La concepción del alma de los muertos en Homero

Hermes leading the spirits of heroes to the de...

Hermes leading the spirits of heroes to the depths of Hades, pencil drawing on paper, 22.5 x 31.3 cm, private property. (Photo credit: Wikipedia)

La creencia más extendida era que al morir las almas de los seres humanos, como si de un humo o sombras se tratasen, se desvanecían y se dirigían al Hades. Así se le conocía por la psiqué del individuo. Precisamente, Homero, en el canto XI de la Odisea, ofreció, aprovechando la visita de Ulises al mundo de ultratumba, una imagen muy exacta, que, con el paso del tiempo, condicionará posteriormente la que realizará Virgilio en el libro VI de la Eneida, que, a su vez, adaptada a las doctrinas cristianas, será recreada por Dante en la Divina Comedia. Básicamente, Homero detalla un lugar lúgubre y aciago en el que las almas, desprovistas de toda consistencia física, estaban confinadas y del que, si les fuera permitido, se evadirían.  El pasaje homérico relata la forma en la que las almas acudieron fugaces hacia Ulises con la esperanza de beber la sangre vigorosa y vital de Ulises que traía consigo tras realizar un cruento sacrificio de animales, por indicación de la maga Circe, tras hacer las correspondientes invocaciones y libaciones hacia los muertos.

Ulises se encuentra delante del alma del gran héroe Aquiles que le infunde ánimos diciéndole:

–          Ningún hombre es más feliz que tú, Aquiles, ni de los de antes ni de los de después. Pues antes, en vida, te honrábamos como a los dioses, y ahora, de nuevo, gobiernas poderosamente sobre los muertos.

Aquiles reponde contundemente la amarga desesperanza de las almas de los muertos:

–          No me consueles de la muerte, ilustre Ulises. Preferiría estar en la tierra y servir a un hombre pobre, sin muchos medios de vida, que ser el señor de todos los consumidos.

En definitiva, las almas (Psiqué) carecen de solidez y firmeza al estar desprovistas de la vida, y sienten su reclusión en el Hades como una especia de condena perpetua.

Todo este imaginario escatológico recreado por Homero fue el más aceptado por la mentalidad griega, poco o nada preparada para entender, como sostenía Pitágoras, que el alma, lejos de perder su consistencia, tenía la posibilidad de renacer y volver a vivir una vida integrada en otro cuerpo.

De todos los elementos del alma sólo la psiqué continúa presente en la vida ultraterrena y representa al individuo. Cuando la psiqué muere ya no regresa más a la vida. Tras la muerte, sin embargo, el muerto se presenta no sólo como psiqué sino como un eidôlon. Las descripciones del eidôlon sugieren que los griegos creían que el alma del muerto tenía la apariencia del ser vivo, y describían las acciones físicas de las almas de los muertos de dos formas contradictorias: pensaban simultáneamente que las almas del muerto se movían y hablaban como un ser vivo y que el alma de los muertos no podía hablar o moverse y en su lugar chillaba y revoleteaba de un lado a otro.

Dos pasajes sobre el significado de eidôlon dará vigor al término citado: por un lado, después de que Apolo alejara a Eneas del templo para que fuera curado de sus heridas tras su lucha con Diomedes, “fabricó un eidôlon a imagen y semejanza de Eneas”; por otro lado, Atenea envía a Penélope un eidôlon hecho a imagen y semejanza de Iftima. De estos ejemplos se desprende que un eidôlon en un ser con idéntico aspecto al de una persona y confirma el hecho de que para los antiguos griegos los muertos tenían el mismo aspecto que los vivos.

La psiqué también abandona el cuerpo durante un desvanecimiento y otras clases de inconsciencia y regresar al cuerpo. La psiqué no puede permanecer en un cuerpo muerto, y persigue una vida de ultraterrena.

¿Qué función tiene la psiqué cuando una persona está viva? En ese estado, la psiqué se encuentra presente sólo de forma pasiva.

Se ha dicho que en Homero la psiqué se encontraba situada en la cabeza, incluso los términos psiqué y “cabeza” son a veces intercambiables. Mentor describe a los pretendientes  de Penélope de “arriesgando sus cabezas”. En el prólogo de la Ilíada, el poeta habla de la cólera de Aquiles al enviar a muchos psiqué al Hades. La expresión es utilizada de nuevo más tarde, aunque entonces el poeta usa “cabezas” en vez de “almas”. No obstante, resulta obvio que el hecho de que cabeza y psiqué se utilicen a veces de forma intercambiable no lleve a la conclusión de que la psiqué estuviera localizada en la cabeza. Se cree que ambas representaran la misma cosa, es decir, la totalidad de la persona.

Las almas de los muertos se muestran que son incapaces de hablar con normalidad. Hay diversidad de pasajes donde se refleja muy bien esta naturaleza del alma: las almas de los pretendientes emiten los mismos sonidos mientras son guiados por Hermes hacia los infiernos, y por esa razón fueron comparados con murciélagos. Sófocles les atribuye un sonido diferente cuando escribe: “aquí llegan los zumbidos del enjambre de los muertos”. Este sonido miserable que emiten las almas de los muertos es sin duda producto de su imposibilidad de hablar. Hesiodo llama a la muerte “la que hurta la voz”

En definitiva, Psiqué y eidôlon están conectadas al inframundo de Homero. Tras la muerte de Patroclo, se aparece a Aquiles tal y como era cuando vivía; y durante todo el tiempo en que está en contacto con él, habla a Aquiles como lo haría una persona normal. Sólo cuando termina el diálogo desaparece chillando.

4 comentarios

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4 Respuestas a “La concepción del alma de los muertos en Homero

  1. Ofelia

    ¡Qué interesante! de hay psicofonía, de «psico, psique» = alma o actividad mental según la RAE y «fonía»= voz…. las voces de las almas, de la psique, de los muertos

    • ¡Claro! Todo está conectado. Me alegro de que participes activamente en el blog. Espero que lo divulgues en aquellas personas interesadas en estos temas.

  2. Ofelia

    Lo haré. Gracias

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