El viaje como rito iniciático

Viajar es el término más importante de la mitología grecorromana. Si observamos detenidamente, los relatos míticos presentan un continuo peregrinaje de dioses y héroes. Las vidas de Jasón, Ulises y Eneas (por nombrar a tres héroes referentes en el mundo mitológico) no habrían sido las mismas si no hubieran realizado aquellos viajes, llenos de aventuras y peripecias. Estos viajes solían ser largos, turbulentos, sembrados de obstáculos y dificultades. A cada paso, tras una ola o en cada recodo del camino se escondían seres extraños, monstruos terribles, la vida pendía de un hilo…El héroe debía emprender un viaje a lugares desconocidos donde le sucederían unas arduas y complejas pruebas, una serie de aventuras que servirían como prueba iniciática y le consagrarían, finalmente, como un ser excepcional, único e irrepetible.

El viaje de un héroe comenzaba desde muy temprana edad. Recordemos que Atenea (bajo la figura de Mentes) insta a Telémaco a salir de Ítaca para buscar respuestas a todas las cuestiones sobre el regreso de Ulises, tras la guerra de Troya, a su patria, Ítaca.

Trasládate primeramente a Pilos e interroga al divinal Néstor; y desde allí endereza los pasos a Esparta, al rubio Menelao (…) si oyeres decir que tu padre vive y ha de volver, súfrelo todo un año más, aunque estés afligido; pero si te participaren que ha muerto y ya no existe, retorna sin dilación a la patria, erígele un túmulo, hazle las muchas exequias (…). (Odisea, Canto I).

Atenea, protectora de Ulises y conocedora de todas sus cuitas, acompaña al joven Telémaco en su pequeña odisea particular para averiguar el paradero de su padre o, bien, si aún continúa en el mundo de los vivos o no.

Sin embargo, Ulises le reprochó a Atenea por qué le incitó a que viajara su hijo, aún imberbe e inexperto guerrero, cuando la propia diosa conocía su paradero. La diosa, sin titubear, le respondió que tenía que buscar la fama. (Odisea, Canto XIII).

El guerrero, joven e inexperto, tiene que recorrer mundos (viajar) bien para adquirir fama, bien para tener más experiencia y conocimientos y, por último, lograr la sabiduría para consagrarse como héroe. Atenea desea que Telémaco salga de su estado tierno e inocente para tomar las riendas de su propio destino encarándose a los pretendientes y así empezar a tomar decisiones propias. El viaje de Telémaco le sirve, finalmente, para hacerse respetar y madurar como guerrero y futuro rey.

Ahora sabemos de dónde viene y a dónde van Ulises y Eneas: del caos al cosmos. Es un itinerario de sabiduría, pero a su vez un camino tortuoso, arduo, de mucho sufrimiento, cuyo fin, sin embargo, es alcanzar la sabiduría aceptando la condición de mortal que es la de todo ser humano.

Heroico sólo puede ser el individuo que ha erigido su propio sentido, su noble y natural obstinación, en su destino.

Hermann Hesse (1877-1962)

Ambos héroes trazaron las líneas heroicas a seguir para futuras generaciones:

  1. Es muy importante pertenecer a una comunidad armoniosa, a una patria y elevar sus actos hacia Arriba, al Cosmos.
  2. Dar la espalda a nuestra naturaleza (divina, eterna…) y arrancar nuestras raíces que están conectadas con los verdaderos valores e hilvanadas a nuestras tradiciones ancestrales son desviaciones que hay que enmendar y, por lo tanto, representan las peores formas de despersonalización que pueda conocerse en la vida de un guerrero porque se debe evitar caer en el olvido. Eneas y Ulises tienen que luchar, precisamente, para no caer en el destierro, en el olvido y, desde luego, no desviarse de los propósitos del cosmos.
  3. La guerra de Troya es una máquina de engullir a miles de jóvenes, un desarraigo sin igual para unos guerreros llevados a la fuerza lejos de sus hogares, lejos de toda civilización, de toda dicha, lanzados a un campo de batalla que no tiene nada que ver con la vida en armonía y equilibrio. Esta visión es muy importante para entender el universo como parte elemental de nosotros. Hoy día, nos están arrancando nuestras raíces. El desorden y el caos son esas grandes trampas de nuestras vidas. No hace falta que nos lleven a un campo de batalla, pues la propia vida es en sí una gran trinchera donde se ponen a prueba nuestras facultades mentales. “Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo”. ( Sun Tzu, El Arte de la Guerra).
  4. Más allá de su dimensión casi iniciática en el plano humano, incluso de los aspectos cosmológicos, esta concepción de la búsqueda de la armonía y una reconciliación con el cosmos poseen también una dimensión metafísica que guardan relación con el tema de la muerte. Para los griegos, lo que caracteriza a la muerte es la pérdida de la entidad. Aquí la muerte no sería física: Ulises nos alienta a que jamás dejemos de ser personas trascendentales para convertirnos en zombis de la sociedad, sombras carentes de identidad, en masas ignorantes que abandonan su verdadera patria, sus raíces, para terminar siendo anónimos.
  5. Ulises busca la inmortalidad en la sabiduría. Se sacude de todas las irrealidades, de sueños utópicos y de fluctuaciones inestables que el héroe va sorteando a cada paso.
  6. Eneas nos revela que tras la caída de Troya la búsqueda de su destino es posible. La diosa Afrodita (Venus, versión romana, su madre) le guía en su nuevo camino, su verdadero lugar en el mundo.
  7. Eneas y Odiseo, tras conseguir el estatus de héroes, se han liberado de las cadenas de una sociedad encorsetada y llena de espejismos, gracias a la experiencia, al conocimiento y a la memoria.
  8. El proceso de evolución de los dos héroes va en paralelo al desarrollo de la sociedad en la que coexistieron.

Viajar es prepararse para la muerte

Memento mori (Recuerda que vas a morir). Museo Arqueológico de Nápoles.

La vida es un viaje a la muerte, sin billete de vuelta. La vida es un cúmulo de experiencias con una honda lección. Por eso, Eneas y Odiseo relatan sus aventuras para seguir existiendo en otras personas. Sus hazañas serán repetidas, a través de los tiempos, y formarán parte de la estructura de culturas venideras. En cada aventura nos acercamos a la creación de un mundo, la existencia de nuevos seres , a conocer otros fenómenos naturales, así también a cómo superar los problemas morales y éticos que iban surgiendo a lo largo de sus viajes.

Homero, Hesíodo, Ovidio o Virgilio compusieron un corpus de historias, hazañas, teogonías, cosmogonías para educar al pueblo y darles sentido a sus vidas explicando las razones de los acontecimientos diarios.

Llama la atención que ambos héroes viajen al Inframundo para tener una experiencia de renacimiento interior, un viaje dentro de otro viaje; vida y muerte se conjugan en un punto del viaje que le aproximan a una conciencia mucho más elevada sobre el viaje de la vida. De esta manera, el héroe afronta el último tramo de la meta final sin miedo, sin temor alguno para enfrentarse a los obstáculos de la vida y a su propio destino.

No cabe la menor duda de que el viaje de la vida es una reflexión sobre la muerte, de cómo el guerrero se prepara concienzudamente para esta experiencia vital en la iniciación de los Misterios Mayores. Morir es vivir, sería el sentido que le daría a esas poderosas iniciaciones mistéricas, para el alcance de muy pocos guerreros que anhelaban conseguir lo que un viaje largo y lleno de interrogantes les aportaría (fama, gloria, sabiduría…).

Copia romana de un original helenístico perdido, realizada en el siglo II d.C. Museo Arqueológico de Nápoles.

Atlas (…) había trabajado más que nadie en la ciencia de la astrología y había descubierto con ingenio la naturaleza esférica de los astros por lo que se tenía la creencia de que llevaba todo el universo sobre su espalda.

Diodoro Sículo, Biblioteca Histórica IV-27,5

Los antiguos sabios creían que el camino iniciático estaba trazado en la bóveda del cielo, entre las Constelaciones. En la foto de arriba, el Atlas Farnesio sostiene dicha bóveda.

Este camino iniciático se puede observar en Jasón y en la búsqueda del Vellocino de Oro y en los doce trabajos de Hércules. En Hércules se nos muestra un mapa cósmico de cada uno de los trabajos que realiza en consonancia con el Zodiaco. En palabras de Clemente de Alejandría: “El Sendero de las almas a la ascensión se extiende a través de los doce signos del Zodiaco…el sendero que desciende es el mismo”. En dicho mapa cósmico, el hombre intenta reflejarse en cierto modo en el espejo de la bóveda del cielo, empezando desde la ignorancia hasta alcanzar la sabiduría. El héroe lucha en su vida cotidiana, desde muy temprana edad, con sus errores, tragedias, crímenes por expiar; emprende un viaje cargado de aprendizaje y de connotaciones simbólicas, solamente al alcance de algunos elegidos. El hombre debe liberarse de las ataduras de la naturaleza inferior con la finalidad de tomar las riendas de su vida para alcanzar el despertar de la divinidad, la apoteosis final, como le sucedió a Hércules.

Por último, y no menos importante, el viaje iniciático casi siempre se presenta como símbolo del círculo, tal como se refleja en el interior del laberinto de Minos, la bóveda celeste con sus representativas constelaciones o el símbolo serpentino como icono del tiempo que retorna sobre sí mismo y su papel de custodia de las fuentes de la vida y la inmortalidad, o las conexiones con las fuerzas oscuras que facilitaban o dificultaban la transición entre niveles, rompiendo así el propio espacio de la realidad presente.

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