el mundo sacro que giraba en torno al mundo romano. El enlace al libro se encuentra en: Amazon

Para ampliar más información sobre Eduard Alcántara, os enlazo su entrevista: autor

Vista del puente romano (800 metros de longitud)

Os recomiendo la visita a Augusta Emerita, sin duda, porque es el lugar adecuado para gritar: “Agricolae magna laetitia aquam vident” (Los agricultores ven el agua con mucha alegría).

Este post está dedicado a nuestro Hermes (guía) pues sin su compañía, el viaje no tendría valor alguno.

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Plotino

«Me esfuerzo por devolver lo divino que hay en mí a lo divino que hay en el Todo»

Según el folósofo Plotino (205-270), todo lo existente piensa a su manera, ofreciendo una perspectiva única del Uno: las plantas expresarían el pensamiento vegetal; los animales, el pensamiento animal, y así sucesivamente.

El filósofo helenista del siglo III Plotino defendía la tesis de que todo es Uno y desarrolló un estilo de vida y una práctica coherentes con su filosofía. Según su discípulo Porfirio, Plotino no celebraba sus propios cumpleaños, sino los de Platón y Aristóteles. De hecho, Plotino se dedicó a la filosofía hasta su último aliento, pues se dice que éstas que comentamos fueron sus últimas palabras.

¿Qué quiso decir? «Lo divino» no alude a la figura omnipotente de Dios, sino a la Inteligencia, que no consiste sólo en ideas abstractas. Según él, todo lo existente piensa a su manera, ofreciendo una perspectiva única del Uno: las plantas expresarían el pensamiento vegetal; los animales, el pensamiento animal, y así sucesivamente. Por tanto, «devolver lo divino que hay en mí a lo divino que hay en el todo» es restaurar la unidad del Uno, reunirse con todo después de la muerte: pervivir pensando en (y con) todo.

Fuente: IDEAL (Granada), 5 agosto, 2021.

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