Cerbero, el perro de tres cabezas, de espantoso ladrido, con serpientes creciendo en todo su cuerpo y con víboras por cola, era el guardián del Hades. Las tres cabezas simbolizan la sensación, el deseo y las buenas intenciones. Es el amor a la sensación el que conduce a la humanidad de acá para allá, para satisfacer el hambre en el mundo económico o para satisfacer el deseo de felicidad en el mundo del placer. La tercera cabeza son las buenas intenciones no llevadas a cabo, de las cuales siempre se ha dicho: «El camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones».
La cola formada de serpientes representa a todas las ilusiones que impiden el progreso de la vida espiritual; la materialidad que nos oprime; la naturaleza síquica inferior que causa tal destrucción; el miedo, el fracaso, la ira, la venganza, son atributos que tenemos que vencer.
La bajada al Hades, a los infiernos, de cualquier héroe mitológico (Ulises, Hércules, Orfeo..) se vuelve aplicable a las condiciones de cualquier persona. ¿Quién no se ha encontrado en un periodo de su vida en un infierno? Cada uno de nosotros, nos enfrentamos diariamente a adversidades, obstáculos, problemas, así como aprender las lecciones que la vida trae consigo misma, a veces, inexplicables. El trabajo principal es la eliminación de todo temor y el control de las fuerzas naturales de la propia naturaleza (muertes, pérdidas, derrotas, separación..)
Los héroes mitológicos saben encontrarse como parte divina, como seres que van más allá de lo físico, a la vez que descubren que el individualismo debe ser sacrificado inteligentemente para el bien del grupo.
Hércules venció a Cerbero, que bajó al Hades para liberarse de su servidumbre y obedecer a sus aspiraciones más profundas. Cada uno de nosotros tenemos que recordar que el destino de la humanidad es incomparable y que depende en gran parte de su voluntad para colaborar en una meta mucho más trascendente.