Metamorfosis

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Zeus y Leda

Como bien sabemos, en la mitología la metamorfosis de los dioses o de los hombres es un recurso común en numerosas leyendas: Narciso en flor, Procne en ruiseñor, Aracne en araña, etc. Los dioses son los únicos que pueden decidir su propia transformación. Por ejemplo, en la Odisea vemos a Atenea transformarse en pájaro o adoptar la apariencia de Mentor. Sin embargo, es Zeus quien aparece como el dios de las mil formas. Su leyenda es casi exclusivamente el relato de sus múltiples metamorfosis en animal, en fuerza de la naturaleza o en simple mortal. Por ejemplo, toma la forma de un cisne para unirse a Leda o la de un radiante toro blanco para raptar a Europa y llevarla sobre su lomo hasta Creta. Se presenta ante Dánae, encerrada en su torre, como una lluvia de oro que atraviesa una grieta del techo para caer en el regazo de la joven. En compañía de Hermes, se presenta bajo la apariencia de un simple viajero en casa de Filemón y Baucis. Estas transformaciones, como las de Proteo o las de Nereo, son siempre voluntarias y, sobre todo, reversibles. Proteo, por ejemplo, después de haberse transformado en león, serpiente, pantera, jabalí, agua o árbol, recupera su forma humana para responder a aquellos que, viniendo a consultarle, consiguen apresarle a pesar de su cambiante apariencia.

En el caso de los mortales, por el contrario, el cambio de forma es impuesto: la metamorfosis es el signo de poder de un dios irritado o, en ocasiones, benévolo. Es el procedimiento de intervención divina más corriente para vengar la moral escarnecida, castigar la hibris (desmesura) de los orgullosos o las afrentas personales a algún dios. La benevolencia mueve a los dioses, por ejemplo, a transformar a Filomena en pájaro para que así pueda escapar de Tereo que, después de violarla, la perseguía con un hacha para matarla. Inverso sería el caso de Licaón, convertido en lobo por haber dado de comer a Zeus carne humana cuando este vino a pedirle hospitalidad, o el de Acteón, convertido en ciervo por Artemisa y destinado a ser devorado por sus propios perros por haber sorprendido a la diosa desnuda.

Rapto de Europa

Rapto de Europa

Como se puede observar, allí donde existe el misterio brota el mito. Ahora bien, la metamorfosis se presenta la mayoría de las veces como una explicación del mundo poética, pero también simbólica y religiosa, como una justificación de cada una de las presencias familiares que rodean al hombre: convirtiendo a Dafne en laurel, queda justificada no sólo la existencia de esta planta, sino también sus características (su brillante follaje, su resistencia al invierno..). Por lo tanto, la metamorfosis es la expresión de una relación profunda del hombre con la naturaleza y la huella del pensamiento animista del hombre de los primeros tiempos. El animismo es un concepto que engloba diversas creencias en las que tanto objetos (útiles de uso cotidiano o bien aquellos reservados a ocasiones especiales) como cualquier elemento del mundo natural (montañas, ríos, el cielo, la tierra, determinados lugares característicos, rocas, plantas, animales, árboles, etc.) están dotados de alma y son venerados o temidos como dioses.

La metamorfosis aparece tanto en los llamados mito etiológicos (de los orígenes) como el de Níobe, cuyo cuerpo petrificado puede explicar la forma de una roca; como en los mitos cosmogónicos: Pirra y Deucalión, únicos seres humanos salvados del diluvio enviado por Júpiter, lanzan tras de sí los «huesos de su madre», Gea, que al transformarse en mujeres y hombres permitirán el segundo nacimiento de la humanidad. También, el mito de la metamorfosis suele aparecer por tanto como un mito antropogónico y genésico (relacionado con el nacimiento) que proporciona al hombre una respuesta no solo a los misterios del mundo que le rodea, sino también al de su propia existencia.

En Homero, los dioses se metamorfosean para intervenir en la vida de los hombres, particularmente en el campo de batalla.

La metamorfosis fue también objeto de una reflexión filosófica sobre la transmigración de las almas y la reencarnación. Así, en el Timeo de Platón, el primer nacimiento del hombre es debido a una acción del demiurgo, pero sus reencarnaciones sucesivas dependen únicamente del buen o mal comportamiento que haya regido la existencia de las almas de los individuos; así, por ejemplo, las aves son la reencarnación de hombres sin maldad, mientras que los imbéciles se transforman en reptiles y gusanos, y los cobardes…¡en mujeres!.

Obras de referencias recomendadas:
Metamorfosis (Clásica)
Platon Timeo (LECTURAS DE FILOSOFÍA)

Enlaces recomendados de Animasmundi relacionado con la misma temática:

Mitos sobre el origen del Cosmos y de los Dioses

Teogonía

Metempsicosis

El mito de los Titanes

 

 

 

 

5 comentarios

Archivado bajo Antigua Grecia, Mitología

5 Respuestas a “Metamorfosis

  1. AMG

    (..) las aves son la reencarnación de hombres sin maldad, mientras que los imbéciles se transforman en reptiles y gusanos, y los cobardes…¡en mujeres!.
    ¡Qué manera de ver a la mujer en esa época!

  2. Ofelia

    » la metamorfosis es el signo de poder de un dios irritado » , el dolor causado por esa metamorfosis es reflejado también por los poetas:

    Apolo y Dafne. Garcilaso de la Vega, soneto XIII.

    A Dafne ya los brazos le crecían
    y en luengos ramos vueltos se mostraban;
    en verdes hojas vi que se tornaban
    los cabellos que el oro escurecían;

    de áspera corteza se cubrían
    los tiernos miembros que aun bullendo estaban;
    los blancos pies en tierra hincaban
    y en torcidas raíces se volvían.

    Aquel que fue la causa de tal daño,
    a fuerza de llorar, crecer hacía
    este árbol, que con lágrimas regaba.

    ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
    que con llorarla crezca cada día
    la causa y la razón por que lloraba!

  3. Ofelia

    Y como no, en el Barroco , para Quevedo es motivo de sátira:

    A Apolo siguiendo a Dafne
    (y A Dafne, huyendo de Apolo)

    Francisco de Quevedo y Villegas

    A Apolo siguiendo a Dafne

    Bermejazo platero de las cumbres,
    a cuya luz se espulga la canalla:
    la ninfa Dafne, que se afufa y calla,
    si la quieres gozar, paga y no alumbres.

    Si quieres ahorrar de pesadumbres,
    ojo del cielo, trata de compralla:
    en confites gastó Marte la malla,
    y la espada en pasteles y en azumbres.

    Volvióse en bolsa Júpiter severo;
    levantóse las faldas la doncella
    por recogerle en lluvia de dinero.

    Astucia fue de alguna dueña estrella,
    que de estrella sin dueña no lo infiero:
    Febo, pues eres sol, sírvete de ella.

    A Dafne, huyendo de Apolo

    «Tras vos, un alquimista va corriendo,
    Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?
    Vos os volvéis murciégalo sin duda,
    pues vais del Sol y de la luz huyendo.

    Él os quiere gozar, a lo que entiendo,
    si os coge en esta selva tosca y ruda:
    su aljaba suena, está su bolsa muda;
    el perro, pues no ladra, está muriendo.

    Buhonero de signos y planetas,
    viene haciendo ademanes y figuras,
    cargado de bochornos y cometas.»

    Esto la dije; y en cortezas duras
    de laurel se ingirió contra sus tretas,
    y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.

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