Las narraciones relativas al origen del cosmos y de los dioses, que acaecieron en un tiempo mítico primordial, es decir, anterior a la época de las generaciones de los hombres, ocupan un lugar central en el pensamiento del periodo arcaico griego. Principalmente su función era ayudar a crear una orientación del hombre en su representación del mundo. Funcionan pues universalmente como un modelo arque-típico. Mediante estos mitos conforman su ideario del mundo: el Caos (que etimológicamente es algo así como el bostezo inicial de la naturaleza, la separación) se transforma aquí en un mundo organizado. Ofrecen pues estos mitos un modelo dinámico y generativo del cosmos: explican la separación del cielo y la tierra y el paradójico sostén de ambos. Justifican el porqué no se caen y el carácter sólido, firme de la bóveda del cielo.
Cuentan, por otra parte, estos mitos, dentro de un esquema marcadamente antropomórfico y sexual, las relaciones del cielo y la tierra, con uniones y separaciones sucesivas. Subyace aquí comúnmente un modelo dialéctico de tensión entre contrarios, expresado como lucha y amor cósmicos. Podemos encontrarnos en los textos de la Teogonía de Hesíodo un modelo sencillo y directo, a veces brutal, de la historia de los inicios. Otros poetas, como el autor helenístico Apolonio de Rodas, que vivió en el siglo III a.C., en el libro I de sus Argonáuticas, cantaron al origen del mundo con idéntica fascinación.
El griego de la época homérica consideraba que la bóveda del cielo estaba sostenida por uno de los dioses primordiales, de la generación divina anterior a la olímpica, condenado por Zeus a este trabajo eterno y titánico. Se trata de Atlas, el astuto malvado que intuye los senos marinos y vigila las largas columnas, sustento del cielo (La Odisea). También el mar tuvo dioses originarios como Proteo, o Nereo, otro viejo del mar que fue anterior a la generación de los olímpicos, es decir, a Poseidón, el padre de las Nereidas.
Hay que destacar que los griegos no creyeron en una creación del mundo de la nada, sino que tendieron a aceptar más bien la representación de que el espacio y el tiempo seguían un movimiento cíclico, circular. La idea de un continuo retorno a lo que fue antes para recomenzar el proceso de nuevo subyace en algunas de las imágenes cósmicas del hombre griego. La encontraremos en los pitagóricos (vinculada al ciclo de las reencarnaciones sucesivas) y en Platón. La naturaleza, siempre en constante renovación, engendradora, será inspiración de este sentimiento cíclico del tiempo y de la vida. Por ejemplo, en el canto VI de la Ilíada, Diomedes, hijo de Tideo, pregunta a Glauco su identidad antes de enfrentarse a él en el combate que da gloria a los varones: ¿Quién eres tú, oh, muy valiente, de los hombres mortales? A lo que contesta Glauco, con estas palabras: Magnánimo hijo de Tideo ¿por qué me preguntas mi linaje? Cual es el linaje de las hojas, tal es también el de los hombres. Las hojas, a unas el viento hace caer a la tierra y otras engendran el bosque al rebrotar, y sobreviene la estación de la primavera. Así es la generación de los hombres: uno nace, otra cesa.
Obras recomendadas: Las Metamorfosis 013. Obras y fragmentos. Teogonía. Trabajos y Días. Escudo. Fragmentos. Certamen. (BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS)
Enlaces de Animasmundi relacionado con la temática: La Teogonía; Metamorfosis; Edad de Oro
Hola y me gueto esta información
Gracias por seguir el blog. Un cordial saludo.