La unificación del alma sólo existe en el centro de nuestro Ser, en el eje del péndulo que ya no está sometido a las oscilaciones del «si» y «no»
La unificación del alma sólo existe en el centro de nuestro Ser, en el eje del péndulo que ya no está sometido a las oscilaciones del «si» y «no»
No entiendo muy bien esta reflexión. Me parece interesante pero no capto del todo su sentido ¿podría explicarlo de otro modo? muchas gracias . Original este blog…
Esta frase, principalmente, nos enseña a despojarnos de las múltiples «máscaras» que llevamos en nuestras vidas: «me gusta» o «no me gusta» «blanco» o «negro». Nuestras emociones, así como nuestros sentimientos son como olas, cambiantes, y son las que les damos más importancia y no es así. Por encima de todo, hay que encontrar la unidad, lo estable, lo real, que es el mar, y no las olas. Por eso, tenemos que abandonar nuestras oscilaciones internas pendulares (olas) y permanecer en el centro (mar). Con esta metáfora, espero que hayas entendido esa reflexión.
Un poco como el «aurea medicritas» de Horacio…El término medio de los epicureistas…
ODA II (Libro 10) Horacio
Acertarás más en la vida, Licinio, si no estás siempre
aventurándote hacia alta mar y si no te acercas
en exceso a la costa poco fiable por recelo
y horror al temporal.
Todo aquél que escoge la áurea moderación
se siente amparado y preservado de la sordidez
de un techo ruinoso, se siente alejado y preservado
de la envidia que causa un palacio.
Es más frecuente que los vientos agiten los pinos
más altos, y que las torres elevadas caigan
con más serias consecuencias, y que los rayos castiguen
las cumbres de los montes.
Un espíritu bien preparado espera
un cambio de suerte en momentos adversos, lo teme
en los propicios, si Júpiter es quien vuelve a traer
los ingratos inviernos, él mismo
hace que se alejen. No porque hoy vaya mal, en el futuro
también habrá de pasar lo mismo: de vez en cuando despierta
a la musa silenciosa con su cítara, que no sólo el arco
sabe templar Apolo.
En las dificultades muéstrate decidido
y valiente. Igualmente, ten la sensatez
de replegar velas cuando las hinche un viento
demasiado favorable
(perdón, oda 10 libro 2)