Diálogo con Alétheia sobre Edipo, el devenir y el alma. (Parte III)

Me adentré por una playa desierta del Cabo de Gata (Almería). Sentía el sol rozar mi piel, el aroma del mar embriagaba todo mi entorno y las lánguidas olas  parecían querer susurrarme algo. Me senté y miré al horizonte. Sentí el palpitar de la naturaleza próximo a mí. Empecé a relajarme  y me quedé dormido, en un profundo sueño. Durante el sueño mi alma viajó hacia los dioses y encontré la Verdad (Alétheia) y la Justicia (Díke). Conversé  con los dioses y hablé con Alétheia (literalmente la palabra significa “aquello que no está oculto“, “aquello que es evidente“, lo que es verdadero) y Díke (la personificación de la justicia). Aquí está el corpus de la conversación íntegra que tuve con Alétheia, que se materializó ante mí como sacerdotisa y que tengo el placer de compartir con todos ustedes:

  • Alejandro: Tengo la sensación de que ayer las cosas estaban como siempre, pero hoy las cosas me resultan tan distintas…
  • Sacerdotisa: ¿Te refieres a cambios? El devenir de la naturaleza es el escollo de toda la humanidad.
  • Alejandro: Esta mañana al levantarme y mirar por la ventana hacia el mar me sentía distinto, pero si no soy el mismo, ¿quién soy? ¿soy el mismo al levantarme cada mañana?
  • Sacerdotisa: A veces la naturaleza interior te llama, te susurra que hay algo más, te anuncia que eres mucho más…
  • Alejandro: ¿Se puede borrar el pasado y empezar de nuevo? Algún día, me gustaría ir a ese lugar y volver a empezar de nuevo, como si el ayer no existiera.
  • Sacerdotisa: Toda historia, por muy torcida y compleja que sea se basa en una verdad, sólo en una.
  • Alejandro: ¿Se puede aspirar a algo más?
  • Sacerdotisa: La vida es complicada. Lo único cierto es que es real.
  • Alejandro: ¿Pero cómo se alcanza lo real?
  • Sacerdotisa: Con la conciencia absoluta de lo real. Vuestros ancestros pensaban que sus pensamientos eran la voz de los dioses, como un monólogo interior, y esa voz tenía consecuencias en sus actos. En cierto modo, era una forma de despertar la conciencia y conectar con la divinidad.
  • Alejandro: ¿La búsqueda de la conciencia?
  • Sacerdotisa: Darse cuenta de algo que va más allá de los sentidos.
  • Alejandro: ¿A qué se refiere exactamente?
  • Sacerdotisa: Al despertar de la divinidad. En Edipo la multiplicidad hace que se oculte la verdad, pero verdad sólo hay una: cuando Edipo descubrió quién es, fue libre; Yocasta, sin embargo…
  • Alejandro: Pero si el río es evolución, es vida, es el camino, pero vamos en contra de la corriente, ¿cómo que la humanidad va retrocediendo en su crecimiento espiritual?
  • Sacerdotisa: La humanidad forjó el sendero de la vida con una herramienta: el error.
  • Alejandro: Los dioses también cometen errores, lo hemos visto tantas y tantas veces…
  • Sacerdotisa: El hombre presenta a sus dioses con sus intervenciones erráticas y sus objetivos irracionales para justificar sus propias caídas. El hombre en sociedad vive con su error, en el sentido de que éste pasa a formar parte de su historia y, por lo tanto, determina lo que él es. El hombre tiene que ser fiel a su naturaleza intrínseca divina, devoto a su génesis.
  • Alejandro: A veces pienso que no podemos elegir nuestros caminos tal como nos gustaría, que hay algo superior que nos controla y nos guía por senderos inescrutables. Los pitagóricos tenían como símbolo una Y, el signo del cruce de caminos en el que el hombre debía elegir qué camino tomar: el del bien o el del mal.
  • Sacerdotisa: La fe también utiliza el simbolismo, pero no surge de él.
  • Alejandro: Edipo y Yocasta soñaron con la vida que querían, pero ninguno la consiguieron. Ambos eligieron lo mejor, no dudaron de sus caminos, de sus destinos, pero, de repente, la tragedia  cae sobre ellos y todo cambia. Pero, el error de Edipo es esa clase de error que puede cometer cualquier hombre bueno, ya que le viene impuesto con unas condiciones adversas que uno lo presencia con compasión. Yo estoy con Edipo, le comprendo perfectamente y me hallo dispuesto a seguir su historia hasta el final. Cada una de sus decisiones, incluso en los momentos de mayor ceguera, nacen exactamente de la admirable clase de persona que es.
  • Sacerdotisa: Sólo así se comprende la liberación de Edipo: el alma siente que tiene sed de una realidad superior con más valor que la vida terrenal y cotidiana, de una realidad superior donde no hay dioses, ni héroes, ni mezquinos sentimientos humanos que llevan al hombre a ser frágiles. Edipo y Yocasta se movían en medio del fragor de la vida, de los deseos mundanos, de los reclamos incesantes de la vida que le rodeaban, de tanto ruido, de tantas mentiras, al igual que los cantos de sirenas que confunden al hombre. Edipo piensa que es víctima, después se da cuenta que su vida es una línea continua de sufrimiento y dolor, pero nunca se desploma, no se rinde. Esa elasticidad hace que Edipo entienda en la espiral en la que se mueve y anhela cambiar todos sus sueños por uno solo: no quebrantar las leyes del cosmos. Es el llamado problema de equilibrio. Edipo acepta la llamada, esa llamada a que todo el mundo nace para cumplir. El camino no es escoger el bien o el mal, no es elegir entre Edipo y Yocasta: el único camino es trascender el bien y el mal.
  • Alejandro: ¿Trascender el bien y el mal?
  • Sacerdotisa: Como seres libres que sois, tenéis capacidad de elegir.
  • Alejandro: Edipo mira hacia el futuro pero está sumido al orden de la naturaleza y a los límites de sus conocimientos…
  • Sacerdotisa: El papel de Edipo exige más que sumisión; exige que tenga iniciativa, que mande y decida. Edipo, no a través de sus ojos, decide mirar hacia algo que está más allá…
  • Alejandro: Pero decidir entraña la posibilidad de errar de nuevo, de fracasar otra vez.
  • Sacerdotisa: Sin embargo, sin libertad y, por lo tanto, sin la posibilidad de error no hay liberación. El hombre debe actuar para convertirse en verdadero héroe en la acción.
  • Alejandro: ¡Por Zeus! ¿Qué soy? ¿Qué he sido? ¿Qué seré? ¡Lo ignoro por completo! Estoy confuso, mi mente a veces está perdida en una densa y oscura nube y camino errante, sin lograr, ni en sueños, aquello a lo que aspira mi alma. Soy un ser limitado, finito y temporal, y sin embargo, dentro de mí, siento algo…
  • Sacerdotisa: La naturaleza es eterna, no lo olvides nunca Egan[1], al igual que tu alma. El alma es una cosa, y otra muy distinta la materia, el cuerpo y la mente. Cuando tu mente está en reposo, tu alma florece, cuando tu mente se nubla, el alma ve; cuando el cuerpo está muerto…¡tu alma se libera y vive eternamente!
  • Alejandro: ¿De dónde nos viene el alma?
  • Sacerdotisa: El alma os viene del Cosmos. El alma es armonía
  • Alejandro: ¿Por qué el hombre fracasa teniendo un alma en armonía?
  • Sacerdotisa: El alma lo abarca todo y se mueve de tal forma que el hombre nunca alcanza a conocerla y a dirigirla en los intereses que desearía. El hombre fracasa constantemente porque para él es una célebre desconocida. Cuando el hombre le da la espalda a la naturaleza divina y rompe vínculos con el Cosmos le queda una profunda anomalía, una desarmonía y una fractura profunda que le llena de angustia, y de infelicidad, y de tristeza, y de sorpresa y de melancolía y de desengaños y de insatisfacción. Sin embargo ignoráis que los opuestos se necesitan el uno al otro, es una armonía de tensiones opuestas, como la del arco y la lira. La naturaleza se resuelve finalmente en una armoniosa unidad en la que, sin embargo, aparecen una multiplicidad de tensiones opuestas. Apolo es la conjunción de la lucha y la paz, y la única sabiduría divina que podrá gobernar el devenir de la naturaleza. La oposición entre el cuerpo y el alma se da en vosotros. Estáis siempre en constante evolución y pasáis de un estado a otro, sin daros cuenta, y  debéis aprender a escuchar para alcanzar esa dimensión.
  • Alejandro: ¡Por Zeus! ¡No estamos preparados para la tarea ya que al adentrarnos en el oleaje de la vida tropezamos de inmediato con grandes dificultades! Tenemos el Cosmos dentro de nosotros cuya vastedad no controlamos y cuyas claves resultan desconocidas. Cada uno erramos por el mar de la vida, con nuestros conflictos interiores y nuestros esfuerzos para alcanzar los propósitos de nuestros anhelos espirituales.
  • Sacerdotisa: La capacidad de aprender es un aspecto de la eternidad. El único camino para aprender es descubrir los caminos interiores. El alma os llevará a donde pertenecéis, el alma es amor y volverá a su génesis, más allá de donde ni tan siquiera vuestra imaginación puede alcanzar.

 

[1] Los dioses, Aletheia, Diké, entre otros seres superiores, siempre se han dirigido a mi como Egan y nunca por mi nombre terrenal, Alejandro. Entiendo por entonces que en el libro de los nombres de  las esferas superiores tenemos un nombre diferente al que nos bautizaron nuestros padres en la tierra. Egan, según me contó Hermes, es un nombre relacionado con el mito del fuego de los ancestros celtas, que define a un chico con luz propia que busca abrirse al mundo y al universo de lo extraño.

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10 comentarios

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10 Respuestas a “Diálogo con Alétheia sobre Edipo, el devenir y el alma. (Parte III)

  1. Esteban

    Leyendo a los fílósofos clásicos sobre los sueños se me viene a la mente varias referencias. En Sócrates el sueño es mera expresión de deseos. En Platón, ni el sueño ni la vigilia en cuanto determinados por la sensación y la fantasía nos ponen en contacto con la realidad en sí, a la cual sólo accedemos en esa especie de contrasueño o de supervigilia que es la contemplación de las ideas. Lo más interesante de la teoría de los sueños de Platón está en la República (573, A-572, B), allí examina el filósofo las diferentes clases de deseos, entre los cuales hay algunos que la conciencia considera ilícitos, reprimiéndolos. Estos deseos reprimidos se liberan y aparecen en las imágenes fantásticas de los sueños. Platón se anticipa así a la definición del sueño en el análisis de Freud, para quien «el sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido». Por su parte, la originalidad de Hipócrates consiste en haber elaborado una teoría de los sueños como reveladores de la salud o de la enfermedad del cuerpo.

  2. Armando Tejera

    La cultura griega que precede a la era cristiana no tiene como ideal la santidad, sino la armonía entre todas las pulsiones en expansión, tanto espiritual como corporal: el justo medio.
    En la medida en que los deseos espirituales y los deseos corporales corresponden a un deseo natural, ambos son conciliables; sin embargo, la exaltación los hace contradictorios.
    La trilogía sobre Edipo ha sido enriquecedora, transmitiendo los valores fundamentales de la cultura helénica. Un placer seguirte! Salucdos cordiales.

    • Gracias Armando por dar una intepretación acertada sobre el texto, divididido en tres partes. Edipo me ha dado mucho juego a la hora de plantear temas tan interesantes como el devenir, el alma, el destino, los valores ético. La vida es una tragicomedia donde ponemos a prueba nuestra alma cada día. Gracias por seguirme y difundir el blog entre tus contactos. Un saludo!

  3. septentrionislux

    Me ha encantado también esta tercera parte sobre Edipo. E·l diálogo es un compendio muy gráfico y evocador sobre cuál debería ser nuestra misión en la vida (la búsqueda del Despertar del espíritu que, aletargado, mora en nuestro interior; Despertar que nos hará uno con el Principio Primero Eterno que se halla en el origen del cosmos y más allá del mundo manifestado).
    Resalto, asimismo, algunas de las afirmaciones expuestas en este diálogo entre Alejandro y la sacerdotisa, como aquella que dice que «El camino no es escoger el bien o el mal, no es elegir entre Edipo y Yocasta: el único camino es trascender el bien y el mal.» Y es que, a diferencia de lo afirmado en las religiones fideístas, no se trata de cumplir con una serie de preceptos morales para arribar a la salvación del alma (porque esto último no acontecerá por esta vía), sino que de lo que se trata es de superar cualquier tipo de barrera (como la representada por la moral) que suponga un obstáculo para el recorrido iniciático que lleve a la Gran Liberación y de lo que se trata, asimismo, es de trabajar interiormente el descondicionamiento de la mente para que ésta pueda recorrer los estadios que hagan posible la Espiritualización de nuestro interior.
    Cito igualmente aquello de que «el alma es amor y volverá a su génesis», pues aquí nuestro autor nos brinda cuál es el más elevado significado del término ‘amor’ (=armonización de las fuerzas sutiles que vertebran nuestro cuerpo sutil con las fuerzas sutiles que constituyen el entramado Suprasensible del cosmos; así lo entendían los minnesänger del medievo) y también nos abre los ojos acerca de cuál es el camino por el que debemos llevar a nuestra alma a lo largo de nuestro periplo vital -e incluso en ultratumba (por el de su Espiritualización con el fin de Integrarla en el Principio Primero Sagrado e Imperecedero).

    • Agradezco muchísimo tu punto de vista sobre el tema, siempre en tu línea maestra e intelectual. La esencia es esa: el despertar de la divinidad y los mecanismos que nos llevan a ella. No hay más hojarasca, sólo las religiones lapidan con sus manipuladoras interpretaciones dividiendo a la humanidad entre musulmanes, cristianos y judíos. Las religiones no pueden ser dogmáticas ni sistemas cerrados. Cuando eso ocurre, surge el fundamentalismo, enfermedad frecuente de las religiones, tanto en el cristianismo como en el Islam. Me quedo, por ejemplo, lo que escribió el poeta inglés William Blake: «ver un mundo en un grano de arena, un cielo estrellado en una flor silvestre, tener el infinito en la palma de su mano y la eternidad en una hora». He ahí la gloria: sumergirse en aquella Energía bienhechora que nos llena de sentido y alegría. Hay que abrirse a una cosmovisión filosófica más profunda, más sensible y más universal. El mito de Edipo, en la trilogía presentada en mi blog, me ha ayudado a transmitir esa cosmovisión filosófica, gracias en parte a la fuente griega esotérica tan rica, y que no queda tan distante y lejana como muchas personas creen. El tema del alma es universal, pero es una célebre desconocida en nuestra sociedad. En veintiún siglos que llevamos las religiones nos hablan de Dios pero se le han pasado un detalle muy grave: enseñarnos a hablar con Dios y entrar en comunión con nuestra alma. No importan sus mil nombres: Yavé, Padre, Tao, Zeus, Olorum. Lo más importante es conectar con nuestra fuente originaria y unirnos a su presencia. Este diálogo con la Sacerdotisa espero que sea la puerta de una nueva dimensión, de un despertar en su forma más completa: acción, creación y amor.
      Quiero destacar, por otra parte, que los griegos no se definieron a sí mismo como politeístas. La palabra politeísta la inventó Filón de Alejandría, filósofo, cuya religión de origen fue judía… Una religión politeísta se caracteriza por la pluralidad de fuerzas divinas y de cultos. La diversidad de dioses no es contradictoria con la idea de unidad de lo divino. El politeísmo se parece al sistema de la “muñecas rusas”.
      Gracias por tu rica aportación y por la divulgación del blog entre tus contactos. Saludos!

  4. septentrionislux

    Te vuelvo a citar: «En veintiún siglos que llevamos las religiones nos hablan de Dios pero se le han pasado un detalle muy grave: enseñarnos a hablar con Dios y entrar en comunión con nuestra alma» …aquí raya la diferencia entre mero exoterismo y el esoterismo; sólo este último entiende de la metanoia, de la via interioritatis, de la realización espiritual.
    «La diversidad de dioses no es contradictoria con la idea de unidad de lo divino» … el Principio Supremo y Primero se manifiesta y así emana el cosmos. Un cosmos en el que no faltan las fuerzas sutiles o nouménicas (=dioses para el mayor de los mortales).
    Me han parecido dos frases con mucha enjundia. ¡Un fuerte saludo!

    • Creo que el mundo es un flujo perpetuo, y somos nosotros quienes lo coagulamos, quienes solidificamos los fenómenos. En este sentido, el océano es real mientras que las olas son irreales. Tenemos que suprimir lo irreal, y lo real permanece. El hombre ha estado llamado a reconocer su verdadera naturaleza a través de los tiempos, y ese palpitar por despertar y nacer de nuevo ha sido una tarea constante, metódica y reflexiva, aunque los tiempos modernos intenten barrer nuestras raíces siempre nos quedará mirar al cosmos. Ahí el hombre jamás podrá borrar nuestras huellas ancestrales. Gracias por reforzar mis reflexiones sobre el tema del alma y el devenir. Saludos!

  5. Armando Tejera

    Como sucede en una historia policial, Edipo quiere hallar al criminal pero no se da cuenta de la ironía trágica en la que toda evidencia lo señalará como el culpable. La dialéctica que se produce entre el comprender y el comprender mal, actúa como un espejo, permitiendo que Edipo vea su verdadero ser “interior”, y se aleje más y más de su conjunción con la modalidad del “saber”. Es decir, que a medida que “comprende” más, se da cuenta de que “sabe” menos.

    • Ya lo dijo Sócrates: » sólo sé que no sé nada». Muy acertadas tus reflexiones: del intelecto a la intuición, esa es la clave en la que el ser humano tiene que ahondar en sus observaciones. Gracias por añadir otro elemento importante en el corpus del mito de Edipo. Saludos!

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